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burocracia España es uno de los países más lentos para montar un negocio, según el Banco Mundial

Cómo parir una empresa

Crisis. Paro. Escasez. Puertas que se cierran, economías familiares que naufragan y una idea que surge como flotador: ¿Y si monto un negocio? Emprender en España (puesto 44 de 183 países) no es sencillo, no al menos según Doing Business, el informe anual del Banco Mundial sobre burocracia, seguridad jurídica y atractivo inversor. La idea es esencial pero a menudo insuficiente. Tras el romanticismo de una posibilidad en abstracto, la realidad del muro administrativo. El motor necesita mucha gasolina para arrancar: un plan de negocio, papeleo en varios frentes y financiación, sobre todo financiación. Un empresario sevillano nos relata, paso a paso, el tránsito obligatorio hacia la operatividad plena.

"La forma jurídica es una de las primeras cosas a tener en cuenta", explica Juan Guerrero (Sevilla, 1977), socio y cofundador de Yes in Spain, una plataforma pensada para estudiantes extranjeros -normalmente preuniversitarios- a los que se ofrecen cursos de idiomas, alojamiento y rutas culturales en paquetes de unas tres semanas y bajo la supervisión de un tutor. La otra empresa de Guerrero, Incoma, colaboraba desde hacía tiempo con Afoban, entidad especializada en todo tipo de formación (oposiciones, acceso a la universidad para mayores de 25 años, pruebas de graduado en ESO), y juntos vieron el nicho estadounidense (principalmente) y la posibilidad de crear algo más que una academia. Incoma aportaba la idea seminal, Afoban las instalaciones y ambos el know how y la certeza de que un estudio de mercado avalaba la iniciativa. Todo encajaba.

La forma jurídica, decía Guerrero. Yes optó por enfundarse el traje de Agrupación de Interés Económico (AIE). Ventajas: no se requiere un capital mínimo y los resultados se trasladan a los balances de las empresas asociadas en proporción a su participación. "Nosotros elegimos un tipo de sociedad que es ideal para la unión de empresas durante un tiempo o para un fin muy concreto, como era el caso". Pero ningún paso es fruto de la casualidad o la arbitrariedad. Guerrero trabaja con asesores jurídicos, fiscales y laborales pese a que tanto sus socios en Incoma como él provienen de las ciencias económicas y empresariales. "Cuando empiezas con tu primer negocio es cuando te das cuenta del enorme esfuerzo que te espera", advierte. Incoma fue su graduación, Yes su reválida. Las cosas son hoy más sencillas, al menos mientras existan opciones como la ventanilla única de las Cámaras de Comercio. Guerrero no contó con esa brújula.

Cada socio aportó de inicio un modesto capital de 2.000 euros, cantidad más que suficiente para resolver los siguientes pasos: la certificación negativa del nombre elegido para la empresa (hay que facilitar a la Administración tres opciones y cruzar los dedos para que ninguno haya sido elegido antes por otros) supone un gasto de alrededor de 20 euros; los honorarios del notario algo más de 100; y la inscripción en el Registro Mercantil unos 85.

La cronología fue más o menos como sigue: el borrador del plan de negocio se redactó a principios del verano de 2008 y se pulió en una breve sucesión de reuniones. Incoma y Afoban aportaban su experiencia en el ámbito de la formación y la movilidad europea, así que la base estaba clara. La figura de la AIE permitía empeñar pocos recursos y aprovechar la infraestructura previa. El 31 de octubre, pulida la estrategia, asignado el capital y visitado el notario, se logra el alta de la Agrupación ante la Junta de Andalucía. La inclusión en el Registro Mercantil no llega hasta el 12 de diciembre.

El 7 de noviembre Yes presenta el alta a efectos del Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE), del que se solicita exención por volumen de ingresos, y obtiene el CIF provisional. Con la aportación inicial de 4.000 euros -descontados los distintos gastos de tramitación-, se habilita una cuenta corriente en el BSCH (26 de noviembre). Transcurridos dos meses de vida de la sociedad, las partes fijan los términos definitivos de los estatutos de Yes. "El proceso real de solicitud y registro no duró más de 45 días, aunque teníamos unas vivencias previas y el soporte de las asesorías con las que normalmente trabajamos", repasa Juan Guerrero. Además, Yes nacía bien pertrechada. La imagen corporativa, el material escolar, la página web y los dominios .org y .net, recomendables para preservar la marca, estaban listos antes del debut e incluidos en esos maravillosamente bien exprimidos 4.000 euros.

El remate de la secuencia: el 27 de marzo de 2009, Bankia concede a Yes in Spain un préstamo de 15.000 euros. Es la llave para invertir en los nuevos programas con EEUU. El 18 de junio de ese mismo año se autentifican ante la Junta la escritura, el CIF y el DNI de los socios. El 24 de marzo de 2010 se solicita la Patente de Marca y el 12 de agosto Yes se registra en la Agencia Española de Patentes y Marcas.

Los 45 días de Yes in Spain superan ampliamente los 28 que el Banco Mundial adjudica de media a un emprendedor español, pero Guerrero resta importancia a los plazos. "Para mí es irrelevante. Un periodo de 40 días para estudiar las cosas en detalle me parece razonable. Los problemas en realidad son otros: por ejemplo, el acceso a la financiación pública y privada. Tuvimos suerte cuando pedimos aquellos 15.000 euros porque, aunque no teníamos ningún patrimonio o aval como Yes, sí lo tenían las empresas asociadas". Tampoco la pata laboral allana el camino. "Al convertir contratos temporales en indefinidos, antes eran posibles unas ayudas de la Seguridad Social que consistían en un reembolso de las cotizaciones sociales hasta el tope de 3.000 euros, y ésas eran ayudas directas, pero los trámites se alargaron y nunca recibimos el dinero. De hecho, tales ayudas ya no existen", lamenta.

Para ilustrar las piedras que Yes pudo sortear por los galones de sus gestores, para advertir al novato del precio de un prólogo sin colchón, Guerrero viaja al pasado y se acuerda de Incoma: "Las cantidades que habíamos puesto, que eran nuestros pequeñísimos ahorros de gente joven, tenían que destinarse a crear una página web. Sin ella desde el primer día, no podíamos hacer nada. Y había que dar de alta, como mínimo, a uno de los socios. Sería óptimo buscar fórmulas más flexibles, por ejemplo, para que el Estado pague los costes del autónomo durante los dos primeros años. También se podría suavizar el trato a las empresas que comienzan, asesorándolas y otorgándoles más ventajas fiscales (en algunos países europeos, las firmas con facturación menor a una cantidad no pagan el IVA)". Emprender es inevitablemente arduo, pero nunca imposible. Éste es un buen espejo en el que mirarse.

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