TV-Comunicación

La existencia improbable

  • 'Zapeando' cumple 1.000 programas cuando en sus inicios parecía condenado

  • 'Caiga quien caiga' o 'La que se avecina' se salvaron con suerte

-¿Cómo se trabaja sabiendo que ésto se acaba?

-Pues no sé, dímelo tú.

Paco León fue un poco cruel a la pregunta de Frank Blanco que quería saber cómo vivía el reparto de Aída la despedida en Telecinco. De eso hace cuatro años y el actor sevillano tenía cierta razón cuando parecía bromear sobre Zapeando, un programa que tenía las horas contadas. La audiencia se decepcionó porque esperaba hallar entonces un relevo del idealizado Se lo que hicisteis. De hecho ambos compartían creador, Juan Andrés García Bropi, y la productora Globomedia se resignaba a fracasar otra vez en la sobremesa de La Sexta.

Pero no, de la tertulia informal se fue pasando a los guiones con un punto de improvisación. Se fue tomando el tono ácido pero no cáustico y con la incorporación de Quique Peinado o Ana Morgade y la marcha de contertulios más convencionales el repaso televisivo con humor, y con bastante autobombo de Atresmedia, fue tomando su ritmo propio y reclutando a espectadores huérfanos a esa hora en la que se estiran los meteorólogos y los anuncios. Logrando un público fiel suficiente que ronda los 800.000 espectadores, con chicas guapas y el siempre talismán de Miki Nadal, Zapeando alcanza este viernes su programa 1.000 cuando en los primeros días "se hubieran conformado con llegar a más entregas que a pilotos (11) grabados", como confesaba el propio Frank hace unos días.

Fue una paciencia apuntalada por la necesidad de dosificar los experimentos a las cuatro de la tarde permitió que la tertulia de Zapeando no se viniera abajo. La ausencia de relevos próximos, la fe de los programadores o la simple suerte han llevado también a otros programas a tener una longevidad improbable en la parrilla.

Cuando en febrero de 1997 se estrenaba Saber y ganar muchos no confiaban en que ese frío concurso de La 2 paralelo al Telediario de las tres de la tarde iba a cuajar cuando tenía precedentes más cascabeleros (es un decir) como Cifras y Letras. Apurando el horario ideal, cuando los informativos van acabando, y con la empatía hacia su reiterativa mecánica y sus serios participantes, Saber y ganar al cabo de veinte años, a diario, no tiene visos de finalizar.

Algo parecido le pasó a La que se avecina. Mediaset lanzó un gran órdago cuando en 2006 compró la productora de José Luis Moreno para arrebatarle Aquí no hay quien viva a Antena 3. La nueva serie de los vecinos, en 2007, fue recibida con desdén y sólo el compromiso existente llevó a mantener durante al menos un par de temporadas a La que se avecina en Telecinco. Los primeros capítulos apenas rondaban la media de la cadena por entonces, unos 2 millones, sobre el 17%, e incluso la segunda temporada acabó emitiéndose a medianoche: una manera de anunciar por adelantado la muerte de un formato. Pero en este caso las redifusiones por FDF (mientras en Neox se reponía convulsivamente Aquí no hay quien viva) vinieron a salvar a La que se avecina. Los efectos martillo y karaoke terminaron de convertir a los Cuquis y los Rancios en un fenómeno social, un refugio en FDF cuando el espectador se ha cansado de consultar el resto de la parrilla.

Un espacio recordado como el satírico Caiga quien caiga no iba a pasar de un mes en los viernes por la noche de Telecinco. La cadena, por aprovechar la idea traída de Argentina por Emilio Aragón, le dio una última oportunidad, casi a voleo, en la sobremesa de los domingos y ahí se salvaron los hombres de negro. Aquel programa de Wyoming se mantuvo durante seis años, de 1996 a 2002. La historia de CQC terminó de revolucionarse cuando don Juan Carlos aceptó las gafas negras. Sólo las presiones del entorno de Aznar, y unas cuotas algo menguadas, cerraron aquella primera etapa.

Otro político, del CDS, Francisco Javier Moldes, fue quien pidió en el Congreso que se creara en TVE un programa para ayudar en la búsqueda de desaparecidos. Quién sabe dónde, con aire de obligación, comenzó en La 2 en febrero de 1992 con Ernesto Sáenz de Buruaga. Pasó de largo hasta que saltó a la Primera. Paco Lobatón levantó un formato que llegaron a seguir 9 millones de españoles, con pináculo en Alcasser y tumba en los bebés robados, asunto que incomodó al PP de 1998.

En 1993 Lo que necesitas es amor, la caravana con Isabel Gemio, también tenía los martes contados en Antena 3. Pero pasó al domingo y llegó a reunir a más de 7 millones de espectadores, con Jesús Puente de relevo. Masterchef, Amar en tiempos revueltos, Los hombres de Paco también parecían que iban a tener una existencia breve. Un golpe de fortuna en el audímetro los metió en la historia mundana.

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