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Seda sobre la pana mojada

  • En una tarde de sofá y estufa, el Sevilla hizo el trabajo pronto presionando y raseando ante el patoso Athletic, y se relajó bajo la lluvia mirando al Valencia

La tarde era más de hablar de fútbol que de verlo. Los cerrados cielos, el ventoso día, las intermitententes lluvias, ora un chubasco, ora un txirimiri racheado, usando el término vasco. Todo invitaba al sofá y la mesa de camilla, con la estufa en el término medio. Y en esa sobremesa incómoda, el Sevilla salió con los machos bien atados y dispuesto a hacer su trabajo. Vincenzo Montella tenía bien leído al Athletic del Cuco Ziganda. Con sólo haber visto cómo cayó ante el Atlético o cómo empató con el Valencia podría saber que había que incomodarlo en zonas adelantadas. Y es lo que hizo el Sevilla.

El patoso Athletic fue víctima del fútbol de filigrana de Banega, N'Zonzi y Franco Vázquez, un triángulo que pide Champions cuando está metido de verdad en la película, como sucedió en este primer sábado de marzo tan invernal. Pero para volver a estar en la Champions hace falta remangarse de verdad y unir a la clase esa labor de zapa que tan bien sabe realizar el Mudo en la falsa posición de 10.

Ante el Athletic marcaron el 9 y el 10 del Sevilla, como si el partido hubiese seguido el guión del clasicismo del fútbol patrio. Los ratoneros sevillistas hicieron presa en la descoordinación desmadejada de Íñigo Martínez, San José e Iturraspe. Mucha pana mojada para sostener tan resbaladiza seda. Ya habían avisado Correa y Muriel en el enérgico arranque sevillista. Y así prosiguió, buscando resquicios por donde hilar su fútbol recamado, hasta que los encontró en los minutos 27 y 32. A la media hora, el Sevilla había liquidado aquello y, entonces sí, se tapó con la lana de la camilla. La tarde estaba que ponerse cómodo y poco más.

Pese a la floja entrada, la peor en esta Liga (25.185 espectadores desafiaron las inclemencias), el equipo de Montella salió enchufadísimo. Sin Beñat, Raúl García ni Aduriz, a los que el Cuco sólo sacó de una tacada tras el descanso porque tiene en mente al Olympique de Marsella, el Sevilla hizo presa en la salida atorada del Athletic. San José, Vesga e Iturraspe conformaron un triángulo demasiado acuoso para el punzante Sevilla del Mudo, Sarabia y Correa.

Por la cabeza de Muriel revoloteó el día del Manchester cuando en el minuto 24 cabeceó un centro del Mudo, tras robo de Lenglet, al larguero. Tres minutos después, en el 27, Muriel se sacudió el mal fario marcando y haciendo el gesto de sacudirse la camiseta. Aún tenía en la cabeza el cabezazo que le sacó De Gea. Culminó con un derechazo cruzado de seda un despiste del Athletic que provocó Muriel y aprovechó el Mudo engañando con la mirada a la zaga.

Y en el 32, la jugada del partido. El Sevilla salió de la presión desde la izquierda con clase, Banega desahogó a la derecha, allí percutió Muriel y retrasó a N'Zonzi, quien centró con intención. El Mudo hizo el resto con un cabezazo que podría haber firmado Luis Fabiano. Un golazo. El balón cayó bombeado, sedoso, imposible para Kepa.

El once de gala, sin cansancio, sí funciona y ahora tendrá una semana limpia para pensar en el Valencia, en el cuarto puesto. Toda la segunda parte sobró, salvo para corroborar que al Sevilla le falta cinismo, mala uva, y le sobra seda. Se podría haber hartado, perdonó al Athletic y se metió en la camilla: la lana por la seda.

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