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Bienal de Flamenco

El arte de la resurrección

Por los muertos del cante. Cante: Mayte Martín. Guitarra: José Luis Montón, Juan Ramón Caro. Percusión: Chico Fargas. Lugar: Teatro Lope de Vega. Fecha: Martes 16 de septiembre. Aforo: Lleno.

Para el aficionado es siempre estimulante escuchar nuevo repertorio clásico en la voz de Mayte Martín. La gracia de esta intérprete es dotar de nueva vida a un repertorio compuesto por y para hombres y mujeres de otro tiempo, los muertos del cante a los que se refiere el título. Martín busca el fondo universal del cante tradicional en la emocionalidad básica del mismo. Así la serrana, que en su voz alcanzó nueva vida y que fue lo mejor de la noche. Aunque pertenezca al repertorio de un muerto ilustre llamado Silverio Franconetti, estremeció en la voz de Martín. Y ello, por su impecable fraseo y dicción, por su técnica asombrosa. Y también por la intensidad que le pone. Lo mismo ocurrió con Los campanilleros, que ofreció en una recreación de la versión de La Niña de la Puebla.

Martín tuvo la valentía de reivindicar la línea clara del cante, Marchena, Valderrama o la cantaora de La Puebla, en un momento en el que se imponían otras estéticas. Y digo que se imponían porque los poderes jondos de entonces las proponían como las únicas capaces de merecer ser llamadas flamencas. Por supuesto que no es así y en contra del absolutismo Martín abrió brecha en la línea de reivindicar otra forma de cantar, de sentir. Siempre pensé que sus maneras estaban muy cerca de los de La Niña, uno de los grandes genios de la historia del flamenco, en muchos sentidos, también el empresarial, y que sin embargo hoy sigue olvidado, al igual que su ingente obra grabada, aunque en su tiempo fuera la intérprete de flamenco más popular de España.

Martín ofreció también su versión de la petenera veracruzana, aunque ella la presentó de otra manera. Creo que es la primera vez que un intérprete jondo de nuestro tiempo se atreve con esta joya del patrimonio musical de ambos lados del Atlántico, que bailó y cantó por vez primera en España el famoso bailarín gaditano Luis Alonso hacia 1826. Martín la combinó con la petenera de Pastora Pavón, que forma parte de su repertorio desde sus inicios. La última novedad fue una canción, una zambra alhambrista de Carmen Amaya con un fabuloso arreglo de guitarra de Sabicas que reelaboraron a su forma Caro y Montón. El resto del concierto estuvo compuesto por cantes habituales en el repertorio de Martín: tientos, bulerías, guajiras y fandangos de Huelva donde hizo un guiño a Morente, lamentablemente el penúltimo de nuestros "muertos del cante", en forma de estribillo y de una canción de la romería de Yerma.

Las dos últimos temas se salieron de este guión. Una versión de la Milonga del solitario de Yupanqui y una sevillanada. Sorprendió, en una cantaora que nunca había hecho concesiones de este tipo en sus comparencias en nuestra ciudad, que acabara con unas sevillanadas de Pareja-Obregón. Fue una forma de corresponder al lleno hasta la bandera.

Imágenes cedidas por el ICAS. Ayuntamiento de Sevilla.

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