Vivir en Sevilla

Paseo por el bulevar de la nostalgia

  • Ispavilia descubre en su nueva ruta las curiosidades y transformaciones de la Alameda de Hércules y su entorno

Hay un lugar en Sevilla en el que reside la nostalgia, y ésta tiene por vecinos a la agitación y el intercambio cultural, la creatividad y la convivencia intergeneracional y plurinacional. Ese espacio, al que el sevillano nombra con orgullo el paseo más antiguo de Europa, es protagonista de hechos relevantes y alguna leyenda, además de haber sido objeto de varias transformaciones arquitectónicas importantes a lo largo de su historia. El céntrico bulevar hispalense es la columna vertebral de la nueva ruta de Ispavilia Leyendas de la Alameda, cuyo itinerario abarca otras localizaciones cercanas.

A los pies de las columnas romanas que marcan el principio de la Alameda de Hércules, se cita al visitante. Jesús Pozuelo, intérprete del patrimonio y gestor de Ispavilia, recibe al grupo e inicia su discurso con el primer antecedente del bulevar, quizás el más desconocido por los ciudadanos: hasta el siglo X, discurrió por la Alameda de Hércules un brazo de río que continuaba por la actual calle Trajano. Antes de partir hacia el siguiente punto del itinerario, Pozuelo detalla cómo se secó aquella corriente y pasó a convertirse en la Laguna de la Feria, donde en 1571 empezarían las obras del paseo que proyectó Francisco Zapata, primer conde de Barajas. Con aquella intervención ingeniera y arquitectónica, este espacio se sumaba a la metamorfosis urbanística que sufrió la ciudad en el siglo XVI.

La primera parada es en la Plaza Europa, donde se situó el antiguo Pasaje de la Europa y "la universidad del flamenco". Casa Morillo y Las Siete Puertas fueron dos bares y cafés cantantes donde el guía sitúa el inicio de la profesionalización del flamenco a finales del siglo XIX y principios del XX: "Los señoritos terminaban sus juergas en la Alameda y pagaban a los flamencos por cantar". No es el único género que se menciona en la ruta: el rock andaluz y la movida de los setenta es otro de los aspectos que se tratan por su estrecha relación con el bulevar sevillano.

Espacio de continuas transformaciones, es en el siglo XVIII cuando se configura para el recreo y la ostentación de la nobleza y se colocan las columnas barrocas que adornan la zona central, donde el grupo se detiene después de descubrir en la Cruz de la Tinaja la historia de Urraca de Osorio en el siglo XIV, la del Motín del Pendón Verde en Omnium Sactorum y la antigüedad del mercado de la calle Feria junto al Palacio de los Marqueses de la Algaba, ejemplo de arquitectura civil mudéjar.

El itinerario continúa por el barrio de San Lorenzo después de conocer a la figura del escultor Antonio Susillo frente a la casa en la que vivió en el número 56 de la Alameda de Hércules y el porqué del nombre popular de su obra El cristo de las mieles. La calle Jesús del Gran Poder, la calle Hombre de Piedra y el Espacio Santa Clara, antiguo convento homónino donde Ispavilia estrenará una actividad próximamente, centran esta parte del recorrido que culmina en la Casa de las Sirenas, actual Centro Cívico del Ayuntamiento de Sevilla. Un palacete erigido en el XIX según el estilo romántico francés, que fue reconstruido tras décadas de decadencia y abandono como burdel en la década de los noventa.

Después de la reforma de los años 30 y la de los 70, la emprendida en 2004 es la culpable de la actual configuración del espacio, en el que se pavimentó el paseo, entre otras acciones. Y en el nuevo suelo, de color ocre para que recuerde al anterior albero, se inscribieron dos fechas: 1574 y 2007. El primer punto de inflexión y el último del bulevar sevillano en el que se añora lo que fue, mientras se disfruta lo que es.

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