Jane Fonda, sex simbol desde hace más de medio siglo

Eterna Jane

Eterna Jane

Eterna Jane

Su silueta perfecta marcó a toda una generación y aún hoy, cuando empieza a ver demasiado cerca la frontera de los 80 años, sigue manteniendo las curvas de infarto que la convirtieron en sex symbol hace más de medio siglo.

Jane Fonda es una de las pocas actrices del Hollywood dorado que sigue eclipsando en las alfombras rojas. Esta misma semana lo ha demostrado en la red carpet de los Globos de Oro, donde lució magnífica con un vestido de alta costura de Saint Laurent, un diseño del exigente Hedi Slimane, de esos que no deja lucir a cualquiera. Pero Jane no es cualquiera. Elegante como pocas, la mítica actriz sabe sacar partido de sus curvas y luce como cualquier treintañera los diseños más exclusivos, como demostró el pasado año en los Grammy luciendo un mono de paillettes de Balmain o en la última alfombra roja de Cannes, donde paseó con soltura con un look turquesa de corte asimétrico de Versace.

Pero Jane es más que un cuerpo. La hija de Henry Fonda demostró que había heredado los genes artísticos de su progenitor ganando dos Óscar y cuatro globos de oro, y eso que llegó casi de rebote al mundo de la interpretación. La joven Jane nunca se vio atraída por aquel mundo en que se había criado, seguramente porque su relación con su padre nunca llegó a ser del todo buena. Se formó con grandes del cine como Marlon Brando o Paul Newman en los míticos Actor's Studio, aunque antes de triunfar en el cine ya demostró que podía sacarle mucho partido a su cuerpo en su etapa como modelo, donde llegó a ser portada de grandes revistas como Vogue.

A pesar de que en su dilatada trayectoria como actriz hay más de 50 títulos, seguramente muchos concentren su éxito en cuatro o cinco películas entre las que resaltan la mítica Barbarella, una cinta de ciencia ficción y de gran erotismo en la que Fonda lucía como pocas trajes imposibles de Paco Rabanne y no tenía reparos en protagonizar uno de los primeros topless de la gran pantalla. Antes de Barbarella, Fonda había triunfado con Danzad, danzad malditos y Gata Negra, aunque las dos únicas películas que le dieron el Óscar fueron Klute y El Regreso.

A pesar de que no pasó de puntillas por la historia del cine, sobre todo en la década de los 60 y 70, Jane no tuvo reparos en dejar aparcada su profesión por amor. Su tercer y último marido, el fundador de la CNN Ted Turner, consiguió que la actriz dejara a un lado el mundo de la interpretación durante más de una década (de 1991 hasta 2004), aunque después de romper su relación con el magnate audiovisual tuvo claro que recuperaría su gran pasión y volvió al cine siendo la suegra de Jennifer López en La madre del novio.

El amor que no consiguió en casa (su madre se suicidó siendo cuando ella tenía 11 años y su padre nunca se mostró afectuoso con ella) la llevó a buscar cariño en distintos hombres. Entre sus novios de juventud destacaron Alain Delon o Romi Schneider, aunque los únicos que consiguieron llevarla al altar fueron el cineasta Roger Vadim, el abogado Tom Hayden y, ya en su madurez, el magnate de los medios de comunicación Ted Turner. Con los dos primeros se casó embarazada de sus dos únicos hijos biológicos, Vanessa y Troy, aunque Jane tiene una tercera hija, la afroamericana Mary Luana Williams, la hija de unos Panteras Negras a la que adoptó a finales de los 70 tras coincidir con ella en un campamento activista. Y es que, el activismo ha jugado un papel destacado en su vida, según ella misma reconoce, porque con este proceder quiso llamar la atención de su padre. Sea como fuere, lo cierto es que Jane Fonda ha sido una de las famosas que más ha luchado contra la guerra de Vietnam, tanto que no tuvo reparos en desplazarse hasta Hanoi para criticar sobre un cañón antiaéreo el proceder de su gobierno en esta guerra, lo que despertó las iras de muchos de sus compatriotas, que le dieron el apodo de Hanoi Jane y lanzaron campañas despectivas en su contra. También el feminismo ha jugado un papel preponderante en su vida.

Aunque para muchos, Jane Fonda ha sido, sobre todo, la chica elástica que, enfundada en un maillot, con calentadores en sus piernas y cinta en el pelo, enseñó a hacer aeróbic a medio mundo en la década de los 80. Llegó a publicar más de 20 vídeos de fitness y éste ha sido, sin dudas, uno de sus mayores logros empresariales.

Jane Fonda no ha tenido reparos a la hora de reconocer que en la búsqueda de un cuerpo perfecto llegó primero a la bulimia (una enfermedad que padeció durante más de 20 años) y posteriormente a pasar varias veces por quirófano. Que se sepa, además de quitarse una costilla para realzar su figura, Jane se ha operado los pechos y los párpados. Ahora dice rotunda que la mujer no se libra de estos estigmas hasta pasados los 50 y que la belleza definitiva sólo se encuentra "en el brillo y la energía de una mujer saludable". Si lo dice ella, así será.

Artículo publicado por I. B. en los diarios del Grupo Joly

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