Calle rioja

Paisanos de Obama en la Sevilla inédita

EN Estados Unidos tienen los SuperMartes y Sevilla tiene los SuperJueves. Al mercadillo más antiguo de Europa fueron en una clase práctica de intercambio cultural los alumnos norteamericanos de CIEE (Council on International Education Exchange) que mejoran su español en Sevilla a cambio de quince créditos.

No es ningún consuelo, pero la visita posteriormente anulada de Barack Obama, el presidente de su país, a Sevilla, iba a coincidir con casi todos ellos en viajes de fin de semana a Amsterdam y a Praga. En ese sentido, no se lo han perdido, aunque la mayoría estaban encantados y muy orgullosos de la visita de un mandatario con el que probablemente los que habían cumplido 18 años se estrenaron como votantes en las elecciones de 2012.

Los acompaña José Luis Martínez, profesor de esta academia con presencia en 43 países. Los introduce en la historia del mercadillo, anterior a la de los Estados Unidos, con un texto de Rinconete y Cortadillo. A modo de gymkhana comercial, les da a cada uno un euro para que practiquen el sano y fenicio arte del regateo.

Desde George Washington hubo que esperar 227 años para que un presidente de los Estados Unidos visitara Sevilla... y habrá que seguir esperando. Como están descubriendo una ciudad y un idioma, el periodista les pide una palabra en español y su opinión sobre la anunciada -y frustrada- visita. Ben Thompson tiene 20 años, es de Washington y su palabra favorita es guiri. Matthew Strickland, 20 años, de Pennsylvania, se queda con piropo. "Sevilla es una ciudad tan bonita que lo extraño es que ningún presidente de mi país haya venido antes".

"Si yo fuera presidente, también vendría, es una ciudad increíble", dice Ross Whitman, de Michigan, el mismo apellido de uno de los mejores poetas, coetáneo de Abraham Lincoln. Han quedado bajo las setas y Jan Aax, 23 años, de Brooklyn, Nueva York, se queda con la palabra champiñón. "Imagino que la gente que gobierna en el mundo quiere saber la opinión que tiene Obama sobre los temas que les preocupan a todos".

Pese a su nombre, Mercedes Mingus, apellido de grande del jazz, no tiene raíces españolas. "Mis padres son de Oregón, abrieron un libro de nombres y salió el mío. Es fantástico que el presidente, como nosotros, quiera compartir cosas de nuestro país y nuestra cultura con otras culturas". Hay tantas palabras de su gusto que no le sale ninguna. Acaba de llegar a Sevilla.

Mercedes se fue a Amsterdam el fin de semana y Cayla Hari, 21 años, de Mississippi, a Praga. "El viaje de Obama demuestra las buenas relaciones que hay entre España y Estados Unidos". Como otros compañeros, no entiende que Obama haya tardado ocho años en venir a España. Felipe II nunca fue a América. Y Franco, el anfitrión de Eisenhower, tampoco. El americano por excelencia fue Felipe González, amigo de Gabo y Mario Vargas Llosa.

Joe Underwood, 19 años, sonoridad de máquina de escribir y de presidente de los Estados Unidos encarnado en una serie por Kevin Spacey, es de Arizona y en su camiseta se lee Missouri. "No me importa nada esta visita". Su palabra es tiquismiquis. Nathan Ondo, 20 años, de Pennsylvania, se queda con churros. "Es interesante, pero no estoy muy interesada en política". Ganan los de Pennsylvania, de donde le llegan las cartas a la estudiante norteamericana de Sevilla en la novela La tesis de Nancy de Sender.

La representante de Texas se llama Paige Waggoner. Saldría a la calle si el visitante se llamara Rafa Nadal. Obama, como la música militar a Paco Ibáñez, no le hace levantar. Vivir es su palabra favorita. Cameron Yi se queda con lluvia, la palabra más repetida con Sevilla en My Fair Lady. "Estos viajes los hace para despedirse en el final de su presidencia", dice Yi, que es de Seattle y de ascendencia coreana.

Con Natalie Milas son tres las de Pennsylvania en el grupo que recorre el mercadillo del Jueves. Se siente "muy orgullosa" de que Obama visite el país en el que ella estudia, aunque no pudo venir a una ciudad cuyo acento la deslumbra a todas horas. "En Estados Unidos gracias es gracias, así entero, aquí la gente lo dice con mucha gracia, ¿entiendes?".

"No me importa y no me gusta Obama. Prefiero a George Washington o a Lincoln", dice John Melito, 20 años. Su palabra fetiche es chicas. Ha venido a mejorar su español "porque en el colegio de California había muchos mexicanos que lo hablaban".

"A euro el kilo de limones", se oye en un puesto del Jueves. El dinero que tienen para la prueba. Dice Martínez, el profesor, que vienen muchos estudiantes de Medicina "porque en las consultas y los hospitales cada vez son más los pacientes hispanos".

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