La Loma del Acebuchal es un paraje de alto potencial natural sobre el que tienen la mirada puestas los colectivos ecologistas. Situado en el término municipal alcalareño, próximo al río Guadaira en su cruce con el Canal de Los Presos, fue un histórico vertedero de residuos tóxicos, sellado hace más de veinte años. Hace una década se llevaron a cabo en él algunas labores de restauración y reforestación, pero en los últimos tiempos la zona muestra un en estado de deterioro preocupante.
En concreto, la Fundación Savia, presidida por el histórico ecologista y líder jornalero Francisco Casero, ha dado ya la voz de alarma tras detectar cómo han ido apareciendo desprendimientos en los laterales, así como cárcavas y deterioro de las protecciones y fumarolas de metano situadas en su parte alta. "Estos gases tóxicos pueden resultar extremadamente peligrosos para personas y animales que paseen por la zona que no cuenta con la debida señalización ni restricciones de acceso", comentan desde la fundación.
En el espacio verde aledaño restaurado existe una laguna de especial relevancia que es refugio de multitud de aves y anfibios y que, según Savia, presenta ahora un lamentable estado debido al sobrepastoreo, el vandalismo y la total falta de atención.
Ante esta situación, la citada fundación ha dirigido escritos a la Junta y al Ayuntamiento solicitando que se tomen medidas preventivas en primera instancia para evitar accidentes y, a continuación, se realice el adecuado seguimiento del sellado de este vertedero tóxico en plena área metropolitana de Sevilla. Por último solicita la puesta en valor del enclave solicitando su protección en el Plan General de Ordenación Urbana y su posterior estudio para ser reconocido por la Junta de Andalucía.
Un bosque isla con especies protegidas
La Fundación Savia recuerda que hace unos años una importante inversión de 800.000 euros hizo posible que uno de los suelos más contaminados de Andalucía pasase a ser bosque isla con un alto valor ecológico. En la restauración se recuperó una laguna, un arroyo y se plantaron más de 50.000 árboles. Los trabajos realizados permitieron la reproducción de dos especies de aves en peligro de extinción y la localización de cinco especies (dos hongos, dos insectos y un molusco) cuyas únicas poblaciones conocidas se encuentran en dicha finca.
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