Vivir en Sevilla

La sencillez tiene mérito

  • La ONG 'Exponential Solidarity' desarrolla las competencias informáticas de los niños para crear proyectos destinados a personas con parálisis cerebral

La brecha digital también es una barrera que afecta a personas con discapacidad. Muchos conviven con las tecnologías diariamente, pero se les antoja como un obstáculo difícil de sortear sin ayuda. Eso es justamente lo que les pasaba a Rosana y Enmanuel, dos personas que padecen parálisis cerebral. Rosana, deportista veterana, es una promesa nacional en la boccia y el slalom. Su incapacidad para hablar le impedían expresar lo que suponía para ella estos deportes. La entidad Exponential Solidarity trabajó con un grupo de niños de distintos colegios sevillanos para crear una aplicación que incorpora fotos, lenguaje de texto grabado y algunos minijuegos relacionados con la boccia. Con esta herramienta, han conseguido que Rosana llegue a superar la barrera del acceso a la tecnología.

La ONG Exponential Solidarity imparte clases a niños de entre 6 y 11 años. El objetivo es formarlos en las tecnologías exponenciales para que aprendan a concebirlas de una forma solidaria. "Lo mejor que pueden hacer con la tecnología es ayudar a las personas", señala José Miguel Carmona, fundador de la ONG.

El objetivo de la entidad es promover un concepto solidario de las tecnologías en los niños

Carmona llevaba varios años enseñando robótica y programación hasta que un día se dio cuenta de que podían utilizarse de una forma mucho más comprometida con la realidad. Así nació Exponential Solidarity.

Como Rosana, Enmanuel se sentía ajeno a las tecnologías hasta que desde Exponential Solidarity se pusieron a trabajar para crear un videojuego específico que fomentara la toma de decisiones y el habla. "La utilización de estas herramientas tecnológicas permite trabajar su aparato psicomotor, aumentar su autoestima en las relaciones con los otros, y todo esto revierte en una mejora en la calidad de vida", sostiene Juan Ignacio Silva, responsable del aula de informática de Aspace.

Lorena C. Real, responsable del desarrollo de aplicaciones, explica que una parte importante de la iniciativa pasa por conseguir que los pequeños se diviertan mientras aprenden a programar y se sensibilicen con respecto a los colectivos con los que trabajan. Para lograr esto último, les explican en qué consiste cada proyecto y les enseñan un vídeo. Al final de los talleres, organizan un acto en el que los niños conocen a las personas para las que han diseñado la aplicación. "Eso enriquece mucho la actividad y acerca a los niños al mundo de la diversidad funcional", comenta Real.

Para el próximo año, Exponential Solidarity prepara cuatro proyectos más: dos para Tamara y Kiko, también de Aspace, y otros dos para Jesús y David, dos usuarios de la Asociación de Daño Cerebral Adquirido (DACE). "Hemos visto que la programación de videojuegos adaptados no sólo favorece a las personas con parálisis cerebral sino que hay otros colectivos dentro de la diversidad funcional que también pueden ser partícipes", señala Carmona.

Aún están en fase de entrevista con los cuidadores y psicólogos de cada uno de ellos. De momento, no se sabe en qué van a constir los proyectos, pero Héctor Eduardo -apodado Kiko, por El Chavo del 8- tiene claro que en su videojuego tienen que aparecer algunos de los superhéroes que le gusta dibujar. Y que le gustaría verse en una pantalla con el disfraz de Spiderman o Batman.

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