Vivir en Sevilla

Artesanos hechos a medida

  • Carmen del Marco y Rodríguez Ávila muestran a este diario sus talleres en los días previos a sus desfiles en Moda de Sevilla

"Hay quien se limita a taparse y quien se viste". La vieja guardia de sastres siempre ha apostado por el buen vestir. Fernando Rodríguez Ávila, un artesano textil a la antigua usanza, ha mantenido durante sus 50 años de profesión esta máxima en su mente. Sevillano con antepasados asturianos, Rodríguez Ávila es el quinto de una saga de sastres que comenzó en Avilés en 1874. Su abuelo Heladio, Enrique, Esteban y Fernando forman el árbol genealógico de la historia de su sastrería.

En el hall de entrada de su taller, cuatro maniquíes dan la bienvenida ataviados con sus chaquetas: una sport de corte clásico, otra más juvenil de color canela, un tercer traje de tarde y una chaqueta cruzada azul marino propia para alguna ceremonia. Son los cuatro modelos que Fernando presenta esta tarde en el Casino de la Exposición con motivo de la VI Edición Moda de Sevilla. Junto a él estará el también sastre O'Kean y, entre otros, la modista Carmen del Marco, presidenta del Gremio de Maestros Sastres y Modistos de Sevilla.

Natural de Écija, a los 15 años, Carmen ya era conocedora de los secretos de la aguja. Durante su infancia nada hacía presagiar en un futuro como profesional del corte y confección. "En el colegio era una negada para las manualidades; aprendí a hacer patrones y a cortar por puro azar", comenta Carmen del Marco mientras una joven se prueba sus diseños. "No me faltan horas, sino días para terminar la colección", confesaba la modista el sábado a cuatro días del desfile.

Los grises, azules y verdes protagonizan esta tarde la colección de Carmen del Marco. "Reconozco que abuso un poco de las lentejuelas y las perlas". Como novedad, la modista introduce en su pasarela el pantalón, "como homenaje a mis compañeros los sastres". Es un pantalón futurista, de color azul eléctrico que su nueva pupila Patricia Romano (Bayres) combina con un llamativo tocado. "Patricia es una gran profesional con muy buenas e innovadoras ideas, me gusta colaborar con ella".

El trabajo no cesa en su taller de la calle Alfonso XII, van a contrarreloj. Durante la conversación se le escapa la palabra "novia". "Me gustaría presentar un traje pero no tengo nada hecho aún, sólo el diseño, es imposible, no me va a dar tiempo". 24 horas más tarde, una modelo luce la prueba del vestido que cerrará la colección.

El Gremio de Maestros Artesanos y Modistos de Sevilla está formado por 14 miembros, sólo tres de ellos son jóvenes apuestas del sector, donde se encuentra Roberto Rojas, hijo de Carmen. "Muchos sastres se han jubilado y este oficio ya no interesa a la juventud", expone Carmen, una opinión que comparte su compañero Fernando. "El aprendizaje del oficio de sastre artesanal dura cinco años, tres de ellos sentados en una silla aprendiendo a coger la aguja, un periodo que los jóvenes prefieren aprovechar estudiando en la universidad". Rodríguez Ávila tiene a dos aprendices en su taller, sin embargo, Carmen del Marco, la primera mujer que entró en el gremio, insiste en la falta de escuelas profesionales y de calidad.

Estos artesanos textiles crean prendas personalizadas hechas a medida. "Cada cliente tiene su línea", explica Fernando, "nuestro trabajo también consiste en asesorarles para que el traje respete su personalidad y la ensalce". Para este maestro cada traje es un reto, un problema a solucionar. "Conseguimos milagros a efecto óptico". Sus tijeras (que heredó de su padre y su tío) han confeccionado trajes de conocidos personajes como el que lució Cayetano Martínez de Irujo en la boda de su hermana Eugenia, donde actuó de padrino. "Todos los trajes que se exhiben en el Museo de la Maestranza, excepto el de los toreros, los he realizado yo".

En un catálogo de fotos que guarda con recelo, se aprecian curiosas imágenes como las libreas reales de la Hermandad de la Soledad, fracs de notarios y ministros, trajes de gran gala de ingenieros, de la Orden Pontificia de San Silvestre o los trajes Seriarii de la Hermandad del Silencio, la única hermandad que posee la bula pontificia para llevar esta prenda. Pero la confección que más orgullo le produce a este maestro, que se inició en el oficio de la mano del fallecido Antonio Burgos Carmona, padre del periodista Antonio Burgos, fue el vestido de novio de su hijo, un traje gris de espiga de tres piezas iguales, "toda una novedad en aquel año".

Hoy, este gremio tiene la oportunidad de exhibir sus novedades hechas a medida y demostrar que el oficio está vivo.

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