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Andalucía

18 años de cárcel por matar a su madre, que no le dejaba vivir con sus gatos

Un hombre ha sido condenado por la Audiencia Provincial de Málaga a 18 años y medio de prisión por matar a su madre, a la que asestó 28 puñaladas, porque le impedía tener gatos debido a que sus sobrinos eran alérgicos a esos animales.

El móvil del crimen fue el "desmedido apego por sus mascotas" y no poder aceptar vivir sin ellos. El estado de frustración que llegó a tener el acusado antes de dejar a sus gatos le hizo escribir en un cuaderno: "Por todos los gatos que perdí y me hicieron perder, matar a los culpables". "Si ellos permanecen encerrados y mueren, yo también permaneceré encerrado y moriré", según dejó escrito en un bloc.

Cuando ocurrieron los hechos el procesado estaba en paro y vivía en Fuengirola con la ayuda de su madre y sus hermanos. Debido a que sus familiares no podían seguir ayudándole, la familia le propuso que se trasladara a vivir a casa de su hermana, pero sin sus dos gatos porque sus sobrinos eran alérgicos. El acusado comenzó a "presionar" a su madre y sus hermanos para que le permitieran continuar viviendo en el apartamento de alquiler.

En la mañana del 13 de septiembre de 2011, el acusado, tras telefonear "insistentemente" tanto a su madre como a su hermana para que le efectuaran el ingreso que, semanalmente, le hacían para sus gastos, salió de casa y se dirigió a Málaga. En previsión de que no fuera a regresar a su apartamento, dejó varios recipientes de grandes dimensiones con comida y agua para sus gatos, cogió una navaja y preparó una mochila con ropa. Al llegar a Málaga, fue a casa de su madre, le recriminó la actitud que había mantenido en el asunto de los gatos y le propinó un fuerte empujón, que le hizo perder el equilibrio y caer al suelo. El hijo comenzó a apuñalarla con la navaja que portaba, primero en la cabeza y en el cuello hasta un total de 28 ocasiones, que le provocaron la muerte tras una leve agonía.

Después, se aseó, limpió la navaja y se cambió de ropa y sustrajo un televisor y un ordenador, que vendió más tarde en un establecimiento de artículos de segunda mano. Luego se alojó a un hostal y a primera hora del día siguiente se presentó en la Policía local de Málaga y confesó los hechos.

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