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Identidad y sello propio

  • Machín, fiel a su estilo, ha hecho del conjunto rojiblanco un bloque que presiona hasta la extenuación

  • Stuani, la mejor noticia en ataque

Maffeo, centrocampista del Girona, intenta controlar el balón presionado por Portillo, del Getafe.

Maffeo, centrocampista del Girona, intenta controlar el balón presionado por Portillo, del Getafe. / Robin Townsend / efe

Entre las muchas ideas futbolísticas que maneja Pablo Machín, una destaca sobremanera: si algo funciona, mejor no tocarlo. Eso es lo que ha hecho con su Girona, dotarlo de una identidad que otros ya quisieran y armarlo en todos sus puestos para que se convierta en un aguerrido debutante en Primera División.

Sin fisuras, sin titubeos. La estrategia está aprendida (y aprehendida). Fiel a su estilo como garante de éxito, el tiempo y los resultados están dando la razón al soriano. El Girona es noveno con 31 puntos. Y aunque la salvación fuese -y siga siendo- la máxima prioridad del conjunto catalán, a nadie le amarga un dulce, que en su caso no es otro que saberse mucho más cerca de los puestos europeos que de la zona de peligro.

Con un sistema 3-5-2, indiscutible sello de autor, el Girona cuenta con apoyos de los hombres de la medular tanto a la línea defensiva como a la ofensiva, mostrando gran compenetración y solidaridad. Ataca con eficacia y presiona como un bloque asfixiante, de esos que se convierten en toda una pesadilla para el adversario. Y cuando toca enfilar la portería contraria, allá que se dirigen diligentes Stuani y Portu.

con balón

Con tres centrales, los laterales pueden jugar muy avanzados, mientras que los tres centrocampistas específicos pueblan la zona ancha del campo. La posesión del balón, la circulación sin prisa pero sin pausa, son las armas más eficaces del Girona.

Pere Pons, un pilar fundamental para Machín, es un jugador capaz de abarcar mucho campo y que se desenvuelve muy bien en ataque, sobre todo si está acompañado de su fiel escudero Álex Granell. La dupla se entiende a las mil maravillas, para desdicha de sus oponentes.

Y para embocar la portería contraria, el Girona basa sus ataques al juego por las bandas, donde sobresalen Maffeo (sancionado hoy) y Mojica, para enviar centros a Stuani, el killer rojiblanco.

sin balón

Cuando el Girona tiene que defender, su zaga se puebla con cinco hombres más los tres centrocampistas. Todos ellos forman un entramado difícil de superar, un muro en ocasiones infranqueable, y que últimamente está más sólido que nunca, pues frente a Athletic y Málaga consiguió mantener su portería a cero.

La mayor ventaja que obtiene Pablo Machín de su sistema no radica en lo que ocurre cuando su equipo ataca, sino en lo que sucede una vez le toca defender. El contar con hasta cuatro medios le otorga de una capacidad de presión instantánea. Por eso el Girona es un equipo dificilísimo de batir. Por eso también dispone de una de las mejores transiciones defensivas de Primera. Un colchón de seguridad que le ha hecho ganar en confianza.

lo mejor

Quien osa robarle el balón al Girona no tarda en descubrirse rodeado de jugadores rojiblancos prestos a intentar recuperar el esférico.

lo peor

Los contraataques fulgurantes son su asignatura pendiente.

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