Rancapino Chico | Crítica

Renovarse manteniendo la fidelidad a los clásicos

El cantaor chiclanero durante su actuación en el teatro Lope de Vega.

El cantaor chiclanero durante su actuación en el teatro Lope de Vega. / Juan Carlos Muñoz

Las características musicales de Rancapino Chico, y por las que se ha convertido en primera figura de este arte, son una voz cálida, absolutamente personal, su enorme sentido del ritmo y su afinación prodigiosa. Rancapino Chico es un gran cantaor y está en la plenitud de sus facultades. Domina los recursos y conoce a la perfección el repertorio clásico del flamenco, como demostró, también, en este recital.

Para Rancapino Chico, con excelente criterio, es lo mismo, clásicos del flamenco, el Camarón de 1992 que el Manuel Torre de 70 años antes. Me gusta la renovación que ha introducido en su repertorio en esta "mirada al pasado". Me quedo, con todo, con la primera parte del recital. En especial con la seguiriya de Manuel Torre. Cantó el de Chiclana muy concentrado, con una solemnidad litúrgica, tres letras del repertorio del cantaor jerezano, demostrando que las melodías manueltorreñas no sólo funcionan con la voz enérgica y atrabiliaria de aquel, que también la frescura y el lirismo de Rancapino Chico se avienen bien al tremendo mensaje de estos cantes. Paco León hizo un acompañamiento ejemplar, muy rítmico y afilado, haciendo que esta entrega por seguiriyas sea una de las cosas que recordaremos de este festival. Otro gran momento de la noche fueron los tremendos fandangos de trueno de Paco Toronjo que Rancapino hizo muy entregado y puesto en pie, emulando en la puesta en escena de la película Flamenco de Carlos Saura. Cantó con la misma convicción la copla aflamencada de posguerra, léase Juanito Valderrama, y su Emigrante, con Bernardo Parrilla haciendo la clásica falseta del Niño Ricardo, y Manolo Caracol y su zambra. De Mairena escogió, sorprendentemente, bulerías, y de Camarón, también sorprendentemente, un tema de su repertorio último, Una rosa pa tu pelo. Sabida es la afición de Rancapino Chico al cante festero de los años 70 del siglo XX. Y de El Torta esa delicia por bulerías de Cádiz titulada Colores morenos que da título a la mejor grabación del jerezano. Rancapino homenajeó con la misma dedicación y consideración a morenos y blanquitos.

La puesta en escena es sencilla aunque los tiempos muertos y un relleno evidente de 10 minutos la afearon un poco. Para la misma utilizó archivos de voz de los cantaores homenajeados. El reconocimiento a Manuel Molina, que abrió la noche, fue el único número que presentó un tema completamente nuevo, inspirado, eso sí, en las bulerías del mítico creador ceutí asentado en El Tardón.

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