la maestranza | decimoséptimo festejo del abono

Una terna inexperta se marcha de vacío

  • Lagartijo, que vivió un percance que quedó en una fuerte contusión, Santana Claros y Rodrigo Molina, voluntariosos ante un encierro de Villamarta, con dificultades en su conjunto

El espectáculo celebrado ayer en la Maestranza no pasará a la historia. Con escaso ambiente, se lidió una novillada de Villamarta, de desiguales hechuras y en conjunto con dificultades. Además, la materia prima cayó en manos de una terna de debutantes -Santana Claros, Lagartijo y Rodrigo Molina- todavía no muy experimentada. La función, con la devolución del castaño tercero tras derrumbarse en el tercio de varas, se prolongó casi un cuarto de hora más con una parada de cabestros inoperante, tan inoperante que el puntillero de la plaza, Lebrija, se llevó una de las ovaciones más grandes de la tarde al apuntillar certeramente y al primer envite al astado. El festejo alcanzó casi las tres horas de duración.

A Lagartijo, que el año pasado toreó cinco novillladas, se le vio con cierto oficio y capacidad. El cordobés, ante el segundo, manso, suelto de salida y al que le propinaron un puyazo al relance, comenzó su faena con buen criterio, con unos doblones por bajo para fijar las embestidas del novillo. En los medios, intentó alargar las acometidas del funo, que se entableró pronto. En uno de los muletazos recibió un tremendo hachazo en la axila izquierda. Fue un instante estremecedor. El torero se palpaba por si sangraba. Afortunadamente, pudo volver a la cara del novillo y mató de una estocada bien ejecutada, aunque en colocación quedó algo caída. Recibió una fuerte y merecida ovación y pasó a la enfermería.

El quinto, incierto, se quedaba debajo de los engaños y, con valor, Lagartijo aguantó el tirón y varios tornillazos, logrando los mejores muletazos al natural. Tras pinchazo y estocada fue silenciado.

Abrió terna el malagueño Santana Claros, con una novillada en su haber en la temporada pasada. Con el manejable que abrió plaza comenzó su faena de manera pinturera, con unos preciosos ayudados. En las afueras no llegó a someter al novillo, que punteaba. Silencio.

Con el reservón cuarto dio una versión mejor. Dibujó los mejores lances a la verónica de la tarde. Con este animal, Lagartijo, que había salido de la enfermería, meció bien el capote en su quite por gaoneras. Santana Claros, en las afueras, realizó una meritoria faena en la que alargó muy bien las embestidas del astado, con limpios pases de pecho y que cerró con unas manoletinas. Ovación merecida.

Rodrigo Molina, sobrino-nieto de Federico Molina y ligado a la ganadería que se lidiaba, Villamarta, anduvo voluntarioso ante su lote. Con el tercero bis, del hierro titular, ganó terreno a la verónica. En banderillas brilló Manuel Fernández, quien saludó tras una gran ovación. Molina realizó una faena en la que lo más destacado fueron unos ayudados con la izquierda. Falló con los aceros y fue ovacionado.

Al sexto lo recibió Molina con un par de faroles junto a tablas. Pese a que lo picaron bien, llegó rebrincado y mugidor a la muleta del torero sevillano, que porfió en un trasteo en el que logró algunos buenos naturales y que no rubricó con la espada adecuadamente.

La terna ofreció lo que pudo en una novillada que les puso a prueba. Cada uno solventó su papeleta como pudo en un espectáculo muy extenso en duración y de escaso contenido.

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