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Un viaje colorista por el mundo a través del dibujo

  • La localidad de Los Corrales acoge la exposición 'De Bóreas a Céfiro', perteneciente al Programa de Fomento y Cooperación Cultural.

Viajar deja la impronta de preciosas imágenes en la retina que, en muchas ocasiones, son susceptibles de quedar inmortalizadas merced al arte del dibujo. Así lo ha hecho Manuel Ortiz en De Bóreas a Céfiro, la primera de una serie de exposiciones que conforman el proyecto Los cuadernos del paseante y el viajero y que, como ocurrirá en los demás títulos o exposiciones futuras, se complementa y acompaña con la edición de un libro-catálogo, ilustrado profusamente, cuyo formato se ajusta a los tradicionales cuadernos o blocs de apuntes de paisaje (y muy particularmente al de la famosa Moleskine que tantos ilustres escritores y viajeros popularizaron).

 

La muestra ha visitado ya la Casa de la Provincia (diciembre 2015) y Valencina de la Concepción (enero de 2016) y, actualmente, se encuentra en la Casa de la Cultura de Los Corrales. Se puede visitar de lunes a viernes, hasta el 8 de mayo, en horario de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00 (sábados y festivos sólo en horario de tarde). A partir de septiembre, la exposición visitará Alcalá de Guadaíra, Santiponce, El Viso del Alcor, Cantillana y San Nicolás del Puerto.

 

Este proyecto, cristalizado gracias al Programa de Fomento y Cooperación Cultural con los Municipios del Área de Cultura de la Diputación de Sevilla, aspira a ser una colección en la que se recogerán -y desde la que se ofrecerán al público- a lo largo de los próximos años, trabajos (en unos casos apuntes o bocetos, en otros, obras más elaboradas) de distintos artistas que han trabajado sobre alguna faceta o aspecto de tema paisajístico. En esta primera muestra, se ofrece una selección de apuntes de paisaje realizados por el diseñador gráfico sevillano, ilustrador y dibujante Manuel Ortiz Domínguez, recopilatorio que recoge dibujos (en su mayoría, acuarelas) que fueron hechos in situ durante los muchos viajes emprendidos por el autor a lo largo de los últimos años por distintas latitudes (y longitudes) del planeta, lo que justifica y explica el título, que alude a dos de los principales vientos que enmarcaban el orbe clásico.

 

Noruega, Sicilia, Polonia, Irlanda, India y Arizona constituyen, en la muestra y en el libro, etapas-capítulos de esta suerte de itinerario documentado gráficamente que el artista ha ido elaborando sobre el terreno y para sí mismo, sin otra pretensión que la de apuntalar el recuerdo de detalles, circunstancias, formas, aspectos concretos o impresiones que los distintos paisajes le han dado, sin renunciar a captar y fijar también en esos dibujos, y mediante una cierta adecuación estilística, la idiosincrasia y el alma diferente de cada uno de esos lugares. Y, aunque estas obras son apuntes particulares no pensados para ser expuestas, el conjunto se configura como una exposición de extraordinaria belleza, en la que se evidencia un sólido dominio del color y del dibujo y una fuerte unidad estética y estilística.

Una mirada limpia y entregada

El poeta sevillano José Daniel M. Serrallé analiza los dibujos que el artista ha recopilado para la muestra itinerante de la Diputación: "la mirada de Manuel Ortiz se abre, pasea y se demora siempre limpia, curiosa y un punto triste; el mundo que ve, también. Por su parte, la mano del caballero Ortiz se posa, se desliza y oficia siempre con refinada elegancia, cálida y a la vez algo distante, presa quizá de un pudor antiguo; el mundo que ofrece, también. El alma, diríamos, del viajero Ortiz respira, conoce y se ensimisma siempre honda, entregada y un tanto mágica, casi alada en su contenido fulgor; el mundo que nos regala, también. Y en todo ello, él y nosotros y apenas alguna otra figura, como en esas postales donde son suficientes las existencias repentinas de quien la envía y quien la recibe. De Sicilia, por ejemplo, a Noruega, casi azul casi blanca; del Dublín enigmático y elemental, a la lejana Arizona de ocres y rojos intensos; de Viena, sonora y erguida, a la colorida India de aguas oscuras, y otra vez a Sicilia (no es difícil imaginar allí el comienzo y el fin de todo, la luz del sol primero), van sucediéndose siluetas de altos árboles y montañas, caminos y carreteras quién sabe hacia dónde, columnas y estatuas, los espejos tendidos de este lago o aquel río. Paisajes sin figuras como una noche a nuestra medida, esperándonos; arquitecturas sin paisajes como un decorado natural y cierto del vivir, expuesto para invitarnos".

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