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Análisis

Gumersindo Ruiz

La salud y los nuevos retos sindicales

Ante una nueva celebración del Día de los trabajadores, los sindicatos se encuentran en relativamente buen momento, pues los afiliados han subido un 3% en tres años a 2,6 millones, que con la sindicación autónoma serían 2,85 millones, representando un 13,6% del total de trabajadores en la seguridad social. De los sindicatos nacionales el 82% pertenecen a CCOO y UGT.

Los sindicatos siempre tienen asuntos relevantes que tratar, aparte de los salariales, pues no en vano desde la revolución industrial, en todos los sucesos que irrumpen en la vida de las naciones el movimiento laboral ha tenido un papel estabilizador en el cambio social. Dos cuestiones destacan hoy día, la incorporación de nuevas tecnologías y la productividad; dentro del concepto elusivo de productividad, la del capital puede responder a factores de precios y mercado, y una empresa que, por ejemplo, se dedique a alquilar inmuebles, gana en productividad simplemente porque con los mismos medios factura más con relación al valor de los inmuebles. Donde se trabajan jornadas largas, como en España y especialmente Andalucía, la productividad es baja, pues otros saben ganar más en menos tiempo. La productividad del trabajo se pierde por cuatro motivos, el más importante es el coste de reemplazamiento cuando la empleada deja el trabajo, por mala selección y despido, o por bajas laborales. El segundo, una inadecuada asignación de personas a puestos de trabajo, o fallo de capacidades. Tercero, la falta de estímulo y el que hay empleados que destruyen valor y otros que lo ganan, pero la empresa no valora la diferencia. Y cuarto, el tiempo que se pierde por una mala organización del trabajo. Estos cuatro principios son para grandes empresas, pero podemos verlos igual en el funcionamiento de un negocio sencillo como un pequeño restaurante.

Hay discusión entre patronal y sindicatos sobre absentismo laboral, y aquí importa la enfermedad y la atención médica. En España murieron en 2019 unas 419.000 personas, y en los años siguientes, 2020, 2021 y 2022, han muerto un 18%, 7,5%, 10,4% más, y un 3% en 2023. No había una tendencia hasta 2019, lo que nos indica que el aumento de muertes es por Covid-19, pero también que cuatro años después sigue dándose un exceso de muertes sobre lo que podría considerarse normal. Una segunda idea es que las Comunidades Autónomas no han sido en general capaces de adecuar los sistemas sanitarios, sobre los que tienen competencias, a la previsible cantidad de personas que habían dejado de ser atendidas al dedicarse recursos al Covid-19; tampoco conocemos bien las secuelas del Covid-19, a quién y cómo afectan. Los avances de la medicina e informática no se corresponden con el panorama de listas de espera, que en lo laboral resulta en una pérdida importantísima de productividad, más allá de que los empresarios lo interpreten sin más como absentismo, o los sindicatos digan que hay gente enferma que acude al trabajo. En suma, podemos concluir que al igual que los sindicatos tuvieron un papel fundamental en la gestión de la crisis del Covid-19, han de recuperar ahora la salud y atención médica como elemento importantísimo en las relaciones laborales, y sobre todo en las condiciones de vida de las personas.

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