FERIA Toros en Sevilla hoy en directo | Morante, Castella y Rufo en la Maestranza

Arte

Reflexiones intempestivas sobre el estado del arte

  • Los museos españoles se parecen entre sí, salvo algunas excepciones, como el CAC de Málaga, que se atreve con muestras figurativas de peso.

JUAN MANUEL BONET

Escritor y crítico de arte

Hace poco viajé a París para asistir a la entrega del Premio Aurélie Nemours, en el Pompidou, a Helmut Federle. Federle, gran pintor suizo, tiene sesenta y cuatro años, y vive en Viena. El premio lo instituyó otra gran pintora, francesa ésta, y ya fallecida. A ambos los expuse en su día en el IVAM. En sus palabras de agradecimiento, Federle se sorprendía de haber sido galardonado por vez primera, y que ello sucediera no en Suiza, sino en Francia. Acto seguido, arremetía contra el actual estado de cosas en el mundo del arte, poniéndole nombre y apellidos simbólicos (Damien Hirst) a la actual situación de apoteósis de lo banal. Se atrevía incluso a criticar una colectiva del propio Pompidou sobre lo sagrado en el arte, en la cual según él se dio gato por liebre. No nombraba a Jeff Koons, pero como si lo hubiera hecho, ya que su muestra en el palacio de Versalles constituye un síntoma más del mismo estado de cosas.

Vuelvo a Madrid y me acuerdo una y otra vez de las palabras de mi admirado amigo suizo. Aquí también suceden hechos que confirman sus palabras. Uno de los artistas españoles de los que más se habla, Santiago Sierra, residente desde hace años en México, va por esa senda de la provocación y del espectáculo. Santiago Sierra, que encierra a emigrantes y contrata prostitutas y les paga sus dósis de droga, podría ser elegido como símbolo, él también. Los museos le otorgan un desmesurado protagonismo en sus programaciones a un arte "con contenido". Una y otra vez, colectivas sobre el Tercer Mundo, la violencia, el feminismo, lo gay, el rock, la emigración, el racismo, los medios de comunicación de masas, la ecología… Obsesión enfermiza por lo politically correct, por una suerte de nuevo realismo social. En museos y universidades, cursos sobre los situacionistas, Mayo del 68, y en general todo lo que tenga que ver con la crítica del capitalismo. Izquierdismo de salón, muy a la moda de las universidades norteamericanas. Recuperación de corredores de fondo de esa onda: por ahí han ido los Premios Nacionales a Muntadas o a Valcárcel Medina, o la retrospectiva de Nancy Spero, sucesivamente enseñada en el MACBA y en el Reina. Parece como si hoy el arte volviera a ser el "arma cargada de futuro" de Gabriel Celaya.

Todo esto me suena a reedición de lo acontecido en los años sesenta. Frente a ello, creo en un arte sin etiquetas, intemporal, por encima de las circunstancias. Por eso, y por su excelencia, me interesan, entre otros, Matisse, Klee, Stieglitz, Brancusi, Mondrian, Morandi, Yves Tanguy y algunos otros surrealistas, Caneja, Rothko, Clyfford Still, Joan Mitchell, Zoran Music… Hoy mismo, Alex Katz, Federle, Juan José Aquerreta, Juan Uslé, por sólo citar a cuatro pintores bien distintos entre sí…

Me preocupa que se insista en los últimos treinta o cuarenta años del siglo XX, en detrimento de todo lo anterior. En el caso español eso quiere decir aminoramiento del esfuerzo por conocer mejor nuestro mejor pasado.

Me preocupa que los museos españoles se parezcan tanto entre sí. Entre las excepciones, el CAC de Málaga, que se atreve con muestras figurativas de peso (Katz, Julian Opie, Neo Rauch, Daniel Richter), impensables en otros lugares.

Me preocupa que el Prado organice exposiciones como las recientes –y excelentes- de Cy Twombly o Francis Bacon, exposiciones que constituyen sendos goles a un Reina que por ley es la institución a la que tocan no sólo el siglo XX, sino los años finales del XIX, con 1881 –en que nace Picasso– como frontera.

Me preocupa que nadie exija al Estado que haga un esfuerzo respecto de los museos nacionales similar al que se realizaba cuando, mediante el sistema de dación en pago de impuestos, el Reina pudo incorporar a su colección obras maestras de Picasso, Juan Gris, Miró, Dalí, Rothko…

Me preocupan las "buenas prácticas". Se supone que se trataba de favorecer la despolitización y la transparencia en materia de nombramientos en el ámbito cultural. El documento se aplicó –pero el resultado estaba cantado– en el Reina. También en el TEA, el flamante museo tinerfeño. Pero no deja de ser curioso que algunos de los grandes abanderados del mismo, sean directores designados a dedo. Y ¿qué decir del hecho de que allá donde ha habido relevos estos últimos meses, el MACBA, de Barcelona, ARTIUM, de Vitoria, y el MUSAC, de León, el puesto de director lo hayan ocupado o lo vayan a ocupar… los respectivos subdirectores?

Me preocupa, por último, el pim pam pum contra un pintor tan pintor y tan importante, como Miquel Barceló. No he visto su cúpula ginebrina. Se habla más de las circunstancias del encargo, o de la dichosa Alianza de Civilizaciones, que de arte. En la derecha, columnas de opinión encendidamente rancias. En la izquierda, la envidia, los exabruptos –para variar– de Luis Gordillo, la indiferencia de Manuel Borja-Villel. En cuanto al principal partido de la oposición, no termino de entender que se haya empeñado en aparecer como una suerte de partido anti-Barceló. ¿Es que nadie, ahí, recuerda que fue durante la etapa de gobierno de José María Aznar, cuando el Reina organizó –siendo director José Guirao– la muestra de papeles del mallorquín comisariada por Enrique Juncosa, y cuando –ya durante mi mandato– el mismo museo expuso a Barceló en Silos, y adquirió diversas obras suyas fundamentales, entre ellas El taller de las esculturas?

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios