Andalucía

Andaluces divididos ante el desafío soberanista

  • Más de 630.000 andaluces viven hoy en Cataluña, muchos procedentes de la emigración de los 60 y 70. La opinión ante la consulta varía si se ha prosperado o no.

Mari Carmen Quero tenía 10 años cuando llegó desde Córdoba a Hospitalet de Llobregat, en 1970. Vino con casi toda su familia, trabajadores del campo, en busca de una vida mejor. Como Fernando Martínez, de Linares, que llegó un año después, con siete. Ella está a favor de la independencia de Cataluña y Fernando defiende la permanencia a España. Al igual que los catalanes, los andaluces residentes en la región también están divididos.

630.000 andaluces residen hoy en Cataluña. Cuando la familia de Quero emigró eran 200.000 más, se le conocía incluso como la novena provincia. Entonces el catalán ya no estaba prohibido, pero no se estudiaba en las escuelas. Quero, que fue a un colegio de monjas, tuvo que aprenderlo mucho tiempo después, ya casada con un catalán y embarazada de Oliver, que acompaña la conversación. Se siente, dice, "catalana y española".

Oliver Domínguez tiene 27 años, la edad de su madre cuando aprendió catalán, pero no tiene ni rastro del acento andaluz que se aprecia sutilmente en Mari Carmen. No se siente "ni demasiado catalán, ni demasiado español". Forma parte de esa generación que ha nacido siendo Europa y no entiende de fronteras. Pero coincide con su madre en que quieren una Cataluña independiente.

Los motivos principales son dos: para Quero "que el dinero de Cataluña se quede en Cataluña" y para Domínguez "librarse del gobierno del PP". Insisten en que no tienen ningún problema con el resto de España, pero creen que así tendrían más control sobre la gestión de la vida pública. "El modelo actual no funciona y la vía federalista está más que muerta" sopesa Domínguez. Confiesan que preferirían una Cataluña como Estado dentro de España, pero creen que ya es demasiado tarde.

El generacional es sólo uno de los factores que influyen a la hora de apoyar o rechazar el independentismo catalán. Según Martí Marín, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, que coordinó el dossier La novena provincia, la emigración de andaluces a Cataluña en la revista Andalucía en la Historia, hay otros motivos: "No responde igual un emigrante que se haya sentido afortunado en Cataluña, que uno que se haya sentido maltratado". Haber tenido un negocio próspero o quedarse con una "jubilación justita" son razones que pesan en el posicionamiento, tanto como responsabilizar del éxito o del fracaso "a Cataluña o a España".

Mantener la identidad andaluza también es otro factor. Marín subraya que la opinión varía entre quienes invierten tiempo en "casas regionales, peñas béticas o cofradías rocieras" y los que no han tenido otra relación con Andalucía más allá de "unas cuantas vacaciones en el pueblo donde, por cierto, les llamaban catalanes". Se suma la lengua de uso familiar, "que puede haber cambiado o darse una situación bilingüe".

En Hospitalet viven unos 400 andaluces, entre ellos Quero y su hijo, que conviven con una emigración fundamentalmente magrebí y subsahariana, de más de 3.800, según datos de 2011. "Para ellos es mucho más difícil integrarse de lo que fue para nosotros hace 50 años", apunta la madre.

Marín considera que no sólo hay que tener en cuenta cómo de españoles se sienten los catalanes, sino también "cómo de españoles se sienten los andaluces". El factor político es importante: se presume de que los votantes de ciertos partidos son homogéneos, pero Marín lo refuta con dos ejemplos. En Solsona, Lérida, la población es catalanohablante y uno de los feudos "históricos del PP". Al mismo tiempo, en ciudades donde tradicionalmente viven los descendientes de inmigrantes, como Sabadell o Terrassa, las dos fuerzas más votadas son la CUP y Ciutadans, que defienden la independencia y la permanencia en España, respectivamente.

