Sueños esféricos

Juan Antonio Solís

jasolis@diariodesevilla.es

Non Gratos Fútbol Club

El reto que tendrán Orta y Júnior este verano es para salir huyendo; pero no lo van a hacer

DESDE que veo partidos de fútbol, más o menos mediados de los setenta, he visto plantillas del Sevilla malas, mediocres (muchas), buenas, muy buenas (en este siglo XXI, sobre todo) y alguna excepcional (temporadas 2006-07 y 2007-08).

Y de una cosa estoy seguro: desde aquella negrísima temporada 96-97, cuando muchísimos sevillistas probaron por primera vez la hiel de un descenso tras los desmanes de Camacho en chándal y Caldas en corbata, no se contaban tantos jugadores non gratos para los aficionados del club como hoy.

Los aficionados de un escudo, quienes en muchos casos hacen un esfuerzo mayúsculo, cuentan las horas para renovar el rito cada dos semanas y ensalzar esa comunión con los jugadores. Pero en el caso del Sevilla, en esta temporada que ya se consume, son legión los casos de jugadores a los que el común de los hinchas quiere ver este verano a mil años luz de Nervión. Empatía cercana a cero.

Rafa Mir se llegó a encarar con aficionados un día que calentaba en la banda. Januzaj no lo hace porque prefiere refugiarse en su cara de niño a punto de llorar. Joan Jordán fue abroncado en el Pizjuán cuando salió a jugar ante el Granada, ¡en un partido de buen rollo, al fin, donde se estaba visando la permanencia!

Nianzou despierta un murmullo viscoso e insano cuando sale a calentar en Nervión por su falta de nivel, de nuevo plasmado en Villarreal. Su propensión a las lesiones es ya anécdota. No es el caso de Marcao, cuya fragilidad también ha reducido a cero su crédito ante la grada. Lo de Mariano es un mordisco en el tobillo de Orta (en la yugular se lo dio Diego Alonso). Otros despiertan en el campo la misma ilusión que se siente al recibir un burofax de la Agencia Tributaria. ¿Y los cedidos-florero? Si le pusieran a cada sevillista una papeleta para que marcara con una equis los jugadores con los que seguiría en la 24-25, Júnior y Orta huirían despavoridos.. Pero no va a pasar. El reto que les queda este verano es apasionante. Como para irse.

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