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Andalucía

IU rechaza el "catálogo de gran almacén" ofertado por el PSOE

  • Chaves resucita el "fantasma" de la 'pinza' con el PP y critica a quienes ya han declarado "enemigos" a los socialistas

El "catálogo de grandes almacenes" que para IU fue el discurso de investidura de Manuel Chaves sirvió ayer para distanciar a los dos partidos que rivalizan por la izquierda. Si el portavoz de la federación, Diego Valderas, rechazaba las recetas "neoliberales" del candidato presidencial para afrontar la crisis y discrepaba de sus políticas sociales, éste recriminaba a quienes desde la bancada de IU ya han declarado de antemano "enemigo" político a los socialistas y resucitaba el "fantasma" de la pinza con el PP.

Con estos mimbres, el consenso que el PSOE quiere imprimir a esta legislatura parece, por el momento, una carrera de obstáculos con IU. Y eso que Chaves se afanó por recordar el "razonable entendimiento" y la "colaboración fructífera" habida con anterioridad, con el momento cumbre del nuevo Estatuto, y que aspira a que se repita. Por eso, animó a Valderas a "vacunarse" contra los "cantos de sirena" con los que le auguró que "tanto fuera como dentro de su partido" intentarán influirle.

Valderas centró su discurso en atacar con crudeza las propuestas "económicas, presupuestarias y laborales" por su corte "conservador", pero no se quedó en la crítica. Planteó la "reorientación" del modelo económico, entendido desde la perspectiva de los trabajadores, con vistas al aprovechamiento del nuevo yacimiento de empleo que puede significar el medio ambiente y aplicando una "fiscalidad progresista" que permita el avance en derechos sociales. A estos elementos añadió una premisa: el "campo de las alianzas" socialistas no debe pasar por "la patronal, las multinacionales y la banca privada", sino por los sindicatos, autónomos y entidades de economía social.

La falta de vivienda y hospitales, el gasto educativo y la atención a los dependientes pero, sobre todo, la erradicación de la pobreza, fue el capítulo con el que Valderas quiso reforzar el perfil anticapitalista de esa "izquierda sin complejos" que dijo que son y que les aleja del PSOE. Y de entre los retos más inmediatos a abordar, la financiación autonómica y la deuda histórica, avanzó que el primero debe servir para caminar hacia el modelo de estado federal que preconiza, mientras en el segundo se atrevió a dar ya su cifra: 7.500 millones.

Chaves, tras matizar que no es un proceso de crisis sino de "desaceleración" el periodo actual, rebatió las críticas con la previsión de un "crecimiento económico del 3,5%", la superación de esta coyuntura en el horizonte de dos años y el objetivo de evitar el "deterioro del mercado laboral", y todo ello, bajo el paraguas del consenso con los agentes sociales y económicos. La salvaguarda de los más desfavorecidos la garantizó con la intención de "no recortar las prestaciones sociales" y la Ley de Renta Básica. Dos ejemplos que utilizó para corregir a Valderas: "Yo sí hablo de medidas contra la pobreza".

Pese a la discrepancia, hubo un resquicio para el encuentro, y en lo que más perjudica a IU: la Ley Electoral. Valderas anunció que será de las primeras cuestiones que plantearán y Chaves accedió pero emplazando al compromiso del presidente del Gobierno, si bien no pasó por alto que esta norma y la coincidencia electoral no debe usarlo para "deslegitimar" los resultados. Un escrutinio que, como le recordó con ironía, ejemplifica la "distancia" que no sólo a nivel ideológico existe entre IU y PSOE, sino también en diputados: una goleada de 56 a 6.

De ese distanciamiento, escenificado en el "no" a la investidura, Chaves y el portavoz del Grupo Socialista, Manuel Gracia, también quisieron responsabilizar a quienes en IU están instalados en la "radicalidad" o les queda "una revolución pendiente". Una alusión al diputado y líder jornalero, Juan Manuel Sánchez Gordillo, que éste interpretó no como crítica sino como intento de "meter cizaña" al que restó importancia por entenderlo como el lógico resultado de su principal "defecto": "Decir y hacer lo que pienso". Una actitud que le llevó a admitir no sólo la posibilidad de que "si es preciso ocupar una vivienda vacía o una finca" lo hará, sino a vaticinar una más que probable ruptura de la disciplina de voto.

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