Crítica 'Viva'

Tacones cubanos

vivaMelodrama, Irlanda-Cuba, 2015, 92 min. Dirección: Paddy Breathnach. Guion: Mark O'Halloran. Fotografía: Cathal Watters. Música: Stephen Rennicks. Intérpretes: Héctor Medina, Jorge Perugorría, Luis Alberto García, Renata Maikel Machín Blanco, Luis Manuel Álvarez.

Desde Fresa y chocolate (1994) se ha instalado en el cine cubano o ambientado en la Cuba contemporánea, caso de esta producción irlandesa (de Benicio del Toro) que dirige Paddy Breathnach, una cierta imagen neorrealista algo estereotipada empeñada en mostrar la cara más marginal y contracultural de una sociedad atrapada entre sus graves carencias materiales y democráticas y su imagen más sensual, carnal y festiva.

Como la reciente El Rey de La Habana de Agustí Villaronga, Viva incide en este paisaje de chavales callejeros y ambientes semi-clandestinos, a lo que cabe añadir aquí la homosexualidad y el travestismo como marcos aún más acotados, para proponerse como una fábula de redención, denuncia del machismo patriarcal y búsqueda de identidad de trayecto más bien previsible a propósito de las relaciones paternofiliales.

Nuestro protagonista, Jesús, un joven de sexualidad ambigua que se gana la vida como peluquero y que quiere ser intérprete en un club nocturno, verá pronto alterada su paulatina autoafirmación con el regreso de su padre ausente (Perugorría, quién si no), lo que conduce la cinta hacia el terreno más melodramático con quiebros, sacrificios, arrebatos violentos y revelaciones que, a pesar de sus posibles segundas lecturas sobre la situación política cubana, imponen cierto esquematismo a un retrato de La Habana que sigue insistiendo en los pisos destartalados y ruinosos, el vecindario pintoresco y las azoteas como "miradores de sueños de futuro".

Sin ser del todo desdeñable, sobre todo por tratamiento visual y por el buen trabajo de sus intérpretes, con el creíble Héctor Medina al frente y otros habituales como Luis Alberto García en un logrado registro trans, Viva termina prisionera de su corsé dramático, que no deja respirar a una realidad que, si bien busca alejarse de la postal turística, se nos antoja algo más compleja de lo que las películas cubanas se empeñan en enseñarnos una y otra vez de un tiempo a esta parte.

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