Ya lo había dicho en ocasiones anteriores, pero ayer, en Armilla (Granada), el presidente del PP-A y candidato a la Presidencia de la Junta, Javier Arenas, lo repitió con contundencia: "En mi primera semana de gobierno, la mitad de los altos cargos de la Junta se irán fuera". Esto fue lo más destacado de un acto en el que Arenas no aportó ninguna nueva propuesta; optó por las recetas que viene ofreciendo desde hace semanas.

Entre ellas, la petición de responsabilidades judiciales y políticas a los dirigentes socialistas que han dejado a muchos ayuntamientos andaluces "en la ruina, hipotecando el futuro de los que están, de sus hijos y de sus nietos"; en turismo prometió crear el programa Andalucía Universal para impulsar el turismo monumental y cultural, colocar al sector agroindustrial y urbanismo residencial como principales fortalezas autóctonas para crear empleo; o austeridad a rajatabla en la administración autonómica.

Y por supuesto, empleo. Crearlo, Arenas lo ha dicho muchas veces, es su obsesión. Con fórmulas como el apoyo incondicional a los emprendedores, a las pymes y a los empresarios en general, un colectivo del que subrayó que en ningún caso se le puede considerar "el enemigo" porque es todo lo contrario. "El que dé un paso adelante para crear puestos de trabajo nos tendrá detrás porque al que invierte hay que hacerle un monumento", afirmó.

En su intervención, naturalmente, hubo críticas a los socialistas. A su "despilfarro", a los mil millones supuestamente desaparecidos en la trama de los ERE, o a su actual propensión a ponerse detrás de una pancarta.

Horas después, en un foro de su partido sobre Justicia celebrado en Loja (Granada), Arenas abogando por un "gran pacto" en Andalucía con garantías económicas y con un nuevo esquema en función de las necesidades de la administración judicial. Se mostró partidario de abrir un debate sobre los actuales modelos judiciales y de nombrar una comisión de expertos de prestigio para hacer un balance autocrítico.