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Sanidad

La hemorragia de puestos de trabajo desangra al SAS en dos años

  • El Servicio Andaluz de Salud contaba en 2012 con más de 95.000 empleados y en 2014 tiene una plantilla de más de 90.000. Los sindicatos denuncian el deterioro asistencial.

La hemorragia de puestos de trabajo en el Servicio Andaluz de Salud (SAS) no cesa. La sangría está debilitando a todo el sistema sanitario público español, no es una dolencia exclusiva que afecte sólo a la comunidad andaluza. El contagio se ha expandido. Pero si se tiene en cuenta la extensión de Andalucía y su población, y por tanto el alto número de usuarios que resultan afectados, entonces el problema es de los que necesita cuidados intensivos, un tratamiento de choque. Pero hay voces que vienen alertando desde hace tiempo de que el sistema sigue en pie, tambaleándose, a base de placebos que, a la postre, se revelarán inocuos.

Los números evidencian que la sanidad pública en Andalucía ha sufrido un descenso de empleados que precisa, de inmediato, un ejercicio de reanimación urgente. En enero de 2012 el personal del SAS se cifraba en 95.394 personas. En el mismo mes de este año hay 90.106. La diferencia es de 5.288. El adelgazamiento de la plantilla es ostensible, pesa un 5,5% menos. Son datos del Ministerio de Hacienda, que con una periodicidad bianual realiza el recuento del censo de trabajadores que prestan servicio en las administraciones públicas de España. El Sistema Nacional de Salud (SNS) ha sido uno de los más vulnerables a las políticas de recortes -sus autores prefieren el término ajustes- impuestas por el Gobierno central, con la consiguiente onda expansiva estimulada y proyectada por los ejecutivos autonómicos.

La caída en la anorexia de las plantillas de trabajadores comienza precisamente el año de referencia con el que se comparan los números del presente: en 2012 se empiezan a sentir los primeros síntomas, los más inmediatos, del real decreto ley del 30 de diciembre de 2011, que ordena la congelación de las ofertas de empleo público. Al sector de la sanidad -como en educación- se le permite una inyección leve: la tasa de reposición del 10%, por cada diez trabajadores que digan adiós -ya sea por muerte, jubilación o porque se den de baja definitiva- entra sólo uno.

Hay que echar mano de los números que presenta la situación en las comunidades de Madrid y Valencia -y en menor medida en los de Castilla-La Mancha y Cataluña- para encontrarse con una amputación, y sin anestesia, mucho más dura que en Andalucía. Pero no debe servir de consuelo. También el bisturí financiero del SAS ha actuado con mucha contundencia durante este período (2012-2014) en las ocho provincias andaluzas [ver cuadro anexo]. Por ejemplo, Jaén ha visto mermados sus efectivos sanitarios en un 7,7%, Córdoba un 7,3%, Granada un 6,8%... Son los porcentajes más altos. En la provincia de Sevilla han salido de la plantilla de empleados del SAS en estos dos últimos años 1.127 personas.

Y las organizaciones profesionales, los sindicatos y las asociaciones de usuarios y pacientes temen que se trata de un suma y sigue. El derrame no se ataja y se extiende. Con los consiguientes efectos perniciosos sobre la asistencia.

El SAS tiene un gasto de 9.955 millones en 2014. Sólo ha bajado su presupuesto con respecto al ejercicio anterior un 1,6%. Pero este porcentaje, que a simple vista parece ínfimo, se traduce en 200 millones de euros menos dentro de la caja. Muchos millones menos. Demasiados. ¿Una consecuencia, para empezar? Hachazo en los salarios del plantel de los profesionales que se mantienen, de los que no forman parte de 5,5% que ha dejado de trabajar para el SAS en estos dos años. Así que si hay algo que no mengua, sino que crece, en el seno del sistema sanitario público andaluz, es el malestar de sus trabajadores, en plena lucha sin cuartel contra los recortes. Esta beligerancia se deja sentir en los tribunales, donde miles de trabajadores pleitean contra el SAS por los tijeretazos que han sufrido en su nómina.

El secretario general de la Federación de Sanidad y Sectores Sociosanitarios de Comisiones Obreras en Andalucía (CCOO-A), Humberto Muñoz, no duda en utilizar la expresión "efecto devastador" para referirse a lo que está ocurriendo. Su sindicato tiene otras cifras. Los datos de Hacienda reflejan el personal de las plantillas orgánicas de los hospitales y centros de salud, pero no consignan al personal laboral, a los eventuales, a los refuerzos ni a quienes forman partes de empresas externas. CCOO elabora su propio recuento, basándose en la Encuesta de Población Activa (EPA) y le salieron otros números, una cifra mucho más abultada: 53.000 empleos se fueron por el sumidero en la sanidad pública en España en estos dos últimos años. En Andalucía más de 7.000.

