ganadería de murube

Un encaste a la reconquista

  • José Murube, tras lidiar con éxito en funciones de rejoneo, se prepara para el asalto a las corridas de a pie · El último heredero de una estirpe única ha ajustado sus reses al tipo y embestida de su encaste

A un paso de Sevilla, en tierras de Utrera, pastan los legendarios murubes, en una finca de 850 hectáreas -500 de dehesa para el toro y 350 de cultivo (trigo, girasol y avena)-. Cortijo típico de la campiña sevillana, que linda con Cádiz, en cuyo paisaje se alternan el acebuche y el lentisco y se puede ver correr conejos y sobrevolar perdices.

El ganadero José Murube Ricart, junto al mayoral, Francisco Toro, y al vaquero, Manuel Toro, controlan 520 cabezas de una ganadería con cinco sementales y una rastra de 90 animales.

La historia de la ganadería de Murube es una de las más conocidas por legendaria y adquiere tintes emocionales importantes, ya que tras más de medio siglo volvió a manos de la familia pionera que puso en marcha lo que hoy en día es uno de los encastes más prestigiosos.

En el interior del cortijo hablamos con José Murube y su hermano Fernando. En uno de los recoletos rincones de lo que es un santuario, los ganaderos nos muestran las cabezas disecadas de dos toros históricos, Jazminito, con el que triunfó Rafael de Paula en 1975 en la Corrida de la Prensa de Sevilla, y Currito, quien tomó hasta 14 varas en un festejo celebrado en 1877 en Málaga. Alrededor, en las paredes, innumerables fotos. Y, sobre varias mesas, nos detenemos en publicaciones y documentos de distintas épocas. Los enormes muros de la añeja vivienda convierten el salón en un frigorífico.

El ganadero afirma: "Hay que remontarse a 1863 cuando mi tatarabuela, Dolores Monge, compra reses procedentes de Vistahermosa. Cuando muere, continúan sus hijos -Joaquín, Faustino y Felipe-. Joaquín siguió con la ganadería hasta que fallece en 1905 y es su viuda, Tomasa Escribano, la que se hace cargo. En el año 17 se vende a la familia Urquijo y en 1984 mi padre recupera el hierro y la divisa, por medio de Antonio Ordóñez, quien en 1980 se la había comprado a Urquijo. Ya en el 70 mi padre era ganadero. Había comprado el hierro de Pilar Herráiz, que era la esposa de Carlos Urquijo. A partir de ahí mi padre comienza a trabajar la ganadería con reses de esa línea, cuyo encaste era Murube".

Después de muchos recuerdos sentimentales, el ganadero señala: "Lo que más valoro de mis toros es el tranco, el galope con calidad y lo más incómodo es que no humillaban suficientemente. Además, se había sacado un poquito de tamaño y andaban por los 580 y 600 kilos. Ahora mis toros pesan entre 520 y 530 kilos. He luchado por conseguir que persigan la muleta con humillación y he rebajado el peso excesivo".

El criador piensa que el encaste de sus reses no se encuentra ahora mismo en la cima, ya que "las ganaderías son ciclos. Hubo un tiempo en que apostaban por Núñez y Santa Caloma. Ahora funciona Domecq. Todo ello depende de la mentalidad de los toreros".

Murube, que principalmente ha lidiado en la última etapa corridas para rejones, asevera: "Las corridas me las compran los rejoneadores, en carteles con figuras y en plazas importantes. Además, tengo la satisfacción de lidiar en los pueblos corridas para festejos de a pie". Según el criador de reses bravas, la situación actual es difícil y "por lo menos hay que intentar compensar los gastos. La ganadería de bravo es para disfrutarla. Ni me quiero arruinar, ni me quiero hacer rico; disfrutarla". En cuanto a su siguiente objetivo, introducirse totalmente en los espectáculos de a pie dentro de las grandes ferias, indica que "es importante, pero no es una obsesión. En los últimos años solemos lidiar tres corridas para rejones y dos para a pie".

El ganadero relata que "esta temporada lidiaré seis corridas, media que corresponde a la última década. Comencé en Arles y salió muy buena, le cortaron seis orejas. Tengo otras cinco. De ellas, tengo apartadas dos para rejones: una para Dax, que se lidiará el 15 de agosto, y otra para El Puerto, el 17 de ese mes. El resto, hasta que esté cerrada la contratación, están pendientes. Por ejemplo, este año tenía una prevista para Vitoria y no iré. Llevo seis años yendo a Vitoria. Hace dos años le dieron una vuelta al ruedo a un toro, que es difícil en rejones. Pues ha habido un cambio de empresa y se han ido a por otra".

Damos una vuelta y otra y otra y no nos cansamos de ver murubes en el tipo de la ganadería, cuya morfología describe el ganadero: "Es un toro chatito, bajo, bien hecho, acodaíto de pitones y con la cara rizada -carifosco-. Ese es el prototipo de Murube. Ahí, has visto toros como el 22, el 13 y el 14; ese es el tipo de toro que estoy buscando". Y que en su juego acometa "con calidad y clase y embista con humillación y profundidad".

Con respecto a la situación general de la cabaña brava, afirma que "está complicada, pero como está España en general, en todo tipo de aspectos y de negocios. En conjunto no la veo mal. Ahora al toro se le exige más que nunca en toda su historia. Hay una base importante de bravura". Y en cuanto al aspecto económico, señala: "No compensa ser ganadero. Quien se meta a ganadero para ganar dinero está totalmente equivocado. Sólo hay cinco o seis ganaderos que ganan dinero. Para los demás es una ruina. Además, se ha añadido este año el problema de la sequía y los piensos están por las nubes. Hay menos espectáculos y si en el campo sobraban ya toros, este año sobrarán muchos más. En Francia han rebajado los honorarios un 20%. Con la crisis habrá una gran reestructuración de las ganaderías y el que desaparecerá es el ganadero tradicional, el de toda la vida; y no el que llega de otros sectores para ganar dinero o en busca de un estatus".

Con respecto a la Fiesta, explica: "No está yendo la gente. La crisis es la crisis. Ahora no hay ningún torero que tenga un gran tirón y los precios de las localidades son caros. Eso sí, se anuncia José Tomás, como ha sucedido en Badajoz, y la plaza y todos los hoteles se llenan".

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