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CONSTANTINA

Senderos de setas y anises

  • Constantina basa su desarrollo turístico en tres ejes: naturaleza, patrimonio y gastronomía. Hay una quincena de establecimentos para alojarse, aunque el Ayuntamiento pide que se reabra el albergue de Inturjoven. El sector vitivinícola vuelve a despuntar con el funcionamiento de cuatro bodegas y la destilería La Violetera.

Nos trasladamos al corazón de la Sierra Norte para conocer Constantina, con 6.800 habitantes. Junto al sector agro-ganadero, el turismo de interior es uno de los pilares de su desarrollo. Un turismo rural que se apoya en tres ejes: naturaleza, patrimonio, y gastronomía.

Constantina cuenta con tres rutas dentro de la Red de Senderos públicos, además de vías pecuarias y cañadas reales utilizables. Recientemente se han acondicionado el Sendero del Chorrillo, el Sendero de los Castañares, el Camino del Barrero y el Camino de los Barranquines. A 1,4 km del pueblo, se encuentra el Centro de Visitantes de la Sierra Norte y Jardín Botánico El Robledo, que en los últimos cuatro años ha visto crecer sus visitas. Atraídos por la belleza del entorno "viene sobre todo gente de las provincias de Sevilla y de Córdoba, pero también turistas franceses o alemanes", explica el técnico responsable, Jaime Tornay. Aquí se ofrecen multitud de posibilidades para el turismo de naturaleza: "lo más demandado son rutas de senderismo y en bici, pero también organizamos rutas a caballo, en cuatro por cuatro y rutas etnográficas, como visitar una bodega o un oficio artesano", cuenta Jaime. Según calcula el alcalde, Mario Martínez, "al año nos pueden visitar unas 100.000 personas".

Otro de los fuertes para el turismo es el patrimonio. Todo el Centro Histórico de Constantina está declarado BIC, así como varios de sus monumentos. A esto hay que añadirle el turismo gastronómico, donde destacan especialmente el turismo de setas y el enoturismo, ya que el mosto rojo y el anís de Constantina son toda una leyenda. Punto obligado de la visita al pueblo es la fábrica-museo de Anís La Violetera fundada en 1961 por José García. Hoy sigue el negocio su nieto Jaime García, quien conserva el método de fabricación artesanal del anís calentando el alcohol en una gran caldera con leña de encina. "Aquí llegó a haber hasta 90 marcas de anises y 30 fábricas", cuenta. Hoy, su destilería es la única que queda. Jaime, un empresario innovador, comercializa distintos tipos de anises, crema de guindas y una ginebra premium que acaba de salir al mercado y "está desbordando los pedidos", dice.

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