Toros

Vuelta para Simón, cornada a Fortes y tres avisos a Galván

Una solitaria vuelta al ruedo de López Simón, la devolución de un toro a David Galván y una grave cornada a última hora a Jiménez Fortes, resumen la corrida de Las Ventas. Una tarde que estuvo en los dos extremos. Momentos de aburrimiento por culpa de los toros, de contrariedad por los tres avisos que escuchó Galván y por la cornada a última hora a Fortes, pero también de gozo por las agallas, la serenidad y las buenas formas de López Simón. A sus manos fue a parar el mejor lote de la tarde: un sobrero de La Ventana del Puerto con clase y repetición y un sexto toro también con notables posibilidades. Con el sobrero anduvo tesonero López Simón, aunque, en esta ocasión, no acabó de entenderse del todo con él. Tras dos pendulazos en la apertura y una primera serie a derechas de cierta enjundia, el trasteo empezó a decaer. Faltó intensidad y, sobre todo, mayor dominio, por lo que la faena, de muletazos sueltos, no acabó de romper. No obstante, mostró agallas y voluntad el madrileño, que tras un bonito epílogo con adornos por abajo agarró una buena estocada. Se pidió la oreja, pero al final dio sólo la vuelta al anillo. La faena al sexto tuvo mayor consistencia, garbo y torería. Faena de altura de López Simón, que toreó francamente bien a su antagonista con muletazos de mucho gusto y desdén. Todo conjuntado y compactado, con ritmo y a más. Aquí si puso a todos de acuerdo López Simón, que perdió a última hora el triunfo por culpa de la espada.

Fortes poco pudo hacer con un manso primero, toro que nunca descolgó y al que le faltó fuelle para completar el recorrido, quedándose corto y punteando el engaño. Hubo quietud y aplomo en su quehacer, pero faltó limpieza y continuidad por la perseverancia en plantear la faena demasiado en corto, y así y todo el malagueño logró algún pase estimable sobre la diestra, destacando además en unas bernadinas finales de mucho riesgo. Y aunque tampoco pudo resolver el triunfo Fortes con el cuarto, en éste se le vio más reunido con el toro, con aguante, quietud de planta y tirando con poderío de las espaciadas embestidas de un animal que apenas transmitía. Faena solvente pero con escaso eco en el tendido. La pena fue que cuando estaba ya todo escrito fue cogido en su turno de quites al sexto, una grave cornada inoportuna y que nadie esperaba.

El primero de Galván a punto estuvo de arrollarle en el saludo de capote. Galván prologó faena doblándose con torería por abajo; disposición para buscar agua en un pozo vacío. Se atascó al final con los aceros y escuchó tres avisos. Y cuando parecía que iba a abundar la consternación de Galván por dejarse un toro vivo en Madrid, dado que en su segundo turno el animal fue claudicante en los primeros tercios, sin embargo, logró afianzar al astado, remontando con muletazos que tuvieron aroma y calidad. Fue faena de tesón, de fe en sí mismo, hasta el punto de remontar lo que parecía ya perdido.

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