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Bienal de Flamenco

Todos los guitarristas del mundo

  • El biógrafo y la viuda de Paco de Lucía y seis intérpretes que colaboraron con él inauguran el simposio internacional dedicado al maestro de Algeciras, que se prolongará hasta el viernes.

Devoción. En el auditorio del Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla que acogió ayer la apertura del I Simposio Internacional Paco de Lucía: Fuente y Caudal, todo desprendió amor y un respeto sagrado hacia un hombre tímido, humilde y divertido con sus íntimos que exprimió los recursos de su guitarra con la naturalidad con la que los demás seres humanos -si acaso- hablan, un músico que con ese prodigioso don cambió para siempre la historia del flamenco. "Se usa el término con demasiada ligereza, pero él sí fue un genio. Sabemos que lo fue de manera genuina porque tras su paso por el mundo nada fue ya lo mismo", dijo el guitarrista onubense Juan Carlos Romero, uno los participantes en la primera jornada del homenaje que le dedica estos días la Bienal al maestro de Algeciras. Su viuda, Gabriela Canseco, dos de sus hijos, Diego y Antonia, y varios de sus sobrinos, junto con su aún doliente hermano el cantaor Pepe de Lucía -que empieza ahora a asumir, confesó, "que en esta vida todo se acaba, y al menos Paco acabó en la gloria"-, siguieron las intervenciones sentados en primera fila.

Abrió la cargada agenda del simposio -se prolongará, con decenas de invitados, hasta el viernes- Juan José Téllez, comisario del mismo y biógrafo de ese guitarrista que el mismo día de su muerte a los 66 años el pasado 25 de febrero, antes de irse a la playa del Caribe mexicano donde vivía cuando se lo permitían sus compromisos en cualquier parte del mundo, dejó preparado su estudio casero "para empezar un nuevo disco", recordó Canseco. "Lo tenía todo pensado ya y estaba nervioso como solía él ponerse nervioso porque era un reto para él. Hacía tiempo, decía, que no se planteaba un proyecto tan personal. A Paco le quedaba mucho por contar, y ahora nos toca a nosotros seguir contando todo lo que él ya no puede contar". Tras sus breves palabras de agradecimiento, que sirvieron de contenido y emocionado prólogo, Téllez, autor de Paco de Lucía. Retrato de familia con guitarra y Paco de Lucía en vivo, acabó provocando algunas lágrimas entre el auditorio componiendo una sentida evocación del amigo que tocaba con "afán absoluto, como si desde siempre hubiera sabido que el tiempo se agota".

Para Téllez, como Juan Ramón Jiménez, Paco de Lucía fue "el cansado de su nombre". "Francisco Sánchez Gómez buscaba huir de Paco de Lucía, aunque ninguno de los dos habría sobrevivido sin el otro", dijo el periodista y escritor sobre un hombre nacido en la Algeciras de posguerra, hijo de padres de oficios humildes, llamado a protagonizar "una historia de supervivientes". Habría querido ser cantaor, recordó, "pero era tan tímido que tuvo que refugiarse tras la guitarra", a la que llevó a otra dimensión partiendo de las falsetas de Niño Ricardo, del toque supersónico de Sabicas y de la audacia de Ramón Montoya, "respetando la tradición, pero desobedeciéndola". En el recorrido por su obra hay "un antes y un después", algo así como "la conjunción de Urano con Saturno": Camarón, naturalmente. "Dejaron de frecuentarse en los escenarios porque los dos necesitaban proyectarse en sus carreras en solitario, pero no dejaron de frecuentarse en lo personal".

Y si la Leyenda del tiempo fue "el Mayo del 68 del flamenco", dijo, el guitarrista ya había ensanchado antes las fronteras del flamenco con su gusto por las armonías y los ritmos de la bossa nova o en sus diálogos con el jazz en proyectos tan célebres como el trío que formó con John McLaughlin y Al DiMeola: "El flamenco es una esponja, y por muy grandes músicos que sean, ni Chick Corea ni McLaughlin han sido capaces de reinterpretar el flamenco como sí lo hizo Paco con el jazz". Antes de concluir, Téllez quiso denunciar el "delito de lesa majestad" que supuso que el Teatro Real de Madrid "cerrara sus puertas" tras su muerte e impidiera que se celebrase allí la capilla ardiente: "Fue la última bofetada de un sector retrógrado y sordo de la música clásica española que aún no le ha perdonado al flamenco que sea una música tan rica".

Después hubo una mesa redonda moderada por el periodista y crítico Alberto García Reyes en la que participaron seis guitarristas que tocaron frecuentemente o en alguna ocasión con Paco de Lucía: Dani de Morón, José María Bandera (sobrino del algecireño), Juan Carlos Romero, José Manuel Cañizares, José Jiménez El Viejín y Paco Cepero; y la divertida y conmovedora coda del estadounidense Arturo Martínez, nacido en Chicago y hoy afincado en Madrid, donde se gana la vida tocando en la Plaza Mayor "música de Paco", al que conoció muchos años atrás tras un concierto en Nueva York. "Lo rítmico, lo armónico, la inspiración, la técnica... Es que es todo, ¿con qué te quedas? Tenía todas las virtudes que todos los guitarristas del mundo seamos capaces de reunir", dijo Romero en una conversación a siete bandas -desde su asiento en la parte del público Pepe de Lucía fue un participante más- que se planteó inicialmente con un sesgo más técnico, pero que a la postre desembocó en una serie de glosas sentimentales de un guitarrista al que más vale querer porque, como apuntó El Viejín, "aunque nos empeñáramos en ir por otro lado, siempre estará su influencia encima de nosotros".

Fosforito, El Lebrijano, Rafael de Utrera, Carles Benavent, Victoriano Mera o Flores el Gaditano participarán en la jornada de hoy. Programa completo del simposio, en www.labienal.com.

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