Tiempos de Arte

Un discutido cuadro de Giorgione

  • La pintura es tan enigmática como su autor: sus tres personajes extraños y heterogéneos, tres filósofos de distintas edades, intrigan al espectador y suscitan todo tipo de interpretaciones

'Los tres filósofos'. Museo de Historia del Arte de Viena.

'Los tres filósofos'. Museo de Historia del Arte de Viena.

Los tres personajes están a la derecha del lienzo ante un grupo de árboles. A la izquierda se abre una trabajada gruta. En el centro, el paisaje se aleja bañado en la luz húmeda de la laguna. Los personajes además de extraños se antojan heterogéneos: el más anciano, quizá un monje, lleva en la mano dibujos y cálculos astrales. A su lado, un varón de mediana edad, con turbante y ropas orientales, da la espalda al paisaje y mira fuera del cuadro. El más joven, sentado, túnica blanca y manto verde, tiene los ojos prendidos en la gruta y en las hojas que cadenciosamente caen en su interior. En sus manos, una escuadra y un compás.

El cuadro es tan enigmático como su autor. De Giorgione sabemos que nació en 1477 o 1478, en Castelfranco Véneto, no lejos de Venecia, y falleció en la epidemia que asoló a esta ciudad en 1510. Parece que con 10 años entró en el taller de Giovanni Bellini. Discípulo aventajado, asimiló la pintura al óleo (que pudo llevar a Venecia Antonello de Messina), las exigencias del sfumato de Leonardo (al que quizá conociera en los años del cambio de siglo) y cultivó el paisaje con la luz y el color característicos de Venecia. Se dice que era un pintor culto, amante de la música, quizá músico él mismo, y cercano a poetas y pensadores como Pietro Bembo. Pudo ser maestro de Tiziano aunque tal vez sólo fueran compañeros. Desde luego Tiziano terminó obras que Giorgione dejó inacabadas. También quedó interrumpida la que nos ocupa: la completó Sebastiano del Piombo.

'Empédocles' de Luca Signorelli. Capilla de San Bricio, Catedral de Orvieto. 'Empédocles' de Luca Signorelli. Capilla de San Bricio, Catedral de Orvieto.

'Empédocles' de Luca Signorelli. Capilla de San Bricio, Catedral de Orvieto.

Así lo dijo Marcantonio Michiel que en 1525, llama al cuadro Los tres filósofos. El inventario de la colección del Archiduque Leopoldo Guillermo de Habsburgo lo titula Los tres matemáticos. David Teniers el joven, que recoge el cuadro en esa colección, lo replicó con humor al sustituir a los misteriosos personajes por campesinos algo grotescos. No deja de ser un índice del desconcierto que despierta el cuadro. Se suceden las interpretaciones: son, se dice, los tres Reyes Magos esperando la aparición de la estrella. La propuesta, basada en el evangelio apócrifo de Seth, se simplifica más tarde: siguen siendo los Magos pero ante una cueva que el pintor, no se sabe por qué, dejó vacía. Se mantiene, sin embargo, la idea de los tres filósofos, nombre actual del cuadro, aunque cruzada por interrogantes: ¿son tres épocas de la filosofía, antigua, medieval y renacentista, o tres estilos de pensamiento, oriental, eclesiástico y humanístico? Gana adeptos la opinión de Peter Meller en 1981, ampliada por Jaynie Anderson: cada figura es una etapa de la educación del filósofo, que Platón prescribe en el libro VII de La República: el más joven, vuelto aún hacia la caverna, se ejercita en la geometría, el más anciano está ya versado en los cuerpos celestes y el que ocupa el lugar intermedio, superadas ambas etapas, está sumido en la contemplación, ajeno a la naturaleza.

Pero hay un desfase entre la edad de cada filósofo y los grados de la educación platónica. Apoyándome en él y recordando una opinión de Anthony Blunt, me atrevo a hacer una lectura algo diferente. Blunt subraya la recepción específica del mito por el Renacimiento: no se queda en los aspectos eruditos e iconográficos, sino busca una comprensión intelectual y relacionada con la vida. Si esto es así ¿podría señalar el cuadro la emergencia en la época de tres saberes, la astronomía (inseparable entonces de la astrología), la búsqueda de la antigua sabiduría y por fin, la pintura?

El anciano de la derecha no es un monje sino un astrólogo (o astrónomo). Lo muestra un grabado de Giulio Campagnola, coetáneo y seguidor de Giorgione. La diferencia de nuestro filósofo-astrónomo es que los papeles que sujeta son figuras y cálculos para la previsión de eclipses y no meras fantasías. Tanto como este saber astral (aún no puede llamarse ciencia) apasiona a la época la comprensión de los textos antiguos. Quieren rescatar el latín clásico y conocer el griego, pero además recorren los viejos textos buscando una antigua sabiduría (o una revelación) perdida. De ahí el culto a los textos gnósticos, Platón y Virgilio, entre otros. Son los sabios del pasado. Los imaginaban con atuendo oriental. Así pinta Signorelli a Empédocles en la capilla de San Bricio: ¿puede ser éste el significado de nuestro segundo filósofo?

'El Astrólogo', de Giulio Campagnola. Museo del Louvre. 'El Astrólogo', de Giulio Campagnola. Museo del Louvre.

'El Astrólogo', de Giulio Campagnola. Museo del Louvre.

El tercero es el pintor. Se dice que es un autorretrato de Giorgione pero importan más los rasgos que acercan su figura al saber. Leonardo habló de la ciencia de la pintura y el tratado de Piero della Francesca fortaleció la idea. El pintor ha dejado de ser artesano: es un artífice del diseño, un experto en geometría, un constructor de mundos. El tercer filósofo sujeta la escuadra y el compás: son los útiles de tal arte que Giorgione unió a los de la astronomía en el friso Pellizzari. La mirada atenta y las manos tensas frente al misterio de la caverna ¿no indican que el pintor se cree capaz de dar forma a lo que carece de ella?

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios