Salud

"Ya vamos para los 106"

  • Una mujer centenaria, Dolores Moraleda, rescata de su memoria algunos de los principales momentos de su vida en el Día Internacional de las Personas Mayores.

Su mirada cristalina ha sido testigo de más de un siglo y aunque a veces el oído le falla, recuerda y relata con claridad su vida de niña. Dolores Moraleda cumplió el pasado domingo 105 años y, tras apagar las velas, sus palabras fueron: "Vamos para los 106".

Acompañada por su hija Beni, Dolores rescata de su memoria los momentos más importantes de su vida. Lo mejor de sus 106 años: "Tener a mi hija". Su respuesta es rápida y ni siquiera pestañea ni expresa duda ante la pregunta sobre su mejor recuerdo. "No quería tener más hijos, pero mi marido me lo decía, 'necesitas una hija" recuerda con una sonrisa que delata su pensamiento: cuánta razón tenía mi esposo. "Si necesito algo, ella me lo trae", dice varias veces, mientras reconstruye el relato de parte de su vida en el espléndido patio de la residencia San Juan de Dios, ubicada en la céntrica calle Sagasta, donde es la más veterana.

Orgullosa habla de sus nietos. Tiene cuatro y dos de ellos están fuera, en Inglaterra y en Italia. "Mi padre también tuvo que salir del pueblo para buscar trabajo", recuerda. Los tiempos en que ella vivió no la obligaron a hacer la maleta para buscar un futuro, pero cuando apenas era una niña comenzó a trabajar con su padre. "Un hermano y yo íbamos al campo a trabajar", comenta al hablar de su familia y de las responsabilidades que tenía que asumir siendo apenas una adolescente. "Mis padres tuvieron diez hijos y a todos nos sacó adelante", añade. Es natural de Membrilla (Ciudad Real), pero cuando era una adolescente se trasladó con sus nueve hermanos a Torredonjimeno (Jaén), donde sus padres le compraron una máquina con las que tejía medias y calcetines de hilo. Al ser la tercera de sus hermanos, Dolores tuvo que hacerse cargo de los más pequeños de su hogar y apenas pudo ir al colegio, pero aprendió a leer y a escribir.

La Guerra Civil estalló cuando Dolores residía en La Línea de la Concepción y de esta época sólo guarda un recuerdo: "Moría mucha gente". De Franco dice: "Era el mandador". Apenas tiene consejos para tratar de explicar cómo llegar a tan avanzada edad sin problemas severos de salud. "Trato de quedarme con hambre; como lo justo", explica.

Sólo tiene dificultades de visión y para escuchar, problemas vinculados a su avanzada edad. Su hija Beni, que la acompaña, explica: "Mi madre siempre ha cuidado las comidas, y siempre ha evitado las grasas. Nunca ha fumado". Esta mujer centenaria afirma en varias ocasiones: "A mí no me duele nada"; "ya voy para 106". Una vida de trabajo, pero sencilla, y esa actitud positiva ante la vida son probablemente varios de los secretos de la longevidad de Dolores.

"Me casé con 33 años y a los nueve meses y nueve días tuve un hijo, pero murió; después tuve un aborto; y después nació mi hijo que se crió muy hermoso. Ya no quería tener más hijos pero mi marido me decía: 'necesitas una hija". Nació Beni, lo mejor de sus 105 años, que ya van para 106.

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