Fernando Martínez llegó en 1971 a San Feliú de Llobregat y nunca se marchó. Sus padres salieron escaldados de un cortijo de Torrubia y encontraron trabajo como operadores de fábrica en Cataluña. Aunque todavía conserva familia en Linares, adonde vuelve al menos una vez al año, se quedará a vivir en San Feliú. Pero nunca se ha sentido más catalán que de adopción: "Cada vez me siento menos catalán y más español", comenta. Aprendió la lengua cuando empezó a trabajar porque "el respeto se basa en responder a la gente en la lengua en la que te pregunta". Desde que Artur Mas diera inicio a lo que Fernando tilda de "ofensiva separatista", se unió al Movimiento 12 de Octubre, donde confluyen perfiles muy distintos a favor de la permanencia a España.

Manel Parra era un bebé cuando llegó a BellPuig d'Urgell (Lérida) en 1962. Su padre trabajaba en la Seat y su madre era asistenta. No recuerda cuándo empezó a hablar catalán, -"fue por ósmosis"-pero lo maneja con tanta soltura que se ha ganado la vida como profesor de esta lengua. Además, fue concejal del PP durante ocho años e impulsor de la plataforma Espanya i catalans". Desde que el independentismo empezara a ocupar las portadas de los periódicos, Parra ha manifestado su preocupación por la "deriva soberanista".

Este andaluz de Montilla cuenta que ha pasado de ser aquel concejal del pueblo, "el hijo de la Paca", a sufrir agresiones cuando acudía a actos institucionales. Si se celebra la consulta no votará: "Cataluña no puede decidir cómo es España, tendríamos que hacerlo entre todos". Para solucionar las diferencias, Parra apunta a una modificación de las leyes, incluida la Constitución. "Pero hace falta un diálogo que los independentistas no quieren tener", declara.

Si el referéndum tuviera lugar, María José García Cuevas tampoco votaría. Esta ingeniera industrial nació en Jaén y hoy es diputada del PP en el Parlament. Hace unos años conoció a Alicia Sánchez-Camacho, presidenta del PP catalán, que le pidió que se uniera al partido porque "hacían falta perfiles técnicos". No le convencía la idea hasta que le dijo: "Si no aceptas, no podrás quejarte de quien vaya en tu lugar".

A la hora de enfrentar el panorama, esta andaluza residente en Gerona confía en que "el sentido común se imponga" y CiU y ERC den marcha atrás. Denuncia que los medios públicos y la educación están en mano de los independentistas, lo que condicionaría el voto, y espera "que el Estado, que es más grande, aplique las leyes". Respecto a la violencia en las calles, cree que aún es latente, pero sólo porque los "radicales están callados para vender que el proceso es democrático y pacífico".

La diputada andaluza se jacta de hablar perfectamente catalán y e incluso corrige a sus amigas catalanas. Antes de dedicarse a la política, la popular ya defendía los derechos lingüísticos del castellano en diferentes organizaciones civiles. Su trayectoria política no ha estado exenta de polémica por apoyar un mayor peso del español en las escuelas que explica así: "Si hablas castellano y se entiende que no eres catalana, te preguntan qué tal llevas la integración, cuando hace 18 años que vivo aquí; si la situación fuera la contraria, en Jaén, nadie preguntaría a un catalán si está integrado".

Los andaluces a favor de la independencia también se agrupan entorno a diversas organizaciones. Una de ellas es Súmate, que preside un cordobés, Eduardo Reyes. Se define a sí mismo como un emprendedor; ha abierto desde un taller de ebanistería hasta un tablao en San Andrés de la Barca. La asociación que preside agrupa a "ciudadanos catalanes que hablan castellano, tienen sus orígenes en otras partes de España y quieren ejercer su derecho a decidir su futuro: crear un nuevo país".

Como en el Movimiento 12 de Octubre, en Súmate, que hoy tiene unos 350 socios, hay votantes de varios partidos, "desde desencantados con UPyD o el PSC, hasta electores de ERC y CiU", relata. Reyes ha dado más de 200 charlas en los últimos ocho meses. Su objetivo es que "la gente se informe y se integre en política" antes de votar en la consulta del 9 de noviembre, cuya celebración "es segura", según el cordobés. Y explica sus razones para apoyar la independencia: "Cataluña es el motor de España y España la ha maltratado durante mucho tiempo. Como el marido que maltrata a su mujer, España no va a cambiar". Le gustaría que en una Cataluña independiente, el pueblo fuera el protagonista y "echara a la oligarquía que lo gobierna".

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