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Arte

Los gozos y la sombra

  • En Málaga tuvo lugar una de las exposiciones más importantes, la de los británicos Gilbert y George, ‘Jack Freak Pictures’

Juan Bosco Díaz de Urmeneta

Crítico de arte La tempestad financiera no ha impedido que 2010 fuera un año fértil en materia de arte. Es cierto que algunas muestras eran proyectos ya dotados y que los recortes más duros amenazan sobre todo al actual 2011, pero también es verdad que los directores de museos y centros de arte intentan esquivar el mal tiempo con propuestas inteligentes. Una de esas estrategias es la del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Una gran muestra, de larga duración, ahorma en torno suyo otras más reducidas de análogo contenido y así, la propuesta central se enriquece poco a poco y se diversifica.

Públicos y contrapúblicos ha sido sin duda una de las iniciativas de mayor alcance en Andalucía: una reflexión sobre el papel del espectador, desde el admirador entusiasta hasta el que quiere intervenir, cumpliendo el adagio de Joseph Beuys, cada hombre un artista. Con la muestra confluyen la reflexión de Curro González sobre artista y público, el trabajo de Pierre Giner sobre la colección del Centro y tres interesantes exposiciones: audiovisuales de Grotowsky, filmes de Samuel Beckett y un trabajo recuperado de los sesenta: las performances, organizadas por Marta Minujín, de quienes se creían líderes sociales. Se forma así un denso complejo que debería ser de obligada visión para esos responsables políticos que anteponen las cifras de visitantes a la calidad y labor formativa de los museos. Por su nivel reflexivo, deben citarse dos muestras de 2010: Grande hazaña con muertos!, promovida por la Fundación Botí (Diputación de Córdoba) y la Universidad de Córdoba, y Los juguetes de las vanguardias, en el Museo Picasso de Málaga.

La primera, más que un alegato contra la guerra (sugerido en el goyesco título de la muestra) era un duro testimonio de la proclividad de nuestra época a la violencia. La iniciativa del Museo Picasso, por su parte, señala la capacidad educativa del arte y sobre todo, su estrecha relación con el juego. Hay que destacar además en Málaga una de las exposiciones más importantes del año, la de los británicos Gilbert and George, Jack Freak Pictures. El respetable aire de gentlemen de ambos artistas contrasta con las múltiples excentricidades (freaks) generadas al amparo de la Union Jack, la bandera británica, presente en todas las grandes piezas sutilmente sardónicas.

En Granada, el Centro José Guerrero, pese a la sombra que ha pesado sobre su futuro (al parecer neutralizada in extremis), organizó dos importantes exposiciones: la de José Val del Omar, ahora en el Museo Reina Sofía, y Cromocronías, en la que el arte del color mostraba sus valores en soportes audiovisuales muy diversos, separándose así de la pintura. Volvió sin embargo al lienzo gracias a otra muestra, la que celebraba el centenario de la visita de Matisse a la Alhambra: el esplendor de las obras rivalizaba con la abundante documentación reunida. Más al oriente, en Almería, el Centro Andaluz de la Fotografía reunió trabajos de dos autores que, cada uno desde su perspectiva, meditan sobre arraigadas costumbres de ciertos lugares de España. Sanz Lobato y Cristóbal Hara no tienen posiblemente el reconocimiento que merece su larga labor profesional y artística, de ahí la importancia de la iniciativa de ese Centro que además suele itinerar (al menos hasta ahora) sus exposiciones por diversas ciudades andaluzas, optimizando su alcance.

Ya en Sevilla, hay que subrayar dos propuestas del Museo de Bellas Artes. El joven Murillo, resultado de una amplia investigación, además de presentar excelentes obras (El joven mendigo, Dos muchachos comiendo melón y uvas), señalaba el laborioso itinerario seguido por el pintor hasta su madurez. La dedicada al restaurado retablo de Pedro de Campaña demostró que se puede hacer un buen proyecto, pese a las malas condiciones de la sala de exposiciones temporales. Esperemos que 2011 vea iniciar el acondicionamiento del Palacio Monsalves, ampliación del Museo, sin que ciertos compromisos saturen su espacio de antemano. De las propuestas de Cajasol, hay que destacar el paso por Cádiz y Jerez de Flamenco Project, testimonio de cómo unos artistas norteamericanos descubrieron el cante y la guitarra de Morón. En Sevilla, Cajasol presentó la edición más reciente de las becas de artes visuales, una iniciativa que ha llevado el nombre de la entidad financiera a artistas de medio mundo. Un año denso, como se ve, en el que no cabe olvidar a las galerías: mientras que la de Rafael Ortiz celebraba sus bodas de plata, un joven estudiante, Pablo Barragán, abría en Sevilla un nuevo recinto, iniciándolo con una muestra a la que concurrieron más de cien autores con obras todas de igual formato (17 x 14 cm). Frente a estos gozos, la sombra del cierre de Santa Lucía, sede sevillana de Iniciarte. Dos muestras en 2010 calibran la pérdida: tanto las obras de Cristina Lucas como la propuesta postfotográfica de Sema D’Acosta hacían esperar para Iniciarte un futuro mejor que el que le ha dispensado la administración autonómica. Sin duda hay que racionalizar el gasto pero esto no equivale sin más a restringirlo. Sobre todo en proyectos que encierran semillas de futuro.

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