Toros

Una oreja para David de Miranda y cornada para Alejandro Morilla

  • El portuense fue cogido dos veces por su segundo pero se mantuvo en el ruedo buscando el triunfo

La única oreja de la tarde fue para el onubense David de Miranda en el festejo de feria con el cartel más criticado de la historia de la Plaza Real que se recuerda.

Raro es que hubiera alguien en los tendidos con cartel tan machacado. Y digo que se recuerda porque no hay festejo de feria desde 2013, y fue una novillada.

Emotivo arranque del festejo en memoria del matador portuense Celso Ortega

Este año subió de rango el festejo a una corrida mixta, pero fue como si le mentaran a la madre a más de uno. Les ahorro los comentarios. Los precios también fueron objeto de indignación, aunque la empresa vendía a peñas y colectivos entradas a 10 euros para menores de 30 años. Ni por esas. Milagro fue que hubiera alguien en la plaza, tristona y desangelada por el nublado y tanto escaño vacío.

Y resultó un festejo con sensaciones, todos empujando y dando aliento a Morilla, cuyo esfuerzo no recompensó el palco denegando una petición mayoritaria; todos viendo con satisfacción el buen corte muletero de David de Miranda, y todos empujando la espada del novillero toledano Téllez, confiado en que en esta plaza el primer peldaño de su carrera profesional se convirtiera en el pódium de un triunfo.

No ha sido pedestal para Morilla, quien, tras cuatro años ausente de esta plaza, confiaba en este cartucho para dar un toque de atención al sector taurino para que le hagan caso. Pero El Puerto no le va a regalar nada. Ni la fortuna ayer. Su primero fue toro incierto, reservón, con tanta guasa como peligro. Morilla porfió y dio la cara más que con ganas en una labor reconocida por todos.

Su segundo fue ese toro que divide las opiniones. A muchos les gustó, pero fue otro animal en las buenas arrancadas iniciales humillado que cuando había que tomarlo en corto. Morilla que abrió faena por la espalda con escalofrío, apretó desesperadamente para buscar el triunfo poniéndose con mucha verdad por la zurda. Luego el toro no perdonó cuando se le quedó en la cara. Mermado y cojeando el torero, se la jugó de nuevo resultando cogido en un cambio en corto rayano en el suicidio. Herido y cojeando, entró a matar y pinchó. Eso se llama buscar una oreja a sangre y fuego, pero en el palco no habían un aficionado sensible sino un bombero que apagó la candela. Cosas de bombero. La sangre que quedó en la enfermería tampoco fue precio bastante para una triste oreja. Las rebajas son para el verano.

Muy bien Miranda en el toro de la oreja, noble y bueno, aunque se apagó pronto. El torero, con cabeza, lo supo medir y, sobre todo, poner lo que le faltaba, cortando una oreja de ley. En el segundo de su lote, con la cara por las nubes y sin transmisión, se puso también cuajando pasajes de calidad y evidenciando que maneja con talento la pañosa. A la hora de matar, sin descolgar el toro, era de esperar el fallo con el acero.

Ángel Téllez, nuevo en esta plaza y en el primer día de su carrera profesional, tuvo un primer novillo que se escapaba a su aire, huidizo y que requería armas toreras para poder sacarle algo en claro, cosa que consiguió con el animal entablerado. Nada que reprochar ni mucho menos. El sexto tuvo más probabilidades al natural y se esforzó Téllez por ese palo para exponer, eso sí de modo intermitente, los buenos argumentos que posee para ser alguien en el toreo, y que algún día en El Puerto se enorgullezcan de ser esta la plaza del cartel de su debut con caballos.

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