11ª de abono en la Real Maestranza de Sevilla

Máxima expectación... y decepción

  • El Juli da la única vuelta al ruedo, tras petición de oreja, en una corrida de Jandilla que no funciona

  • Andrés Roca Rey, ovacionado

  • Antonio Ferrera, silenciado

Julián López 'El Juli', en un natural de mano baja, dominando al segundo toro, en uno de los escasos momentos de oro en el festejo en La Maestranza.

Julián López 'El Juli', en un natural de mano baja, dominando al segundo toro, en uno de los escasos momentos de oro en el festejo en La Maestranza. / Juan Carlos Muñoz

Saltó el primer toro y todavía no había entrado todo el público a una Maestranza que se quedó pequeña en una tarde calurosa y en la que una vez más, los espectadores que acuden puntualmente, no podían ver el paseíllo, con peersonas todavía por las escalerillas y los pasillos cuando Julián López El Juli, al que tributaron una ovación de órdago por la grandiosa tarde que brindó el pasado lunes en un festejo en el que cortó cuatro orejas -dos de ellas simbólicas al toro Orgullito, de Garcigrande, que fue indultado.

Pero esa máxima expectación se fue diluyendo y emergiendo una decepción que crecía a medida que saltaban unos toros de Jandilla que marcando un guión carente de fuertes emociones.

A la postre, lo mejor corrió a cargo de El Juli, único diestro que dio una vuelta al ruedo en el segundo toro, un ejemplar negro, largo, sin entrega en el capote y que salió suelto en el tercio de varas. El Juli, que se había marcado una media de escándalo para fijarlo frente al caballo, se lució en un quite por chicuelinas hondas y una bella media en respuesta a un quite variado de Roca, en el que intercaló, entre otros lances, chicuelinas y gaoneras.

El Juli, de inmediato y en los medios pese al viento que se lenvantó, comenzó a buscarle las vueltas por el pitón derecho al toro, limando defectos. En una de las tandas bajó la mano, surgieron los muletazos profundos y saltó la música. Continuó por ese pitón con muletazos de buen corte hasta que, al natural, con naturalidad, mandó en las embestidas con muletazos hondos, bajando la mano hasta barrer la arena. La plaza hervía. Y el toro... el toro, al sentirse dominado se apagó. Estocada caída. Hubo petición mayoritaria de oreja y el presidente no atendió a la solicitud del público, a quien corresponde el primer trofeo, suponemos por la pésima colocación del acero. El Juli dio una vuelta al ruedo clamorosa, escuchando el presidente protestas por no concederla.

El Juli da la vuelta al ruedo tras su segundo toro. El Juli da la vuelta al ruedo tras su segundo toro.

El Juli da la vuelta al ruedo tras su segundo toro. / Juan Carlos Muñoz

El quinto, de salida, echaba la cara arriba. Fue de lejos al caballo y se lució José Antonio Barroso. Y ya en la muleta tardeaba y acometía de manera áspera. El Juli, que comenzó el trasteo por bajo, lo intentó y ante la condición del astado, que fue pitado en el arrastre, no se puso pesado.

Antonio Ferrera se enfrentó a un lote sin fuerza alguna. El que abrió plaza, bien hecho, sin poder alguno, se llegó a echar a mitad de un trasteo sin interés y eso que en el primer tercio le recetaron únicamente dos puyacitos.

En el cuarto, el tercio de varas fue un simulacro y pese a ello el toro rodó en varias ocasiones por la arena. Ferrera, que jugó bien los brazos a la verónica, se esforzó en una labor larga y carente de emoción.

Roca Rey, en otro simulacro de tercio de varas en el tercero, un ejemplar desclasado, desplegó variedad capotera tras recibirlo con una arriesgada larga cambiada de rodillas frente a toriles y otra más en el tercio. Abrió la faena con un comienzo explosivo, en los adentros y de rodillas con la diestra en la que intercaló una arrucina de infarto. El toro, o bien perdía las manos o bien protestaba, y el público agradeció el esfuerzo con una ovación.

El sexto, un llamativo castaño chorreao, apuntó su mansedumbre desde su salida. Roca logró ligar unas gaoneras con una larga que deslumbró. En los medios, sacó una tanda diestra notable, abrochada con el de pecho. Pero a la siguiente el toro se marchó a toriles. A partir de ahí, toro y torero recorrieron prácticamente toda la plaza, destacando una tanda diestra del torero con uno de pecho, que cerró con unas bernadinas, engarzadas con un cambio de mano y una trincherilla.

En definitiva, espectáculo de máxima expectación... y también de máxima decepción.

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