Cine

Gracia Querejeta describe el "choque de trenes" entre adolescentes y adultos

  • La ganadora del último Festival de Cine de Málaga, con Maribel Verdú y Fernando Valverde en el reparto, llega hoy a los cines.

La realizadora Gracia Querejeta vuelve con 15 años y un día, un drama familiar que es el estreno más destacado de la semana y que recoge sus propios miedos al enfrentarse a su hijo adolescente y tratar de entender el mundo esquivo en el que viven los jóvenes durante esa etapa de la vida.

La realidad está llena de violencia, reflexiona Querejeta: "Está a la orden del día; estamos en un momento muy crispado. La crisis económica que vivimos hace que el ambiente sea todavía más crispado y, entre jóvenes, todavía más".

Pero ésta "no es una película para adolescentes -advierte-. Habla de lo que le ocurre al adolescente visto desde los que le rodean, que son adultos. Lo que más me interesa es el choque de trenes entre el abuelo militar (Tito Valverde), rígido, totalmente cerrado a la vida, y un chico (Arón Piper) totalmente abierto a ella, rebelde, al que tratan por todos los medios de meter en cintura", añade.

En 15 años y un día, Gerardo Herrero asume las tareas de producción que, de haber estado mejor de salud, hubiera repetido el padre de la directora, Elías Querejeta, a quien ella dedica la cinta, por ser "la primera" que hace sin él. En cuanto al guión, que ella escribió hace cuatro años a medias con Antonio Mercero, la directora asume que ambos, con hijos adolescentes en ese momento, necesitaban hablar de sus preocupaciones por ellos: "Que empiecen a hacer mamarrachadas, que se metan en cosas peligrosas".

Ganadora de la Biznaga de Oro en el último Festival de Cine de Málaga, 15 años y un día cuenta unos meses de la vida de una familia rota por la muerte del padre y la separación de los abuelos, que deja al hijo adolescente en el papel de cuidador de una madre infantil, insegura y "atolondrada", explica Maribel Verdú, una de las protagonistas: "Es como la hermana pequeña de su hijo. Es una mujer que se ahoga en un vaso de agua, y es el hijo quien le saca las castañas del fuego. Pero la quieres cuidar, inspira mucha ternura", cuenta la actriz. Se trata del "contrapunto absoluto del papel que hice en Siete mesas de billar francés", filme por el que consiguió su primer Goya. "Tener la suerte de que te llame la misma directora con un papel tan distinto es un regalazo", dice.

Todos buscan una segunda oportunidad y todos dan una vuelta de tuerca que les hace ser más felices al final de cómo son al comenzar la película, menos la abuela, añade Querejeta, "que prefiere vivir amargada a perdonar". Y Tito Valverde, que ya actuó para Querejeta en su debut, Una estación de paso (1992), es "la mezcla de rigidez y ternura" que necesita el personaje, según la directora. Max, explica el actor sobre su primer "abuelo" en la ficción, "es militar y, como todos los militares, vive en un mundo muy complejo, con la disciplina toda la vida... Los hay, incluso, que cuando llegan a casa no se integran, porque su vida es el ejército, y se sienten como pez fuera del agua". Valverde, siempre recordado por su papel televisivo de El comisario, derrocha simpatía, tan lejos de su callado personaje: "Se trata de alguien parco, como yo, aunque no se me note", bromea.

Verdú comenta una de las escenas de la película, cuando dos de los chicos hablan y se preguntan qué quieren ser de mayor, y dicen: "Nada". "Es tremendo: si algo no se le puede quitar al ser humano son las ganas de ilusionarse, de emocionarse, de querer levantarte por la mañana y hacer algo", opina la actriz. "El problema es que están los que no quieren ser nada y los que quieren ser famosos, que no se qué es peor", advierte, espantada, Verdú.

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