la maestranza | novillada del corpus, decimonoveno festejo del abono

Mano a mano a medio gas

  • Pablo Aguado, que contó con el mejor lote, dio una merecida vuelta al ruedo y perdió el premio por el desacierto con la espada

  • Serna escucha una ovación

  • Novillada de El Parralejo, de desigual hechura y comportamiento

Con más ambiente que en anteriores novilladas picadas de este abono en horario nocturno, el balance del festejo de anoche se quedó a medio gas, con una única vuelta al ruedo, a cargo de Pablo Aguado, quien contó con el mejor lote en su mano a mano con Rafael Serna, que llegó a escuchar una ovación.

La novillada de El Parralejo, de desiguales hechuras -la mayoría de novillos en el tipo de la casa: bajos, cornidelanteros y bien armados-, dio un juego dispar.

Pablo Aguado, con actitud y ambición, estuvo a punto de conseguir premio en el cuarto bis, un sobrero del hierro titular, que sustituyó al cuarto, que se partió la mano derecha tras el tercio de varas.

Este cuarto bis, que echó las manos por delante de salida, algo tardo, embistió con transmisión. Aguado, quien se lució con el capote en varios pasajes del festejo, logró lo mejor de la noche con la capa en un quite por chicuelinas muy ceñidas, que abrochó con una media verónica honda. Comenzó la faena con estatuarios escalofriantes. En las afueras, con la derecha, tras una tanda con fibra y otra en la que pasó apuros, cuajó una serie notable, bajando la mano. Se arrancó la música. El novillo le levantó los pies del suelo en un muletazo, sin más consecuencias. El torero volvió sobre la derecha y remató con bernadinas. El público estaba entregado. Se mascaba el premio. Pero Aguado mató tras un pinchazo de estocada delantera. Hubo fuerte petición de oreja, que el presidente no concedió y dio una merecida vuelta al ruedo.

Con el primero, justo de fuerzas, pero muy noble y repetidor, al que recibió con una larga cambiada de rodillas y lanceó bien a la verónica, logró un par de tandas con la diestra cimentadas en el temple. También dibujó buenos naturales. La faena fue a menos, como el novillo. Se tiró a matar a ley y se golpeó con la empuñadura de la espada en la cara. Tras pinchazo, estocada y dos descabellos, pasó a la enfermería y se corrió turno.

Aguado contó con otro ejemplar con calidad en el sexto, si bien se rajó y hasta entableró. Lo recibió con un manojo de verónicas y una media de rodillas. Algunos espectadores pidieron a gritos que dejaran hacer un quite al sobresaliente, Fernando del Toro, a quien no le dieron oportunidad sus compañeros. Comenzó la faena con la derecha, de rodillas, jugándose el tipo. Luego hubo una serie con mucho temple. Se arrancó la Banda de Tejera. Y con la derecha, en las afueras, llevó embebido al novillo, con una fuerte ovación del respetable. Todo iba sobre ruedas... pero el novillo manseó y acabó junto a tablas. De nuevo, no hubo acierto con la espada y fue premiado con una ovación.

Rafael Serna contó con el peor lote. Con el segundo -¡menudo segundo puyazo metiendo los riñones!- se mostró porfión ante un ejemplar que cabeceaba y se defendía. No estuvo acertado con la espada.

Con el tercero -saltó el previsto en cuarto lugar, al correr turno por encontarse en la enfermería Aguado-, Serna estuvo pundonoroso, con un animal manejable, de escaso recorrido y que se frenaba. Acertó al primer envite en la suerte suprema.

Con el melocotón quinto, Vejado, un novillo con trapío de toro que cumplió bien en varas, y que metía bien la cara, aunque se quedaba corto, Serna logró lo mejor en una serie diestra y en algunos naturales de buen trazo y mató de estocada desprendida y descabello para ser ovacionado.

Con dos toreros a las puertas de sus respectivas alternativas, en la Feria de San Miguel, Aguado, que contó con el mejor lote, descolló por actitud y entrega y estuvo a punto de conseguir un trofeo en un espectáculo que se quedó a medio gas.

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