Vivir en Sevilla

Un sueño de 33.000 kilómetros

  • Ignacio Dean es el único español que ha dado la vuelta al mundo a pie en tres años con fines ecologistas

1. Dean a su paso por el volcán Parinacota, en los Alpes.

1. Dean a su paso por el volcán Parinacota, en los Alpes. / m. g.

Tres años, cuatro continentes y 31 países. Como la mayoría de las grandes aventuras, ésta también empieza con un "¿por qué no?" Libre y salvaje narra cómo, sin encontrar ninguna respuesta a esa pregunta que le impidiese cumplir su sueño, Ignacio -Nacho- Dean lo dejó todo y salió de casa para dar la vuelta al mundo a pie. Con la decisión tomada, el 21 de marzo de 2013 cogió sus bártulos y se puso en marcha. Desde el Kilómetro 0 de Madrid comenzó una caminata con destino al mismo sitio. El entonces socorrista tenía una motivación clara para hacer este viaje: lanzar al mundo un mensaje de concienciación sobre el cuidado medioambiental. Partió solo con unos pequeños ahorros que tenía y un carrito con lo más imprescindible para sobrevivir, pero poco a poco fue recibiendo ayuda de un grupo de apoyo.

Defiende su andadura con que a pie se conocen mucho mejor las culturas, a la gente, los lugares y las comidas. También de la salud de la que goza el planeta en cada punto recorrido y se es testigo del mal -o del bien- que el ser humano le hace a la Tierra. También dice que se aprende a verla más pequeña de lo que solemos pensar. Después de recorrerlo entero y andando, tiene nociones de la dimensión del mundo y "no es tan grande, hay que cuidarlo".

"Físicamente ha sido duro" y se dejó 10 kilos por el camino. Se alimentaba como podía. Probó las comidas típicas de cada país, pero también cactus, saltamontes y ranas. Donde no era posible comprar comida en cualquier lado le tocaba racionar la que llevaba para no acabar desfalleciendo. En el desierto de Atacama, por ejemplo, tuvo que pasar varios días sin comer. Fue uno de los pasajes más duros de su viaje, pero también de los más bellos. "No hay nada más bonito que ver el cielo estrellado desde el desierto". Dice que la soledad nunca le preocupó. Hijo de marinero, pasó su vida viviendo en un lugar y en otro, por eso se considera muy "desprendido". Se lleva bien consigo mismo, aunque a veces, como cuando contrajo la fiebre chikungunya en México, necesita compañía. "No tienes casa, ni cama, ni quien te cuide. No te queda otra que ir al hospital. Hay que tirar mucho de la fuerza mental".

Portada del libro que recoge su aventura. Portada del libro que recoge su aventura.

Portada del libro que recoge su aventura.

Raro sería que la soledad, el hambre y la fiebre hubiesen sido los únicos obstáculos que se encontró en el camino. "Lo peor es vivir situaciones en las que puedes morir". En diciembre de 2013 estaba en Daca cuando se produjo un atentado terrorista. En Armenia casi acaba en prisión acusado de espionaje por unas fotos. En Nepal estuvo cara a cara a un rinoceronte y en El Salvador le persiguieron con machetes para atracarle.

Sin embargo, el viaje le ha dado más memorias positivas que negativas. "Cuando vives tres años con lo que cabe en un carrito valoras mucho más lo que es no tener nada". Por eso le resultó tan maravilloso ver cómo las personas que sin tener nada lo ofrecen todo. "La gente es buena, a veces tenemos una distorsión de la realidad".

Cuando el 20 de marzo de 2016 llegó de nuevo a Madrid era una persona diferente. Le parecía extraño estar sentado después de tanto andar, pero escribió Libre y salvaje, el libro que relata en primera persona todos los detalles de los conocimientos que sacó de los 33.000 kilómetros que recorrió, una historia llena de valores contada por una persona que, literalmente, ha tenido todo el mundo bajo sus pies.

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