Si El Cordobés marcó con fuerza la feria de San Isidro 1970, la del 71 tuvo protagonismo en tres toreros mexicanos que se consagraron ante la afición venteña: Antonio Lomelín, Eloy Cavazos y Curro Rivera. Los dos primeros gozaron del privilegio de la Puerta Grande. También Cavazos, de la experiencia de la enfermería, en su segunda tarde.

Hubo por primera vez un cartel de rejoneadores. Ángel y Rafael Peralta, Álvaro Domecq y el portugués Lupi, lo concretaron ese año ante los toros de Atanasio. Triunfaron los caballeros de la Puebla del Río.

Entre otras cosas, El Viti inmortalizó a Burgalés, de Atanasio Fernández Iglesias, que se arrastró sin las orejas.

La corrida de Pablo Romero, lidiada el 29 de mayo de ese año, pasó a la historia de la mano de Paco Camino. Al cuarto, Serranito de nombre, le cortó las dos orejas en una faena magistral. Al toro lo premiaron con una póstuma vuelta al ruedo, idéntico homenaje que recibió el que abrió plaza.

La feria terminó con una corrida concurso de ganaderías con Antonio Bienvenida y Andrés Vázquez, mano a mano. Se lidiaron en tal ocasión reses de Palha, Juan Mari Pérez Tabernero, Diego Passanha, Alonso Moreno, Fermín Bohórquez y Murteira. Al final, por cogida grave del zamorano, Bienvenida se quedó solo ante cinco toros, a los que cortó cuatro orejas, cerrando en apoteosis la feria de este año.

Los cinco privilegiados en torno a los cuales giró toda la feria, y sobre quienes gravitó un máximo de responsabilidad por el éxito o fracaso de la serie, fueron, por orden de antigüedad, los diestros Antonio Bienvenida, Paco Camino, Andrés Vázquez, Palomo Linares y el mexicano Curro Rivera.

Frente a las presencias, las ausencias de diestros notables que no estuvieron en este San Isidro 1972 y que aparte de los ya retirados, Ordóñez, Viti y Cordobés, se dejaron notar los nombres de Diego Puerta, Miguel Márquez, Paquirri, José Luis Parada y Dámaso González. También la de Luis Miguel Dominguín, quien sumó dos años consecutivos sin estar en la feria madrileña.

Ni Miuras ni Tulios ni Urquijos ni Domecqs. Es el titular de una de las revistas que, a priori, analizaron las composiciones de esos dieciocho festejos que tuvo la feria de este año. Es sabido que en la pasada feria abrileña decepcionaron los toros de la mítica divisa de la A con asas, y que tampoco funcionaron los de Isaías y Tulio Vázquez, Antonio Urquijo y Marqués de Domecq. Parece pues que pagaron ese precio y no estuvieron este año en los carteles madrileños. Volvieron en cambio a este ruedo después de algunos años de ausencia, los hierros de Victorino Martín y Conde de La Corte y apostaron en su ininterrumpida trayectoria en la feria de San Isidro los toros de Pablo Romero, muy apreciados entre la afición madrileña.

Habla la crítica de la época, de que sí se anuncian hierros que en la pasada feria no dieron el tono sobre el ruedo venteño. Una de ellas, la de Atanasio Martín. Más adelante se apreció cómo un toro de esa divisa, discutida en la feria, sería junto a su matador, una de las cosas más destacadas en el historial de la feria.

Es verdad, que sobre la feria concurrieron detalles sobre el albero. También, que metidos ya en esos últimos días de toros, el festejo que más llamó la atención fue ese que el día 23 de mayo cerró la feria con los toros de Victorino Martín, que ya había llamado la atención de la afición de Las Ventas, y dos toreros de los que no se dejaban ganar la partida: Antonio Bienvenida y Andrés Vázquez.

Pero la feria de 1972 quedará en el recuerdo por el rabo conseguido por Palomo Linares y las faenas de Paco Camino. Fue la feria en la que el torero de Linares cortó un rabo. Ocurrió el día 22. El toro, de nombre Cigarrón, perteneció a la divisa de Atanasio Fernández Iglesias, y fue premiado con la vuelta al ruedo.

Un rabo, que hasta ese momento, hacía treinta años que no lograba un torero en Las Ventas y que hasta el momento, ha sido el último en concederse en esta plaza madrileña durante la feria de San Isidro.