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Víctima de la distracción

  • El Sevilla naufraga en Balaídos víctima de sus propios errores

  • Arana y David Soria, correcto hasta su clamoroso fallo, están en el punto de mira

Momento en el que Arana anota un gol en propia puerta, el primero del partido, sin que nada pueda hacer David Soria.

Momento en el que Arana anota un gol en propia puerta, el primero del partido, sin que nada pueda hacer David Soria. / Salvador Sas / efe

Con la mente puesta, quizá demasiado, en el Allianz Arena, el Sevilla perdió mucho más de lo que podía ganar en Balaídos. Entre citas de enjundia, de las que se califican de históricas, partidos como el de ayer no sólo distraen. También merman la confianza y acrecientan las dudas.

La remozada defensa de Montella, más por necesidad que por convencimiento, no transmitió suficiente seguridad. Y aunque David Soria se marcó dos paradones con los que hacer olvidar las dificultades que le ponían sus compañeros, su clamoroso fallo en el 3-0 reabrió un debate, el de la portería, que no tiene visos de cerrarse.

Pero el verdadero jarro de agua fría -metafórico, si bien tampoco se libró de un fuerte aguacero en la recta final del choque- fue ese 4-0 que se suma a la lista de derrotas por goleadas. Y si nunca es buen momento para sucumbir con tal distancia, aún menos antes de poner rumbo a Múnich con el sueño de remontar a un Bayern que a la misma hora se estaba proclamando campeón de la Bundesliga por sexta vez consecutiva.

El Sevilla, el de Berizzo y el de Montella, acumula seis abultados tropiezos en Liga. Los dos primeros, contra Valencia (4-0) y Real Madrid (5-0), figuran en el curriculum del técnico argentino -cabe recordar también el 5-1 frente Spartak Moscú en la Liga de Campeones-. Los cuatro siguientes se produjeron bajo las órdenes del italiano: Betis (3-5), Eibar (5-1), Atlético (2-5) y Celta (4-0). Un importante hándicap, consumado entre ambos integrantes del banquillo y que deja una víctima común: la clasificación en Liga.

A lo anterior se suma que el equipo encadena cuatro jornadas sin conocer la victoria, lo que unido al acierto de sus rivales se traduce en que, hoy por hoy, los de Nervión no jugarían competición europea la próxima temporada si el Girona gana a Real Sociedad y los adelanta. El comodín de la Copa del Rey sería otro cantar.

Supuestos aparte, lo cierto es que el Sevilla naufragó ante un Celta que mereció mucho menos de lo que reflejó su marcador. La diferencia, que no es poca, la puso Iago Aspas, que se tomó su particular venganza al endosar un hat-trick a su ex equipo.

El equipo de Montella, sin un killer como el gallego, se encomendó a las llegadas de Ben Yedder y a las cabalgadas de un Sandro que se encontró con la titularidad rumbo al banquillo. La inoportuna lesión de Correa dio alas, nunca mejor dicho, al canario, un misil en campo contrario. Lástima el mano a mano que falló ante Sergio en los primeros compases...

Porque Aspas marcó los goles vigueses, pero fue Sergio el que sostuvo a su equipo cuando el Sevilla apretaba en la primera mitad, y al filo del descanso sacó con el pie otro potente disparo de Sandro.

Si Sergio fue la pesadilla de Sandro, Arana fue la de David Soria. El brasileño, sustituto de Escudero, formó una inusual defensa junto a Kjaer, Layún -relevo de Jesús Navas- y Carriço, que volvió a vestirse la elástica sevillistas tras seis meses y medio de ausencia. La apuesta combinada, tan arriesgada como exigida por el cansancio de los relevados, poco ayudó a un Soria que aspiraba a consolidarse bajo palos tras su comentada titularidad el martes frente al Bayern.

Pero Arana marcó un gol en propia puerta en el minuto 38 y entorpeció a su compañero en el 4-0, el tercero de Aspas y la sentencia.

Así las cosas, al Sevilla pareció estorbarle la Liga y faltarle la tensión competitiva de las eliminatorias. Ésa que deberá recuperar en apenas tres días.

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