Muñoz asiente si se le menciona la presión que ejerce el Gobierno central en la política de recortes, pero también hace responsable de la situación al plan de ajuste del Ejecutivo que preside Susana Díaz y a cuya administración acusa no ya sólo de haber llevado a cabo una injusta reducción salarial sino de perpetrar el acoso y derribo de derechos laborales que a estas alturas se consideraban más que consagrados. "Hay una sobrecarga de los trabajadores", denuncia el dirigente sindical, que hace mención a una de las conclusiones del informe de su sindicato sobre Evolución de las listas de esperas y actividad asistencial en la sanidad pública de Andalucía (noviembre 2013): "El incremento de la jornada laboral, de 35 a 37,5 horas semanales, y la eliminación de numerosos días de permisos y licencias, ha reportado a la Administración sanitaria en torno a 11,5 millones de horas anuales adicionales. En lugar de emplear ese excedente de horas para aliviar listas de espera y mejorar (...) la actividad asistencial, el SAS ha eliminado 7.200 puestos de trabajo y ha precarizado la contratación del personal eventual estructural, 6.000 trabajadores cuya reducción del 25% en su jornada ha significado en el período comprendido entre octubre de 2012 y noviembre de 2013 una pérdida de 2,8 millones de horas, a razón de 200.000 horas mensuales".

También especialmente crítico con la gestión del SAS es el Sindicato de Enfermería (Satse), que ha denunciado la sangría de puestos de trabajo en la sanidad pública andaluza, con una incidencia más negativa aún en el empleo femenino: de los 5.288 trabajadores del SAS que han dejado de serlo en el período 2012-2014, 3.421 son mujeres y 1.867 hombres. La plantilla actual del SAS es de 61.137 mujeres y de 28.969 hombres.

A la luz de los números, el Satse lamenta la "rapidez" con la que se está destruyendo empleo. "Los datos son especialmente dramáticos para los profesionales de Enfermería, pues, como mínimo, la mitad de la reducción de la plantilla del SAS ha sido de esta categoría", denuncia el secretario autonómico del sindicato, Francisco Muñoz. El déficit de profesionales de Enfermería en la sanidad andaluza continúa agravándose, y presenta peor ratio con 2,4 profesionales por cada mil habitantes, muy por debajo de la media nacional (5,3) y a un abismo de los sistemas sanitarios de los países de la OCDE (8,7).

El Satse ve en este escenario el fruto de las medidas de recorte puestas en marcha por el Gobierno autonómico, que implican el despido de profesionales en unas plantillas ya de por sí mermadas, en lugar de propiciar su adecuación con las necesidades reales de los usuarios. "La consejera de Salud se ha quedado sin coartada para continuar con la fórmula de contratación basura que desde hace un dos ha generalizado el SAS, consistente en contratos al 75% de jornada y salario, e incluso inferiores. Este tipo de contratos precarios eran la fórmula adoptada por el SAS para evitar los despidos pero, tal y como revelan las cifras de destrucción de empleo, ese argumento es irreal", denuncia Muñoz.

En éstas, llega la temporada estival. Y como cada año, la polémica del cierre de camas, que para la Junta no es tal, sino una "no disponibilidad" de camas, que no es un eufemismo, sostiene la titular del departamento, María José Sánchez Rubio, que insiste en que el "no disponible" se puede convertir en un "sí" cuando sea necesario. Cama sí, cama no, el caso es que el asunto es, un verano más, pasto del sempiterno enfrentamiento entre socialistas y populares. Los primeros -claro- aplauden el Plan Verano del SAS, un "modelo" para España, dicen, del que podrán disfrutar turistas llegados de otras comunidades gobernadas por el PP que comprobarán que "aquí estarán mejor atendidos y notarán la diferencia". Los segundos -por supuestos- echan pestes del Plan Verano del SAS, que ofrece una una cobertura sanitaria "bajo mínimos" con un "deterioro asistencial, saturación de las urgencias, sobrecarga de trabajo para los profesionales sanitarios y aumento de las lista de espera".

Pero en camas por habitantes, los números en Andalucía también van a la baja -como en los de sus empleados sanitarios-, según los datos que aporta el Servicio Nacional de Salud: está a la cola, con 1,7 cama por cada mil habitantes, alejada de la media nacional de 2,5 camas por cada mil habitantes. El Satse lamentó esta semana que el SAS "se permita el lujo" de cerrar casi 3.000 camas este verano.

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