Athletic de Bilbao-Sevilla FC · La crónica

Sin sangre en los ojos (1-0)

  • El Sevilla sufre su segunda derrota liguera en su visita al Athletic por no haber jugado de verdad

  • Ni siquiera el gran juego de Franco Vázquez fue aprovechado por sus delanteros

Segunda derrota liguera para un Sevilla incapaz de rebelarse contra las circunstancias en San Mamés. El cuadro de Berizzo mostró una imagen de amaneramiento preocupante, pues careció del amor propio necesario para afrontar un duelo del máximo nivel balompédico de la Liga española, como es éste que lo enfrenta todas las temporadas al Athletic Club de Bilbao. Ni siquiera en la fase en la que el Mudo Vázquez, el mejor de todos los que se vistieron de blanco a años luz del resto, trató de meter a los suyos en la pelea llegó esa inyección de sangre en los ojos que es fundamental para triunfar en el deporte profesional.  

El Sevilla fue un equipo tremendamente blandito, como si no le doliera nada a muchas de sus piezas lo que estaba aconteciendo en el césped de San Mamés. Y lo que pasaba era bien sencillo, que un Athletic evidentemente inferior en la calidad de su fútbol acaba imponiéndose a base de manera ese otro fútbol que muchas veces le han criticado a escuadras entrenadas por Bilardo y otros técnicos de ese estilo. Aduriz y Raúl García, por ejemplo, le protestaban absolutamente todo a Iglesias Villanueva mientras que en el bando contrario parecía que no importaba nada que un rival se tirara al césped para perder tiempo.

El colmo del patetismo en ese sentido fue el tiempo añadido por el trencilla gallego. Cuando San Mamés vio el cartelito con cinco minutos seguro que se echó a temblar ante la inseguridad que mostraban los suyos. No se jugó absolutamente nada de los siete minutos de alargue que se dieron finalmente. Los anfitriones metieron el balón en la banda en la que Jesús Navas ya ejercía como lateral derecho y aquello fue un compendio de no saber desarrollar una situación determinada, incluida una falta de saque del palaciego por adelantarse una infinidad de metros al lugar donde salió el balón. Fue el compendio perfecto al final del horror de partido que habían desarrollado tanto él, en su calidad de capitán incluso, como la mayoría de sus compañeros. 

Porque el Sevilla, al contrario de lo que le sucediera en la anterior derrota en el Wanda Metropolitano, tiene motivos para sentirse muy dolido por los tres puntos que dejó escapar en San Mamés. Sobre todo porque enfrente tuvo a un Athletic que era un manojo de nervios y que evidenciaba una debilidad extremo en su juego. Que nadie cuente una milonga sobre lo complicado que es puntuar en este estadio. Por supuesto que lo es, nadie puede dudarlo, pero hasta el Zorya ucraniano había ganado en el maravilloso recinto vasco.

Claro que para lograrlo hay que jugar al fútbol de verdad, sí de verdad y no a la mentira, en cada metro del césped, incluidas por supuesto las dos áreas. Eso fue algo que sólo durante un cuarto de hora, el último del primero periodo, hizo el Sevilla, salvo en lo referente al área defendida por Kepa, donde estuvo tremendamente inocente en los remates, sobre todo en uno de Ben Yedder que debió darle la vuelta a todo después de un extraordinario pase de un Franco Vázquez que aún debe andar preguntándose que por qué no hubo ni uno solo de sus compañeros de arriba que lo acompañara en la visión del fútbol.

Berizzo arrancó con una nueva combinación de piezas en busca de ese equilibrio que, en la teoría, debe llevar a los suyos a llegar muy fresquitos. Cabe ahí un pequeño inciso, pues queda la duda de los puntos que entonces tendrá acumulado este Sevilla para pelear por sus objetivos, pues lo mismo están demasiado físicamente pero ya será tarde para meterse en la pelea de verdad. Lo cierto es que en la hoja de excel del argentino y de su cuerpo técnico se estimaría que Escudero debía sumarse al descanso de los internacionales y que a Sarabia, el mejor extremo derecho de la plantilla y el jugador más polivalente, le tocaba quedarse fuera de la relación de 18 futbolistas inscritos en el acta arbitral. Son las decisiones que toman los entrenadores que se justifican, de sobras, cuando el resultado final registra un triunfo para los suyos, pero son hartamente cuestionables cuando no es así. Cosas del resultadismo, lo admito, pero para cuando gana y para cuando pierde. 

El Sevilla salió con una imagen correcta, bien situado en el campo, pero dejando que fuera el Athletic el que pareciera dominar la situación, aunque sólo lo hiciera a través de las protestas de Aduriz y Raúl García al árbitro. En esa fase Carole le dio un buen susto a Sergio Rico y minutos después llegó la lesión de N’Zonzi en su tobillo.

Berizzo, entonces, apeló a Krohn-Dehli y el danés comenzó a asociarse con Franco Vázquez para que el Sevilla diera un paso adelante y fuera evidente que el Athletic era un manojo de nervios. Ya habían avisado Franco Vázquez, en un mal pase de Jesús Navas que ni siquiera llegó a tocar el argentino, Kjaer y Corchia, en una falta directa con todo a favor, cuando Ben Yedder se quedó absolutamente solo delante de Kepa en un gran pase del propio Vázquez. Era un gol prácticamente seguro con más maldad en el remate, pero el delantero sevillista optó por un disparo sin ninguna fe. Después también habría un paradón de Kepa en una subida de Carole.

Franco Vázquez no llega a un centro y la pelota acaba en manos de Arrazabalaga. Franco Vázquez no llega a un centro y la pelota acaba en manos de Arrazabalaga.

Franco Vázquez no llega a un centro y la pelota acaba en manos de Arrazabalaga. / EFE

El Sevilla había coqueteado con el gol, pese a que sus extremos, Jesús Navas y Correa, no acababan de darle veracidad a su juego, pero todo se quedaba en eso, en los golpes de tanteo, sin entrar de verdad a por el K.O. definitivo. Y lo que sucedió fue justo lo contrario. Un saque de banda mal defendido colectivamente se convertía en el 1-0 para el Athletic.

Es cierto que había sido un golpe duro, pero la incapacidad mostrada por la tropa de Berizzo en el segundo periodo para reponerse sólo puede conducir a esas dudas que destrozan a los equipos de fútbol. El Sevilla se acercó alguna vez a Kepa, pero fue incapaz de meterle fútbol de verdad, fue un quiero y no puedo, a veces sin quiero incluso. Ni con Jesús Navas en el lateral, ni con Muriel con Ben Yedder juntos, ambas cosas por primera vez este curso; al Sevilla lo que le faltaba era sangre en los ojos y ésa no apareció jamás en San Mamés.

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