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JUAN ANTONIO FERNÁNDEZ DURÁN, miembro de los siete de Doñana

"En nuestras películas el hombre era un intruso"

  • Este sevillano publicó el primer libro con fotos a color de Doñana. Sólo tenía ojos para la fauna, la población local quedó fuera de encuadre. Hoy, sin el apoyo social no existe protección ambiental.

JUAN ANTONIO FERNÁNDEZ DURÁN (Sevilla, 1934) fue miembro del grupo de los siete de Doñana, los primeros cineastas que allí rodaron. Él, porque José Antonio Valverde le convenció en 1965 de que dejara la química, la poesía, y lo que hiciese falta, para coger una cámara y divulgar un parque todavía no creado, pero ya en su cabeza. Este sevillano publicó el primer libro con fotos a color de Doñana. Como todos los pioneros, sólo tenía ojos para la fauna, la población local quedó fuera de encuadre. Hoy, sin el apoyo social no existe protección ambiental.

-Usted pasó de químico a cineasta de naturaleza.

-Era cazador desde los 15 años, y tuve la desgracia de matar a una perra que quería mucho. Busqué otro mundo y conocí en un bar a José Antonio Valverde, director de la Estación Biológica, que me invitó a Doñana en 1965. Di un paseo en solitario, y como no hacía fotos ni nada, escribí un poema y se lo mandé. Valverde me dijo: "Usted es alguien sensible ¿no tiene cámara de fotos?". Empecé con mi cámara familiar, a cada ratito que tenía, iba a Doñana; como no había competencia de nadie me publicaban, y enseguida pasé a grabar películas.

-Doñana era casi desconocida. Valverde invitó a los fotógrafos para que le dieran difusión.

-Él decía que las fotografías y películas, atraían a otros biólogos, ornitólogos, cineastas, y por supuesto al turismo. Yo tenía en el Palacio dos habitaciones, la de invierno y, en la planta de abajo, la de verano, éramos poquísimos. Recuerdo un día que nos dijeron por la emisora, pues no había teléfono allí, que venía Charlton Heston, y en efecto allí se presentó él sólo. Le enseñé el parque en un Land Rover junto a Pepe Boixo, pero no vio casi nada. Ni siquiera estaba el águila imperial en el nido del alcornoque 189.

-¿Los pioneros de la imagen en Doñana quienes fueron?

-Los vascos Rafa Trecu y Paco Bernabé; los catalanes Arturo Sarró y José Ramón Pons; el valenciano Luis Pechuan, el vallisoletano Alejandro Torés, y yo. Todos lo practicaban como hobby, tenían en común ser bastante ricos, menos yo, que la afición me costaba un dineral, todo lo que ganaba como profesor en la Escuela de Peritos Químicos de Los Remedios, en Sevilla.

-¿Y Félix Rodríguez de la Fuente?

-Él no era fotógrafo ni cineasta, llevaba sus fotógrafos y sus cineastas; él era un pico de oro. Recuerdo que, en el Palacio de Doñana, Valverde preguntó a Félix de qué haría su próxima película. "Del oso", respondió. Como lo miramos con sorpresa porque era un animal muy difícil, añadió: "No habrá problema, hay unos húngaros que tienen unos osos amaestrados". Le replicamos que en los Cárpatos la flora y la fauna era otra a la de España, que se notaría, y él respondió: "¿Pero de eso, quién se va a dar cuenta? Vosotros y cuatro más". Era la escasa seriedad de Félix que, por otro lado, tanto concienció de forma brillante a los españoles.

-Sus objetivos no enfocaban a las personas.

-En nuestras películas el ser humano prácticamente no aparece. Considerábamos al hombre un intruso, esa es la realidad. Recuerdo que el Charco del Toro era una zona de reserva tan integral que ni siquiera un incendio debía ser sofocado, sino dejarlo y que la naturaleza se arreglase; si un guarda descubría pisadas de personas allí, suponía un problema. No existía esa simbiosis, esa alianza, que ahora sabemos que es necesaria.

-Doñana como parque no fue bien recibida en su entorno.

-Los lugareños en el fondo eran respetuosos con su medio. El patero, que mataba patos, necesitaba que siguiera habiendo muchos, puesto que vivía de ellos. Y el que cogía las piñas tampoco quería que sus pinos ardieran. Eran muy respetuosos, nada que ver con el hombre de ciudad, que va al campo y no sabe ni lo que es.

-La sociedad sevillana no entendía aún la protección ambiental.

-Existía, no sólo un desconocimiento, sino una apatía por conocer. Era una sociedad muy rural, pero el señorito andaluz iba por otro lado; los grandes cortijos eran para sacar dinero, exclusivamente. La sociedad andaluza y la naturaleza llegaron a congeniar muchísimo más tarde.

-Vio nacer a Matalascañas.

-En los primerísimos años, cuando pusieron allí el cartel de Doñana Golf, un monstruoso cartel anunciando la urbanización, casi nos entraban ganas de dinamitar aquello.

-Debían ser también frustrantes esos inicios.

-Valverde no lloraba con lágrimas muchas veces porque su reciedumbre castellana se lo impedía, pero sufría muchísimo. Cuando necesitaba dinero se debía ir al extranjero, a ver a Luc Hoffman. Así lo conseguía la mayoría de las veces; y para comprar Doñana tuvo que crear la WWF, y pedirle dinero a la UICN.

-El concepto de protección ambiental no estaría asentado...

-No había conciencia, nadie pensaba que aquello fuera a desaparecer, en absoluto. Y cazar lobos o matar linces era una cosa muy natural. Antes de conocerla, cuando me hablaban de Doñana veía como un mito, el cazadero de los reyes, algo más fabuloso que real. La mayoría de los visitantes allí eran extranjeros, a finales de los años 60 sólo veías ingleses, han sido siempre los grandes amantes de los pájaros.

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