semifinales de copa del rey | Leganés-Sevilla

Sergio Rico deja la emoción para casa (1-1)

  • El Sevilla desaprovecha la ocasión de sentenciar su pase a la final en Leganés por la falta de contundencia de su guardameta.

  • El equipo de Montella jugó una buena primera mitad, pero no pudo anotar el 0-2.

Turno para el Ramón Sánchez-Pizjuán. El estadio sevillista deberá convertirse el próximo miércoles en una olla a presión aún más hirviendo de lo habitual para estar en la próxima final de la Copa del Rey. ¿La razón? Un nuevo error de Sergio Rico en un salto de puño, por mucho que el corpachón de Siovas lo desequilibrara, imposibilitó que los hombres de Vincenzo Montella se fueran con ventaja parcial de un gol e incluso, aunque esto pertenezca al género del fútbol ficción, con algo más debido a los riesgos que tenía que correr el Leganés en la recta final en su búsqueda del empate, pero no fue así y todo quedó registrado en el acta de un prevaricador González González como un uno a uno.

Eso es lo único que vale, no hay más, el Sevilla, pese a mostrar las mismas buenas maneras de sus últimas comparecencias, no fue capaz de trasladar al marcador ese fútbol, sobre todo en una segunda mitad en la que, con todo a favor, se quedó demasiadas veces en un quiero y no puedo. Los sevillistas llegaba con cierta ventaja a la línea de tres cuartos, pero en esa zona no fueron capaces de dar el pase definitivo al compañero para haberlo dejado en un mano a mano ante Champagne que hubiera sido decisivo. En cambio, el Leganés sí aprovechó la que tuvo gracias a la impericia de un Sergio Rico que volvió a tropezar en la misma piedra. Insisto, por mucho que Siovas lo desequilibrara eso no lo exime del error, pues mide muchísimo más de 190 centímetros y el área pequeña siempre debe ser de quien el reglamento le permite que toque la pelota con las manos. Y menuda ventaja es ésa.

En esa segunda mitad en la que la hoja del periodista nada más que pudo anotar el disparo lejano de Franco Vázquez ya sobre la bocina final, el Sevilla fue incapaz de darle continuidad a todo lo bueno que había mostrado hasta el intermedio. ¿Cansancio acumulado?, ¿el vaivén de las negociaciones con el cierre del mercado? Lo cierto es que Montella sólo estimó oportuno realizar un cambio y eso en pleno mes de esfuerzos acumulados resulta hasta complicado de explicar si no se realiza con los datos que manejan los expertos en la preparación física de la plantilla.

Y no fue capaz el Sevilla de darle continuidad al juego desarrollado hasta el descanso por esa falta de frescura, entre otras razones. Sin embargo, en el primer periodo sí se vio la cara de un Sevilla mandón, de un equipo bien puesto sobre el campo, solidario, tremendamente acertado en las ayudas al compañero y con el pique suficiente en los elementos de ataque para sorprender al adversario. El Sevilla, que había partido con el ya tradicional 1-4-4-2 de Montella, se pudo incluso poner por delante en el marcador en el minuto 4, cuando Champagne, decisivo en el duelo entre los guardametas, le quitó el balón de la misma cabeza a Muriel. Era el primer aviso del equipo que vestía de negro y que se reprodujo con frecuencia durante este primer tramo del litigio.

El Sevilla se sentía, entonces, tremendamente seguro y no paró de buscar las llegadas por los costados o por el centro, hasta el punto de desordenar a un Leganés que suele tener como mejor virtud precisamente eso, la situación de sus futbolistas y que siempre saben cuáles son las tareas que tienen asignadas. La segunda opción le correspondería también a Muriel tras una espectacular subida de Jesús Navas por el costado derecho doblando a Sarabia para meter un balón muy comprometido.

Las imágenes del Leganés-Sevilla de Copa Las imágenes del Leganés-Sevilla de Copa

Las imágenes del Leganés-Sevilla de Copa / Inma Flores

Segundo aviso y dicen que a la tercera va la vencida. Así fue. Una contra muy bien trabajada por los nervionenses fue rematada con un disparo cruzado por Muriel. El colombiano, una vez más, volvía a evidenciar su buen momento de forma y ponía al Sevilla por delante, lo que hacía justicia en el marcador. Los visitantes estaban utilizando mejor sus armas y estaban mucho más cerca siempre del gol que el rival.

Más o menos en esa fase se sitúa una acción que puede ser decisiva en una eliminatoria. Aunque los árbitros pueden repartir los errores, hay algunos que son flagrantes y rozan la prevaricación. Brasanac ya había visto una tarjeta amarilla que pudo considerarse anaranjada por su durísima entrada al Mudo Vázquez cuando minutos después, concretamente en el 36, cortó un contragolpe de Correa con la mano de manera intencionada. Todo el mundo lo vio, fue clarísimo, pero González González decidió en ese instante que prefería seguir dándole emoción a estas semifinales coperas. Su decisión fue y a los sevillistas sólo les quedó el derecho a la queja, que lo ejercieron sobre el campo.

Poco después llegaría la ocasión de sentenciar para el Sevilla. Un doble remate de Lenglet y de Mercado, éste a bocajarro, condujo a sendas intervenciones brillantes de Champagne. El guardameta argentino había evitado el cero a dos y con el paso de los minutos se comprobaría que la actuación de los porteros iba a ser decisiva por diferente. Está claro que Sergio Rico no ejecutó su trabajo con la misma precisión que su colega.

Después llegaría otro intento de Correa antes del intermedio para que a partir de ahí casi todo variase a peor para los sevillistas. Y no porque jugaran un mal fútbol sino porque no aprovecharon sus cartas y sí le concedieron el regalo del gol al Leganés. El Ramón Sánchez-Pizjuán tendrá la última palabra dentro de siete días y los sevillistas deberán ir todos a una con sus futbolistas, porque el Leganés no es ni mucho menos un equipo fácil de dejar en la cuneta por mucho que carezca de nombre. Así que 90 ó 120 minutos de fútbol con el corazón y con la cabeza, faltaría más...

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