El Daesh ordenó a sus seguidores que atacaran iglesias en España. Lo hizo en 2021, en una misma proclama en la que también se pedía a los radicales islamistas que arremetieran contra patrullas uniformadas de las Fuerzas de Seguridad. A pesar de ello, no se habían registrado ataques yihadistas contra iglesias en España hasta los cometidos este miércoles por Yassin Kanza en Algeciras, en el que fue asesinado el sacristán de la iglesia de la Palma y resultaron heridas al menos cuatro personas, una de ellas un sacerdote.

El Estado Islámico lleva años apostando por los ataques cometidos por pequeñas células autorradicalizadas o por actores solitarios, como parece ser el autor de los atentados de Algeciras. De esta forma es mucho más difícil para la Policía abortar este tipo de acciones, pues no requieren de grandes medios para cometerlas. Un vehículo o un arma blanca, como el caso de ayer, basta para ponerlas en marcha.

España, o Al Andalus como los yihadistas la llaman, ha sido siempre un objetivo claro del Daesh, por el propio pasado islámico del país y el simbolismo que éste representa. Aunque no hay precedentes de ataques contra religiosos, sí los hay de operaciones que fueron abortadas por la Policía Nacional, como el intento de atentar en la Semana Santa de Sevilla por parte de dos jóvenes que fueron detenidos en la capital andaluza en la primavera de 2019. Los terroristas de Barcelona en 2017 también tenían previsto atentar contra la Sagrada Familia, antes de que la explosión de la casa en la que preparaban las bombas les obligara a cambiar de planes.

Los ataques a iglesias y centros religiosos se han sucedido en Francia desde mediados de la década pasada. Niza ha sido una ciudad especialmente castigad apor estos atentados. En octubre de 2020 murieron tres personas en un ataque a una iglesia, mientras que en abril de 2022 hubo otro atentado con heridos. En 2016 hubo otro asalto a un templo en Normandía, donde los terroristas mataron a un sacerdote de 85 años y tomaron a dos monjas como rehenes.