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Aeropuerto Así funciona el Servicio de Control de Fauna del Aeropuerto

Los vigilantes de San Pablo

  • 14 rapaces velan por la seguridad del tráfico aéreo en Sevilla · Manuel Vázquez, cetrero desde los 15 años, se encarga de su cuidado · La cetrería es la clave de este servicio, pero se ensayan otras técnicas

Se llama Sevilla y es uno de los trabajadores más eficientes del aeropuerto de San Pablo. "Es un 10 de 10", comenta orgulloso Manuel Vázquez Álvarez, responsable del servicio de control de fauna del aeródromo y cetrero desde los 15 años. Sevilla, una hembra de halcón, es la favorita de su dueño. "De cada 10 ataques, mata 10 veces", explica Vázquez con entusiasmo mientras contempla el vuelo de una de las 14 rapaces que entre halcones, águilas y harris vigilan, por un sueldo de una perdiz o un conejo al día, las casi 500 hectáreas del recinto aeroportuario para que otras aves no invadan el espacio de las aereonaves mientras aterrizan o despegan.

El problema que pueden significar las aves para el tráfico aéreo tiene una especial relevancia en España por su situación geográfica y su clima. De hecho, este servicio de cetrería está contratado en 28 de los aeropuertos de la red de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA). No obstante, el aeropuerto de Sevilla, por su situación, es especialmente conflictivo y heterogéneo en las especies de aves, ya que se encuentra en la zona de tránsito de las emigraciones de las aves europeas, que buscan en el sur climas más cálidos, y las aves africanas que buscan climas más templados.

Tras algunos intentos fallidos por controlar las bandadas de aves, el aeropuerto de Sevilla decidió organizar un equipo de control de fauna que a través del arte de la cetrería -es decir, el arte tradicional de cazar con rapaces- ha conseguido mejores resultados que con el uso de la tecnología. "Anteriormente habían probado con grandes altavoces con sonidos y ruidos, pero las aves terminan acostumbrándose a los ruidos y dejan de ser eficaces", comenta el cetrero.

La clave de la efectividad de la cetrería, según explica Vázquez, es que la aves nunca se acostumbran a los ataques de las rapaces, ya que son "su enemigo natural, están por encima en la cadena alimentaria y el instinto les obliga a escapar". Aunque la eficacia de este arte depende de muchas variantes, como las distintas especies, el número de ejemplares o el clima. Un vuelo de halcón de 15 minutos puede limpiar de aves 400 hectáreas.

Desde hace 20 años, Manuel Vázquez recorre todas las mañanas aleatoriamente la zona de las pistas de aterrizaje y sus alrededores. Lo primero es decidir cuáles son las prioridades para garantizar la seguridad y atender todas las necesidades y luego desarrollar una estrategia. "Lo más importante es romper la rutina, porque las aves aprenden las costumbres de los humanos", explica. Según la época del año o las condiciones climatológicas se utilizan distintas especies. Los halcones, por ejemplo, durante los meses estivales y los días de calor sólo pueden volar al amanecer o al atardecer, por eso en verano se suelen utilizar los harris, que son una mezcla entre águila y halcón. Pero no es suficiente y se requieren otras especies que pudieran volar los días de viento. Para ello se han traído de Inglaterra un águila de cola roja capaz de realizar el mismo trabajo de los halcones los días de vientos fuertes.

El proceso de adiestramiento normal de una de estas aves dura aproximadamente un mes y medio y consta de tres fases: amansar, adiestrar y cazar. En la primera fase el objetivo es conseguir que las aves puedan comer de la mano del adiestrador. En la fase siguiente, la rapaz, una vez que se acostumbra al hombre y le relaciona con la alimentación, regresa a su dueño después de volar y, finalmente, según explica el cetrero, "no hay que enseñarle, el halcón nace sabiendo atacar".

La cetrería en los aeropuertos se emplea junto con otras técnicas, como la de los sonidos y ruidos, o con la utilización de cohetes cuyo objetivo es asustar a las aves. Actualmente, en San Pablo se pretende experimentar con una máquina de ultrasonidos en frecuencias que sólo pueden escuchar las aves, aunque aún no se conocen los resultados.

Manuel Vázquez, de 56 años, es un experto cetrero, pero todo lo ha aprendido de manera autodidacta. Para él, la cetrería no es sólo un arte, "desde su origen, es una forma de relación con la naturaleza" y, por ello, es necesario conocer el comportamiento de las aves y su instinto para poder realizar este trabajo con éxito. Él no tiene ninguna duda: todas las técnicas que se utilicen en los aeropuertos para controlar el espacio aéreo a través de rapaces deberán ir complementadas con la cetrería, "no hay nada más efectivo". Sevilla, su favorita, es la mejor prueba.

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