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Arquitectura

La crisis económica y la profesión de arquitecto

Jaime Montaner Roselló

Arquitecto

Ahorro a los lectores de este Anuario las referencias a los orígenes y las causas de la crisis financiera y la traslación a la economía global golpeando duramente a las economías reales de los países desarrollados y especialmente a aquellos cuyo desarrollo se había basado en el sector inmobiliario. 

 

Transcurridos cinco años desde el comienzo de la crisis procede analizar qué pasó durante los años 1997 y 2007 en España y cómo se desarrolló el urbanismo y la arquitectura desde una profesión generalmente contemporizadora con cada situación y momento. Multitud de publicaciones han realizado juicios críticos sobre el papel de los Bancos y Cajas de Ahorros en esos años al acudir dichas entidades a la financiación exterior para atender las peticiones del sector inmobiliario. Ante la oferta abundante de liquidez y los bajos tipos de interés que se ofrecían, se produjo un endeudamiento desproporcionado. A pesar de las advertencias sobre el excesivo peso del sector inmobiliario en la cartera crediticia de bancos y cajas, no se desinfló la burbuja inmobiliaria hasta que las entidades empezaron a no poder atender sus deudas. Todo a pesar de la Ley 8/2007, de 28 de mayo, que establecía criterios mínimos de sostenibilidad a través de la contención del crecimiento de población y superficie. La Junta de Andalucía aprobó el Decreto 206/2006, de 28 de noviembre, el POTA, en el que se establecía también una estrategia de sostenibilidad y control del crecimiento.

 

Pero estos esfuerzos legislativos llegaron tarde. Los suelos estaban calificados, los préstamos concedidos, las viviendas en ejecución y a un ritmo de creación superior al número de hogares. En esos 10 años se empezaron 6 millones de viviendas mientras sólo se crearon 4 millones de hogares. En ese tiempo se fraguó la burbuja inmobiliaria y se generó la crisis, y a partir de 2008 se produjo la caída en seco de todas las actividades relacionadas con el urbanismo y la construcción, generándose un stock de casi un millón de viviendas.

Ante los 5 años vividos de crisis aguda y con la certeza de que no volverán ni se repetirán las condiciones anteriores, procede valorar qué actividades, mercados y organización debemos tener los arquitectos. Somos ahora más de 52.000 arquitectos colegiados en España, con diversas formas de ejercicio profesional, donde sólo existen tres Agrupaciones, según el Consejo Superior de Arquitectos de España (CSCAE) y 31 Escuelas de Arquitectura.

 

En el año 1970, cuando me colegié en Huelva, éramos 3.631 y 3 Escuelas de Arquitectura, un ratio de 0,11 arquitectos por cada mil habitantes y ahora hemos pasado en 2012 a un ratio de 1,25. No es un problema de sobreoferta de arquitectos, sino que hay que ampliar las capacidades creativas existentes, buscando nichos de mercados que son atendidos por otros profesionales y no cualificados y de adecuación a las nuevas demandas y oficios.

Es posible también que tengamos que volver a partir de 2015 a una producción de 200.000 viviendas anuales, porque tardaremos varios años en digerir el stock de viviendas existentes y el escenario demográfico es moderado.

Es un criterio compartido que la "actividad tradicional" de los arquitectos en ejercicio libre de la profesión ha disminuido mucho. Han desaparecido muchos de los estudios artesanales que existían y desarrollaban su trabajo normalmente. Según el CSCAE hay un 60% de arquitectos en paro con actividades no regladas o reconocidas por la titulación. Hay que excluir de este análisis aquellos que siempre han tenido trabajo en el exterior, bien por ser estudios de arquitectos de reconocimiento internacional o aquellos que siempre han tenido trabajo en otros países relacionados con el turismo o la industria. Lo importante es destacar la presencia durante los últimos años de arquitectos en otros países, tanto en proyectos de planificación urbana como en iniciativas de desarrollos urbanísticos, o en estudios consolidados y en proyectos concretos.

 

Hay una cuestión no resuelta en España como es el papel de nuestra organización colegial, su función y la responsabilidad ante las nuevas demandas de la sociedad. Hemos sido formados para ser generalistas o "directores de orquesta", con el objetivo de ser algún día una "estrella" de las que brillan en los medios y en la crítica, y que tanto desvirtúan la realidad. La sociedad, el sector y el modelo de actividad profesional de los arquitectos hay que volver a definirlo. Hay que ampliar la visión y acotar los roles a desarrollar ante la complejidad de las demandas que aún no percibimos. Es difícil entender que todos los arquitectos con un mismo título y parecida formación, podamos servir para todo. No es posible que todos los arquitectos seamos conceptualistas y proyectistas; interioristas y diseñadores, especialistas en estructura y en instalaciones, asalariados y funcionarios; expertos en análisis territorial o urbano; paisajistas y medioambientalistas; planificadores y urbanistas; promotores, empresarios y jefes de obra, profesores, investigadores y críticos de arquitectura; líderes de grupos, gestores de proyectos y peritos forenses, y además con el objetivo irrenunciable de ser autónomos, independientes y estrellas algún día.

 

La experiencia de los últimos años, ante la imposibilidad de seguir actuando como nos enseñaron, nos debe servir para reconsiderar las especialidades o titulaciones adecuadas, así como para superar las corrientes corporativistas que todavía pesan mucho en el debate sobre el Proyecto de Ley de Servicios Profesionales. Todo sin renunciar a lo que nos cualifica como Creadores de la Ciudad y responsables de la Arquitectura.

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