manuel escribano. matador de toros

"Cuando me entró el pitón en la ingle supe que mi vida pendía de un hilo"

  • El torero, herido muy grave el pasado sábado con arrancamiento completo de la femoral, se encuentra internado en la UCI del Hospital Perpetuo Socorro de Alicante

Manuel Escribano, que el pasado sábado sufrió una cornada que le arrancó la femoral y la safena interior y otra que le evisceró el testículo izquierdo, nos atendía tras la revisión del doctor José María Reyes Gomis, cirujano-jefe de la enfermería de la plaza de toros de Alicante, quien emitía ayer por la tarde un comunicado afirmando que "las heridas se encuentran en buen estado y se han retirado los drenajes. El paciente continúa ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Vithas Perpetuo Internacional. Pendientes de realizar prueba de imagen. Se encuentra estable dentro de la gravedad".

Manuel Escribano, dentro de una conversación en la que le agradecemos enormemente su esfuerzo en esta entrevista, en la que pese a los fuertes dolores mantuvo un amplio diálogo con esta redacción, afirma: "Estoy machacado, dolorido. La cornada fue tremenda. Con tanta sangre, tanta hemorragia, menos mal que la cuadrilla estuvo fenomenal y me taponaron de inmediato la herida".

-Usted es sumamente positivo y optimista ¿Cómo se encuentra psíquicamente en estos momentos?

-Ahora estoy destrozado. Todo depende del momento del día. La cosa va a ratos. He tenido algún momento bueno, por ejemplo cuando he hablado con la familia o con la cuadrilla, pero todo cambia de pronto. Los dolores son muy fuertes y hay momentos en los que lo paso muy mal.

-¿Qué previsiones le han dado los médicos?

-A mí me gustaría que mañana -por hoy- me enviaran a planta. Pero los médicos lo único que me han dicho es que tengo que tomarme todo con calma.

-¿Por qué le realizaron una segunda operación de urgencia el domingo?

-Para el riego de la pierna. Un músculo impedía el riego correcto y digamos que había que abrir una vía de escape.

-¿Cómo vivió la cornada?

-Desde el primer momento supe que era muy gorda y muy peligrosa. Cuando me entró el pitón en la ingle supe que mi vida pendía de un hilo porque sabía que me la había pegado en la femoral y en la safena. Cuando caí a la arena y vi como saltaba ese chorro de sangre sabía que no me había equivocado. Además, me di cuenta que me había abierto por entero el escroto. Menos mal que la cuadrilla llegó de inmediato. No me podía levantar y me abandoné.

-¿Temía que se desangrara camino de la enfermería?

-Sí. Iba supermal, supergrave. Con un dolor espantoso en toda la zona.

-¿Cuál ha sido el peor momento desde entonces?

-Sin duda fue el momento del pitonazo y ver correr la sangre a borbotones. Se me hinchó hasta el bajo vientre.

-Se tiró a matar o morir, con una rectitud increíble.

-Tenía las dos orejas cortadas y quería salir a hombros. Fue una faena de mucho temple, toreando muy despacio, con algunos pases al ralentí, a dos por hora. Tenía dominado al toro, que había humillado y embestido con nobleza y no esperaba que me echara la cara arriba a última hora.

-¿Qué reflexiones ha hecho sobre lo que supone esta nueva cornada?

-De momento, ninguna. Ahora, lo único que me preocupa es recuperarme. Estoy muy decaído por el dolor.

-¿Cuántos percances graves?

-Nueve o diez. Desde luego, las dos cornadas más graves han sido la del abdomen -en Sotillo de la Adrada en septiembre de 2013- y esta de Alicante.

-En esta ocasión llega cuando atravesaba el momento más dulce de su carrera.

-La temporada iba muy bien. Desde el triunfo en Sevilla, con el indulto al victorino, era muy buena. Aunque en Madrid no me dejaban ni colocarme y no tuve suerte en San Isidro, he disfrutado mucho a lo largo de la temporada en el resto de plazas.

-¿Cuándo le gustaría reaparecer?

-No hay plazo. Ahora lo veo incluso lejísimo. No puedo mover la pierna; únicamente los dedos. No tengo todavía sensibilidad. De momento, perderé compromisos tan importantes como Pamplona o Mont de Marsan. Lo veo todo muy lejos. Lo primero es salir lo antes posible de aquí.

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