Sociedad

El valor del agua en una emergencia

  • Los desastres naturales dejan en un país muchas necesidades y carencias. Sin embargo, el agua es el bien más importante para los damnificados

Las situaciones de emergencias, ya sean creadas por inundaciones, huracanes, terremotos u otros fenómenos naturales, siempre exigen atención urgente si se ha de mitigar el sufrimiento de la población en el menor tiempo posible. Son muchas las necesidades y carencias: alimentos, refugios, ropas, medicinas, etcétera. Sin embargo, ninguna es tan importante como la necesidad del agua segura y de condiciones básicas de saneamiento.

Después de los desastres, el agua se convierte en el bien más importante para la población damnificada, y la escasez o contaminación de este recurso puede tener consecuencias muy graves sobre la salud pública. El agua es uno de los principales medios de transmisión de enfermedades, por ello, el agua potable debe ser el principal medio que se debe proporcionar a los afectados por catástrofes.

Los desastres meteorológicos acentúan las desigualdades al exponer a las regiones más desfavorecidas a acontecimientos extremos y otras penurias. Entre sus consecuencias, aumenta la malnutrición, las enfermedades infecciosas y respiratorias, las muertes, así como las enfermedades y heridas causadas por las inundaciones. Los menores de países en vías de desarrollo, en la mayoría de los casos, son las personas más perjudicadas y los que más padecen las consecuencias ante un evento adverso medioambiental.

El número de desastres naturales relacionados con el clima se ha multiplicado por cuatro en las últimas dos décadas, pasando de una media de 120 catástrofes anuales a principios de 1980 a unos 500 en la actualidad, según un informe de Oxfam Internacional. El número de personas afectadas por todo tipo de desastres ha aumentado de una media de 174 millones entre 1985 y 1994 a más de 254 millones de personas cada año entre 1995 y 2004. En concreto, las inundaciones se han multiplicado por seis desde 1980. Su número y el de tormentas tropicales, ciclones y huracanes ha subido de 60 en 1980 a 240 en el último año.

La situación no ha cambiado sino que sigue una pauta de fenómenos climáticos más frecuentes, erráticos, impredecibles y extremos. Como el fenómeno La Niña que comenzó a darse en el tercer trimestre del año 2007 en Suramérica y actualmente sus efectos continúan observándose en la zona central y oriental del Pacífico ecuatorial. Un fenómeno cíclico. Se prevé que el mismo prosiga, al menos, durante el primer trimestre del año 2008, según datos de la Organización Meteorológica Mundial.

La situación se ha agravado en Ecuador debido a las inundaciones ocurridas en el país el pasado mes. La cifra de evacuados se elevó a más de 300.000 personas y la de afectados a 3.500.000.

La organización Intermón Oxfam trabaja actualmente con sus programas de acción humanitaria, que se centra en los sectores de agua y saneamiento, en Ecuador, Perú y Bolivia. Las inundaciones este año han afectado principalmente a estos tres países, sin embargo, en las últimas semanas ha habido nuevas emergencias debido a las lluvias que han caido en Argentina y Paraguay.

En la primera fase de emergencia, Intermón Oxfam asiste a las poblaciones desplazadas en los refugios, proporcionándoles kits de higiene y agua potable, para evitar el deterioro de las condiciones de salud. En una segunda fase y en las posteriores , la labor es colaborar a que la población pueda retornar a sus hogares y retomar sus formas de vida que les permita sustentarse. En muchas ocasiones, la labor de recuperación es ardua, pues los campos de cultivo y los ganados (sustento de gran parte de las familias de las zonas rurales afectadas) han quedado destruidos. En este periodo de recuperación ponen en marcha los programas de prevención de riesgos, en los que tratan de encontrar fórmulas para hacer frente a posibles repeticiones del desastre. Tareas nada fáciles y en las que la primera prioridad es salvar vidas.

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