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La felicidad organizacional y tres claves para conseguirla

  • La felicidad organizacional no es la felicidad de los trabajadores, es la capacidad de la organización para generar un clima laboral potenciador que saque lo mejor de sus personas

Equipo de trabajo.

Equipo de trabajo. / H.I.

Nos rodea la urgencia por ser felices. En realidad nos rodea la urgencia por todo. Queremos las cosas cada vez más rápido y más fáciles, y la felicidad también. A medida que tenemos más conciencia sobre los efectos positivos de la felicidad en la salud y las conductas de las personas, más nos la exigimos. Es casi como una dictadura emocional: “tengo que ser feliz, tengo que ser feliz”… Surgen así muchas frustraciones, pero también cientos de recetas más o menos serias para conseguirla que no hacen otra cosa que reforzar una realidad: las personas somos más sanas, más productivas y más sociables cuando nos sentimos bien. Pues esto es lo que pueden aprovechar las empresas si cultivan su felicidad como organización.

Pero la felicidad de la organización no es exactamente la felicidad de los trabajadores, aunque es verdad que la felicidad de los trabajadores facilita la felicidad organizacional. Es como cuando decimos que la felicidad de una persona no es estar alegre, aunque evidentemente estar alegre facilite el ser feliz. Lo primero importante es no confundir la felicidad personal con la felicidad en el trabajo. Puede que en mi vida personal me haga feliz viajar a otros países o dar paseos por la playa, pero para hacerme feliz mi empresa no tiene que pagarme un viaje o darme días libres para tumbarme al sol. En mi dimensión profesional mis motivaciones y mis expectativas para ser feliz van a ser muy diferentes.

En definitiva, la felicidad es ese concepto abstracto y perseguido por todos sobre el que la Humanidad viene disertando desde el principio de los tiempos. Y a pesar de todo lo que se ha observado, analizado y estudiado, todavía nos cuesta definirla y aún más garantizar la forma de alcanzarla. Pero tenemos bastante claros los beneficios.

Las personas felices son más sanas, más longevas, tienen relaciones sociales de mayor calidad, menos ansiedad, también son más resistentes ante las adversidades, más tolerantes, más comprometidas, más solidarias… Y además contagian estados emocionales agradables a su alrededor. Somos como bombas de buen rollo cuando estamos felices.

Otra cosa que tenemos bastante clara sobre la felicidad es que no es algo fortuito, ni algo que nos puedan dar. La felicidad es un estado emocional propio que se construye día a día y en el que influimos mucho más de lo que creemos. Es más bien un ejercicio individual con nosotros mismos. La pregunta que traigo aquí hoy es: ¿debe una empresa hacerse cargo de la felicidad de sus trabajadores?

Ventajas de la felicidad en el trabajo

La felicidad en el trabajo también ha merecido cientos de investigaciones, especialmente en la última década en paralelo al interés creciente por la inteligencia emocional. Muchos estudios constatan lo que yo creo que el sentido común ya sabe. Como buenas bombas de buen rollo, lo primero que provocan las personas felices en el trabajo es mejorar el clima laboral. Otros beneficios documentados son el aumento de la productividad, la mejora de la calidad del servicio a los usuarios, un mayor compromiso de los colaboradores y el aumento de la confianza entre jefes, compañeros y subordinados. Y además, contar con personas felices en la plantilla reduce el absentismo laboral, la rotación y la accidentabilidad.

Volvamos a escribir la pregunta de antes: ¿debe una empresa hacerse cargo de la felicidad de sus trabajadores? No me atrevería a decir así tan categóricamente que debe hacerlo. Lo que sí creo que podemos decir con total rotundidad es que le interesa, porque mejora su rentabilidad y su futuro. Y entonces: ¿no debe hacer la empresa lo que más le fortalezca?

Cómo somos felices en el trabajo: 3 claves

La felicidad en el trabajo es la percepción personal y subjetiva que tiene cada trabajadora o trabajador fundamentalmente de tres aspectos de su rol profesional: de su salud y bienestar en el puesto de trabajo, de su capacidad para progresar y crecer profesionalmente, y de su satisfacción en el desempeño de lo que hace y con quien lo hace.

Si lo pensamos, son tres ejes claros de la gestión de personas más tradicional, así que realmente la empresa no tiene que inventar nada nuevo. Se trata de asegurarse de que su gente tenga las condiciones de trabajo más apropiadas, y de arbitrar procesos de trabajo y mecanismos de evaluación del desempeño que permitan a las personas aportar y conocer lo que aportan a la organización, y a la empresa definir planes de carrera y formación adecuados.

Las mismas tres claves –salud laboral, crecimiento profesional y satisfacción– nos sirven también para identificar las palancas de gestión más importantes para construir la cultura corporativa de una organización feliz. Son el liderazgo, la comunicación interna y la gestión participativa o el trabajo en equipo. Una empresa feliz cuida que esas herramientas de gestión estén alineadas con las tres claves que mejoran el clima laboral.

En la construcción de la felicidad organizacional, los cimientos los ponemos cuando definimos esas claves e identificamos las herramientas de gestión más importantes. Ahora ya podemos poner ladrillos, que son las iniciativas prácticas que se ponen en marcha empezando por las de sentido común.

Por ejemplo, incluir en el comité de seguridad y salud el seguimiento de indicadores de felicidad, o crear el comité de felicidad, por qué no, e ir implementando lo que propongan, claro. Otro ejemplo: inventar acontecimientos corporativos o nuevos ritos de reconocimiento y celebración. Más ejemplos: potenciar el estilo de liderazgo integrador y saludable de todos los responsables de equipos; desarrollar entrevistas de evaluación de desempeño o entrevistas apreciativas con todos los empleados de forma periódica; compartir con toda la organización de forma transparente y habitual tanto los objetivos como los resultados…

Que todo esto se posible y funcione depende de la convicción ética y de la Responsabilidad Social Corporativa de la empresa, de sus dueños y de sus líderes. Eso es verdad. Pero yo he visto personas en modo “bombas de buen rollo” generando islas de satisfacción en organizaciones en las que el clima laboral global no era precisamente bueno. Así que, sí, va más rápido con el compromiso de los líderes, pero no es el único camino. ¿Cómo quieres vivir tu rol profesional? Pues eso.

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