Sociedad
  • Los vecinos del barrio Guadalquivir fundaron hace seis años esta asociación que gestiona 102 parcelas para que aficionados o familias necesitadas trabajen sus tierras de manera ecológica 

Hortecor, los huertos urbanos de Córdoba que apuestan por el bien social

Miembro de Hortecor trabaja su parcela. Miembro de Hortecor trabaja su parcela.

Miembro de Hortecor trabaja su parcela. / Miguel Ángel Salas

En el barrio Guadalquivir, entre el Cordel de Écija y el río, se encuentran los huertos de Hortecor, una asociación sociocultural ecológica de Córdoba que cuenta con 102 parcelas de tierra cultivable disponible para trabajar.

En este espacio, Hortecor lleva a cabo una labor social y sociocultural en la que pone estos huertos gratuitos a disposición de todo aquel que esté interesado en plantar su cosecha. Normalmente, estos terrenos van destinados a gente mayor que necesita tener actividades en su tiempo libre o a personas en situación de desempleo con el objetivo de que lleven alimentos a sus hogares.

Sin embargo, la asociación cordobesa no solo cumple con esa labor social, sino que también es un espacio multicultural donde hay parcelas que las trabajan, por ejemplo, familias asiáticas y marroquíes, e igualmente, las conforman personas de todos los lugares de la ciudad.

Muchos de los productos que cosechan los miembros de la asociación los donan a gente que las necesita. De ahí la función social que ejerce “humildemente” Hortecor. Por ejemplo, Ana María Roldán, integrante de la asociación desde que esta fue fundada, siempre regala hortalizas a su vecina, "que tiene bastante necesidad por su precaria situación laboral".

De hecho, Hortecor también cuenta con varios huertos destinados a colegios, que son utilizados como medio de enseñanza del mundo rural a los más pequeños, y a organizaciones que hacen su propia labor social.

Pero Hortecor no es ningún estilo de comuna, ya que funciona con una junta directiva propia compuesta por un presidente, un vicepresidente, un secretario, un tesorero y seis vocales. Entre todos, se encargan de que se cumpla la normativa de la comunidad, que tiene como obligación que todos los productos con los que se trabaja sean ecológicos, sin usar fertilizantes químicos, y que está prohibido vender cualquier producto de la cosecha. Esta directiva también es y fue la encargada de construir los establecimientos con los que Hortecor cuenta, cuya garita, vallas, distribución e incluso cuarto de baño común está construido con palets, eso sí, el baño tiene su adecuado desagüe homologado.

Y es que, el orden en los terrenos impera ante todo, pues los huertos están cada uno enumerado y dividido entre las tres secciones existentes. Todos los huertos están hechos con una dimensión de 60 metros cuadrados y otros, que los llevan varias familias o asociaciones, cuentan con 120 metros cuadrados.

Además, cada individuo dispone de su maquinaria particular y trabaja su huerto con total libertad, y a la hora de regar sus cultivos, hay un pozo que alimenta a todos los huertos, que es el corazón de Hortecor. De hecho, también tiene su normativa particular, pues un huerto no puede exceder los 180 goteros de riego, mientras que los huertos unifamiliares cuentan con 120 goteros como máximo.

Integrante de Hortecor trabaja su huerta. Integrante de Hortecor trabaja su huerta.

Integrante de Hortecor trabaja su huerta. / Miguel Ángel Salas

La historia de Hortecor es un símbolo de pasión por llenar de ocio y naturaleza a los más necesitados. Los terrenos donde esta asociación sin ánimo de lucro lleva a cabo su función pertenecen a la Junta de Andalucía y fueron cedidos de manera gratuita a los vecinos del Sector Sur "tras más de diez años de lucha con las administraciones".

No obstante, la asociación no recibe ningún tipo de ayuda ni subvención por ninguna parte, ni siquiera para utensilios, semillas o para recuperar pérdidas en caso de robo o estropicio. “Hace un tiempo sufrimos un robo importante, donde nos dejaron sin pozo, sin muchas herramientas y con huertos saqueados, pero no podemos permitirnos vigilancia porque aquí no llega ningún dinero”, denuncia Manuen Hens, actual presidente de Hortecor.

Y eso que Hortecor está inscrito en todos los trámites legales, pero, como afirma Antonio Cortés, vicepresidente, no son escuchados por las instituciones. “Por ejemplo, además de no recibir ayudas, no nos ponen contenedores o no nos facilitan cosas tan sencillas como un botiquín”, señala el secretario Fransico Relaño.

El único dinero que recibe la dirección de Hortecor es la de cinco euros mensuales que cada individuo aporta de manera solidaria con el fin de cubrir los gastos de gasolina y de las desbrozadoras de mantenimiento de las tuberías de riego. “Estamos luchando para que la asociación se coloque en algún lugar visible para las administraciones y así poder solicitar ayudas mínimas”, señala Antonio Córdoba, ex-presidente y miembro número uno de la asociación.

Precisamente, desde Antonio Córdoba hasta los últimos integrantes que han llegado a formar parte de la asociación, todos tienen una historia personal que les acompaña en el día a día de sus cultivos. Por ejemplo, Francisco José de Dios es uno de los actuales integrantes más activos de Hortecor. Francisco, a causa de una enfermedad está prejubilado y eso le permite dedicar todo su tiempo libre al huerto y así aportar "alimentos ecológicos en casa". 

El huerto donde este miembro trabaja lo llevan cuatro familias. Allí plantan acelgas durante todo el año, habas, coliflor, brócoli, romanesco, col, calabacín, tomate, pimiento, cebolla, lechuga y una infinita cantidad de hortalizas y verduras destinadas al consumo propio o para que las regalen.

Antonio Tendero, es vecino del Polígono Guadalquivir y lleva cuatro años siendo miembro de la asociación debido a su “amor por el campo desde pequeño”. Su parcela la tiene organizada por bancales que ha construido él mismo y donde planta lechugas, ajos, habas, coles, romanesco, espinacas, acelgas y un sinfín de hortalizas comunes en la época o durante todo el año.

En septiembre de 2020 se realizó el último sorteo hecho hasta ahora, donde quedaron libres 15 huertos que se sortearon ante una gran demanda de personas. “Me tocó hacerme con un huerto tras este sistema democrático y ya llevo dos meses en los que puedo disfrutar de comer alimentos totalmente naturales, además me siento muy gratificado cuando de una semilla haces que crezca un vegetal”, explica Ángel Ortiz, uno de lo integrantes más nuevos.

Un caso especial es el de Raúl Salas, que también se hizo miembro en el último sorteo realizado. En su situación, suele disfrutar del huerto junto a su familia. De hecho, para Raúl es especial, ya que en el huerto es cuando puede pasar rato con su padre y enseñar a sus hijas cómo se trabaja la naturaleza. “Estaba parado y ahora que tengo trabajo vengo los fines de semana, pero estuve esperando el sorteo más de ocho meses”, menciona el miembro.

Entre tomates, calabacines, acelgas y una infinita variedad de hortalizas y verduras se fragua una comunidad especial como Hortecor, que trabaja por la integración de las personas, el entretenimiento de los ancianos y la labor social desde la máxima humildad de un grupo de vecinos del Polígono Guadalquivir.

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