Liga Santander · Espanyol-Sevilla

Montella lo pone a mil (0-3)

  • El Sevilla recibe el alta médica en la Liga con una goleada en Cornellà que refuerza la fe en el método 

  • Marcaron Franco Vázquez y, en brillantes acciones individuales, Sarabia y Muriel

Sarabia,  felicitado por sus compañeros Nzonzi  y Muriel.

Sarabia, felicitado por sus compañeros Nzonzi y Muriel. / A.Dalmau / Efe

Un club que ha paladeado mil veces la victoria en Primera División no puede conformarse con medianías. No puede mirar a ver qué hacen los de abajo. Y el Sevilla, con su oportunísima goleada en el RCDE Stadium, que así se llama ahora el feudo del Espanyol, redondeó sus 1.000 triunfos en la máxima categoría para decirle a sus compañeros de viaje en esta Liga que va a seguir aspirando a los puestos nobles. Que va a seguir enzarzado en la zona europea y con la mirada del lobo hacia la zona Champions. Ya recibió el alta médica. Atrás quedó esa infausta racha de un punto de los últimos quince posibles. Y la moral está reactivada para lo que se anuncia en Nervión el próximo martes, una batalla de órdago. Otra más.

Vincenzo Montella ha llegado con una gubia y empieza a tallar un Sevilla más punzante, más afilado. El italiano está metiendo en la sesera de su tropa que hay que limpiar de toques innecesarios las jugadas. Acelerar, por tanto, los ataques. Y ser más verticales. A golpe de vista, es la gran diferencia entre el Sevilla de Berizzo y el actual. Éste es más punzante desde el momento en que el jugador, cualquiera que sea, no se preocupa tanto en controlar la pelota y asegurar la posesión como en analizar qué compañero la puede recibir en ventaja –y si puede ser unos metros adelantado–, para escupir el cuero tal como lo recibe.

Lógicamente, tener a N’Zonzi cómodo en la hierba, en sus terrenos predilectos, y que el francés vea a Banega a su lado y al Mudo Vázquez más arriba también ayuda a que fluya ese juego. El estilo se ha simplificado, pero ojo, que a veces lo más difícil es lo más simple. Para ejecutar el fútbol más rápido y que no todos los pases vayan al rival –es lo que tienen los riesgos–, hay que tener una aguda visión y calidad en el golpeo. Y el Sevilla las tiene.

Lo demostró en su primera incursión seria. Corchia se desdobló –el francés también es más punzante que Mercado en el flanco derecho, claro que sí–, el defensor tocó con la puntera el balón en su empeño de cortar el avance del galo y habilitó a Correa. El Correa bueno. Dos fintas geniales que no fueron resueltas con el tiro que merecían, Diego López rechazó y el Mudo, en el sitio y en el momento, que abrió con clase su zurda para asegurar el balón en la red. Corría el minuto 15 y el gol, en el frío mediodía barcelonés, añadió aún más hielo a una grada ya de por sí resacosa por la fiesta reciente ante el odiado vecino en la Copa.

El Espanyol salió tratando de morder muy arriba, acudiendo con el mentón apretado a esas zonas blandas que padecen los sevillistas en su defensa. Y la capacidad para triangular con cierta rapidez para esquivar esas trampas ahormó el partido para los de rojo. Robar y salir. Así se encontró Muriel con metros por delante para colarse y soltar un latigazo cruzado con su zurda que apunto estuvo de suponer el 0-2 (22’).

Sarabia no perdonó doce minutos después. Recibió la pelota en la posición de extremo derecho, dibujó un eslalon hasta el área y, tras un regate, otro toque de su par le dejó la pelota franca para el remate. Como le cayó a la derecha y no había tiempo para pensar, soltó un punterazo a la escuadra contraria. De ahí al descanso, los de rojo terminaron de plantar sus reales en la hierba.

En el intermedio, Quique Flores trocó a Javi Fuego por Víctor Sánchez y a Sergio García por Melendo. Para qué esperar. Y ese paso adelante incomodó al Sevilla, que tomó riesgos casi suicidas en la salida del balón en corto desde su portero. Sergio Rico eligió mal en un par de pases a receptores de espaldas y apurados, Banega lo hizo aún peor en ambos lances (51’ y 57’) y, sobre todo en la primera jugada, el Espanyol se pudo meter en el partido. Gerard Moreno cedió a Leo Baptistao, que perdonó con un chut muy alto. En otra acción, fue clemente Sergio García en un tiro raso y cruzado de los que suele meter (52’).

Ahí se le fue el tren del partido al Espanyol. N’Zonzi se adueñó de esa zona ancha que el Espanyol empezó a desproteger y el Sevilla templó el ritmo del partido, justo lo que le interesaba, al tiempo que se cuidaba de no desordenarse atrás, una virtud clave que ya adorna a los de Nervión. Ni una vez tiró a puerta el anfitrión, mientras los sevillistas trazaban peligrosas contras: Jesús Navas, Sarabia y Muriel, cuyo eslalon desde la izquierda certificó que el Sevilla, ya con el alta, está a mil.

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