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Un gurú de las emociones

  • Ángel Rielo, cómico, actor y 'feliciólogo', acaba de publicar 'El pequeño libro de la felicidad'

Decía un anuncio de una conocida marca de refrescos que "estamos aquí para ser felices". Más allá de la pretensión de vender latas y botellas como churros gracias a esa filosofía de vida tan positiva, la marca de refrescos tenía razón. O al menos eso pensó Ángel Rielo, cómico, actor, showman y feliciólogo, que acaba de lanzar al mercado El pequeño libro de la felicidad (Alienta Editorial, Grupo Planeta). En ese tomo, Rielo aborda este sentimiento y da las pautas a los lectores para eliminar las frustraciones de su vida, buscar alcanzar las metas que se propongan y disfrutar del camino hasta llegar a ellas.

El autor del libro se atrevió con este proyecto (aunque no es el primer libro que escribe) después de que Roger Domingo, editor de Alienta Editorial, acudiera a uno de sus espectáculos cómicos. Bajo el nombre de Feliciólogo, el show despertó el sexto sentido del editor, quien supo desde el principio que las anécdotas y vivencias de Rielo merecían reflejarse en un libro. De esa manera vio la luz El pequeño libro de la felicidad. Escrito con una visible vis cómica -dedicarse al humor imprime carácter-, el libro no es un manual de autoayuda ni mucho menos. "Yo no tengo estudios de psicología ni entiendo cuáles son los procesos científicos por los que hay que pasar, lo que tengo son unas vivencias y una experiencia con la que creo que puedo ayudar a la gente y me apetecía compartirlo con ellos", asegura el autor.

Con la felicidad como protagonista, este libro rompe el mito de la felicidad como un estado permanente. "La felicidad es una emoción, como tantas otras que tenemos y vivimos. Al igual que con el resto de sentimientos, no podemos ser felices a cada rato. Lo que sí tenemos que lograr es estar bien y adaptarnos a lo que nos pase, sin frustrarnos", afirma tajante Rielo. Aunque eso parezca difícil en los tiempos que corren. Pero el cómico le quita hierro al asunto e invita a los lectores a "no buscar la felicidad en los lugares equivocados en los que el capitalismo la coloca y trabajar en pos de la consecución de unas metas", ya que según su definición la felicidad es esa sensación que se experimenta al alcanzar un objetivo. El problema llega mientras se anda el sendero que conduce a esa meta deseada. Los obstáculos y los tropiezos a mitad de camino provocan en el individuo un sentimiento de frustración que puede hacerle olvidar su verdadero objetivo. Rielo lo tiene claro, "el éxito no es otra cosa que ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo y las ganas". En ese sentido, para él "la suerte no existe, es sólo la suma del trabajo y la constancia, por eso llegar a la meta resulta tan gratificante". A esos que patalean cuando la cosa se tuerce les invita a "no anclarse en el umbral de la pereza e instaurarse en la queja constante, ya que eso sólo retroalimenta el sentimiento de frustración y no aporta ninguna solución". Renunciar a la queja no parece sencillo, pero Rielo da la clave: "Tenemos derecho a protestar cuando algo no es de nuestro agrado, claro que sí, pero eso no puede durar eternamente. Informa de que algo no es de tu agrado, siempre con amor y asertividad, y luego busca la forma de seguir adelante, de avanzar".

Cuando se reflexiona sobre la felicidad se suele pensar que es una fórmula secreta y reservada para unos pocos escogidos. Error. Rielo asegura que "todos tenemos en nuestro poder esa fórmula, lo que pasa es que no es la misma en cada individuo". "El problema reside en que hemos colocado la felicidad en cosas materiales que no siempre se pueden conseguir. Nos han ido vendiendo unas necesidades que no son reales, cuando lo único que nos hace falta es comer, tener salud y contar con un techo bajo el que dormir", continúa el feliciólogo.

Una vez reconducidas las metas a la hora de lograr la felicidad, Ángel Rielo propone llevar a la práctica el llamado egoísmo positivo. Éste consiste en "pensar en uno mismo y buscar estar bien dejando a un margen la constante preocupación por satisfacer a los demás". Por otro lado, recuerda que "conseguir la felicidad no debe presionarnos y mucho menos siguiendo unos parámetros que alguien que no somos nosotros mismos nos ha marcado". "La gente más feliz es la que mejor se adapta", apostilla, "aunque eso no significa resignarse".

El pequeño libro de la felicidad es, en definitiva, un texto que no busca convertirse en el decálogo del hombre feliz, más bien es un libro en el que el lector empatiza con el autor y a partir de la experiencia de este último el primero comienza a transitar el sendero de la felicidad con el paso cambiado pero más firme que antes.

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