Sevilla fc

Un sueño sin fin

  • El sevillismo renueva su ilusión con otro reto en la Champions.

  • Sampaoli se pierde la ida de octavos por sanción.

Sergio Rico celebra el pase a octavos de Champions.

Sergio Rico celebra el pase a octavos de Champions. / Marcel Deschamps

"Hemos conseguido el primer objetivo que nos pusimos al comienzo de la temporada y debemos estar contentos. Es la consolidación de un modelo de gestión, de un proyecto que sigue caminando y avanzando entre los mejores". Las palabras de Monchi al acabar el partido del miércoles en Lyon podrían resumir perfectamente el sentir hoy de todo el sevillismo. Y lo dice el que puede ser considerado sin ningún tipo de duda como padre del proyecto, del modelo o de la estructura, como prefieran, de este Sevilla de la contemporaneidad que sólo hace superarse a sí mismo cada año por muy alto que ponga el listón.

Acceder a los octavos de final de la Liga de Campeones supone para este club dar un salto más después de rizar el rizo y entrar en la historia del fútbol europeo al ser el primero en ganar tres títulos consecutivos de la segunda competición continental a nivel de clubes y cinco en la última década. Un sueño que no tiene fin y que se renueva ahora con la ilusión de hacer historia también en ese exclusivo club de los más poderosos, donde los sevillistas rara vez podían imaginar que estaría el escudo que defienden.

La reflexión de Monchi, por tanto, no es una frase cualquiera. Es un proyecto que sigue avanzando entre los mejores... los 16 más grandes del mundo y ante los que el equipo de Sampaoli no se arruga. El Sevilla, que entra por cuarta vez en su historia en la eliminatoria de octavos de la competición más importante, espera rival con toda la ilusión del mundo y esperanzado en poder dar otra campanada.

Los blancos se enorgullecen, además, de que los rivales temen medirse a un equipo que ha demostrado saber competir al máximo nivel y que sabe reinventarse cada año pese a los profundos cambios que transforman la fisonomía de la plantilla. Este año, además, a la marcha de jugadores clave se unió un cambio de dirección con el relevo en el banquillo, donde el estilo de Unai Emery dio paso sin necesidad de periodo alguno de transición a un modelo distinto con el sello de Sampaoli.

Y a esa frescura de ideas apela todo el optimismo y la buena sintonía que rodea a este grupo. Aun con defectos que pulir, este Sevilla ha sabido, particularmente en la Champions, nadar a favor de cada corriente en la que le tocó bañarse. Se parapetó en Turín y en Lyon y se hizo fuerte en el Ramón Sánchez-Pizjuán, donde dejó aflorar el estilo que busca su entrenador para ser más pragmático y eficiente en citas como la del miércoles en tierras francesas.

Y eso mismo es otra de las cosas que desencadena buenas vibraciones en la afición. Es cierto que la Sexta, como los más originales han querido llamar a la opción ya imposible de alzar un nuevo título de Liga Europa, ya es historia y -de momento- tendrá que esperar al menos un año, pero la ilusión que despierta la Champions es mucha, más aún cuando entre los posibles rivales en octavos no hay un pez gordo de verdad y sí mayoría de equipos con los que Sevilla podría, no fácilmente pero sí de forma disputada, competir de tú a tú en un atractivo duelo. Leicester, Mónaco, Nápoles, Arsenal o Borussia Dortmund, ordenados quizá en una lista particular y a priori de preferencias, esperan a un Sevilla en la continuación de un sueño que empezó con el gol de Puerta ante el Schalke 04 en 2006 y que parece no tener fin.

De alguna forma ni importa que Sampaoli no pueda estar en el banquillo. Aunque la UEFA cominicó mucho antes la sanción, el Sevilla esperó a saber que estará en el bombo de octavos para hacer público que su entrenador tendrá que cumplir un partido más de sanción (se perderá la ida) por comunicarse con el banquillo y dar instrucciones a sus jugadores estando expulsado en el encuentro ante la Juventus.

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